Chernobyl, la aclamada serie de HBO, tenía como finalidad mostrar que la ineficacia del comunismo rama rusa podía tener consecuencias letales: el desastre ocurrido en la planta nuclear ucraniana en 1986 funciona como una metáfora de la maldad del sistema soviético, como una justificación de su fin y, al igual que la también celebrada película La vida de los otros (Florian Henckel, 2007), como una advertencia: no vayan a intentar otra vez esto del socialismo policial.

Los días, la producción japonesa que Netflix estrenó hace unas semanas, tendría el objetivo opuesto: describir la catástrofe ocurrida en 2011 en la central atómica de Fukushima Daiichi como la consecuencia de un accidente natural, como un imponderable en el que todo el mundo hizo lo que pudo por mitigar los daños. De primera, entonces, la serie parece menos jugosa que Chernobyl, y la impresión la refuerzan un ritmo moroso, la profusión de datos sueltos y una tímida denuncia de los protocolos oficiales que no puede evitar volverse burocrática ella misma.

No obstante, si se le toma el gusto a esa mezcla de lentitud y reverencia oriental aparece el encanto de personalidades que van delineándose a medida que comprenden cuánto deberán sacrificar para impedir un desastre aún mayor. Se puede pensar que en el capítulo 3 la serie está a punto de despegar como relato heroico cuando un capataz debe elegir los operarios que tendrán que trabajar cerca de la radiación mortífera de los reactores y se encuentra con varios voluntarios, pero este tipo de escenas, con distintas variaciones, se repite periódicamente en un tono apagado y calmo, como si la cámara acompañara la resignación con la que los hombres aceptan su terrible destino.

En realidad, todo en Los días es una paulatina y esquiva narración sobre un grupo de personas que trata de entender qué está pasando y cuál es su rol en tal acontecimiento singular. Recordemos: el 11 de marzo de 2011 un terremoto y un posterior tsunami arrasaron con las instalaciones de la planta nuclear, anulando los mecanismos de monitoreo y control de los reactores. La serie explica qué ocurrió, pero sobre todo qué evitaron, con enorme costo personal, quienes trabajaban allí.

No es, cabe aclarar, un documental, pero es una buena manera de entender un episodio de la historia reciente que sigue generando consecuencias. Por estos días hay desacuerdos entre varios países asiáticos dado que Japón se dispone a liberar al mar el agua utilizada hace 12 años para refrigerar los reactores de Fukushima, y, mirando un poco más arriba, Fukushima fue la causa de que Alemania decidiera cerrar sus plantas nucleares, lo que a mediano plazo volvió a la principal potencia europea dependiente de la energía fósil rusa, y con esto y un poco de carambolas geopolíticas, estamos de vuelta en Ucrania y sus pesadillas actuales.

En todo caso, Los días sigue el minuto a minuto de aquella crisis (a veces la precisión recuerda a la serie 24) y, como ficción, es un necesario reverso de la exorbitante imaginería atómica que floreció en el único país que fue objeto de un ataque con bombas nucleares.

Los días. Ocho episodios de una hora. En Netflix.


Simio asimilado en La Paz

Una nueva función de Mono, informe a la academia, tendrá lugar este sábado a las 19.30 en el Centro Social La Paz, sala Ruben Sarralde (José Batlle y Ordóñez 180), de La Paz, Canelones. Será una oportunidad más de ver a Marcos Valls en el papel que le valió la nominación a los premios Florencio como Mejor Actor en Unipersonal 2022.

Mono es una lograda versión del cuento de Franz Kafka, dirigida por el brasileño Beto Brown, que puede resumirse de este modo: a comienzos del siglo pasado, un mono es atrapado y arrancado de su hábitat natural, en el noroeste de África, y llevado como prisionero a Hamburgo para ser exhibido en un zoológico. Durante el viaje enjaulado dentro de un barco a vapor percibe, por primera vez en su vida, que no tiene salida. Es entonces que, observando a los marineros, logra diseñar un plan que virará su destino y lo transformará en un intelectual europeo.

Estrenado en sala Verdi, donde completó su primera temporada, el espectáculo se presentó luego en Chile, Colombia, Argentina y actualmente recorre el país en una gira llamada #mono100pueblos que ya visitó Libertad, Fray Bentos, Paysandú, Canelones, La Pedrera y Cabo Polonio. Tras la parada de este sábado en La Paz, próximamente estará en La Cretina (el 21 y 28 de julio y el 4 de agosto) y en el Centro Cultural Bastión del Carmen, de Colonia (el 11 y 12 de agosto).