¿Quién fue el mayor boxeador argentino de todos los tiempos? La opinión del respetable está dividida. No faltarán aquellos que digan que fue El Intocable Nicolino Locche, campeón del mundo en peso superligero. Otros asegurarán que fue el polémico Carlos Monzón, que también tuvo una vida digna de ficción. O, por qué no, el mucho más reciente Jorge Locomotora Castro, un tipo que jamás se quedaba tirado en el ring. Y, sin duda, que al que no le van a faltar votos es a Oscar Natalio Bonavena, más conocido como Ringo, quien no sólo fue un enorme boxeador, sino que además entendió como pocos el rol de showman y lo aprovechó al máximo.

Ringo fue la encarnación misma de “vive rápido, muere joven y deja un cadáver hermoso”. Su carrera fue vertiginosa tras su inicio como boxeador amateur en Buenos Aires sobre finales de los años 1950. En la siguiente década tuvo un ascenso internacional brutal, que lo llevó a disputar dos veces el título de campeón mundial, primero contra Joe Frazier y frente al mayor boxeador de todos los tiempos, Muhammad Ali. Pero no fue sólo un boxeador, sino también parte de la escena porteña, de la noche y el espectáculo, gracias a sus películas, sus particulares apariciones en televisión, sus apariciones en revistas marplatenses, sus discos como cantante. Un artista tanto con las palabras como con los puños, que se ganaba el corazón del pueblo argentino como la encarnación del porteño comprador, arrogante y querendón.

Sin embargo, la leyenda de Ringo Bonavena no sería tal sin su final y decadencia. Alejado de las peleas importantes luego de su enfrentamiento con Ali, buscaría inútilmente una revancha por más de media década hasta dar con sus huesos en Las Vegas. Allí su contrato caería en manos de inescrupulosos gángsters, quienes terminarían asesinándolo en un incidente que todavía no está del todo claro. Así, Ringo moriría con apenas 33 años y su nombre se volvería mítico.

De todo esto, y mucho más, trata Ringo: gloria y muerte, la miniserie de Nicolás Pérez Veiga que se puede ver en Star+, que adapta con mucha ambición y en dos líneas narrativas la vida del boxeador. Por un lado, tenemos al joven Oscar Natalio Bonavena, ya consagrado como boxeador amateur y a punto de dar el salto a las peleas profesionales. Esta narrativa nos lleva de manera tradicional en el tiempo, avanzando durante la década de 1960, cuando Bonavena crecía como deportista y como figura mediática. Se destaca la labor de Jerónimo Bosia, quien no sólo se parece sobrenaturalmente al biografiado, sino que es un actor de variadísimo registro, capaz de aportar al protagónico todo lo que necesita. La segunda narrativa presenta a Ringo ya acabado y decadente, sobre 1976, malviviendo en Las Vegas y buscando desesperado ese regreso que no sólo no llegará, sino que sabemos trunco.

Lo primero a destacar es que la ficción no se queda en la simple biopic. Sea por el encare dramático o sea porque la propia vida de Bonavena lo permite, Ringo es también un fresco de época, una reconstrucción audaz de la Buenos Aires de los 60 y su vida cultural. Seguir al protagonista en su ascenso es algo maravilloso, especialmente por el uso del material documental, que se intercala con las representaciones ficcionales y pinta de cuerpo entero, junto con la actuación de Bosia, al protagonista. Pero después está la dificultad que representa enmarcar una narración totalmente hablada en inglés, en Estados Unidos, con los últimos días de Ringo; es de aplaudir la ambición de la ficción, que se interna sin dudar –sólo tambalea en algunos secundarios supuestamente estadounidenses, de dudoso acento y pronunciación– en el día a día de Ringo entre mafiosos, prostitutas y marginales.

Esta construcción a dos puntas funciona muy bien y es notable cómo el personaje crece al punto de que uno termina por quererlo tanto: que todo conduzca a su asesinato te parte el corazón. La pelea con Ali, que será el clímax de la primera línea narrativa, se va construyendo a lo largo de años con esperanzas y gente que acompaña al protagonista (reluce un gran elenco de actores tan experimentados como Pablo Rago, Martín Slipak, Delfina Chaves, María Onetto y Renato Quattordio), es la contrapartida de su destino en Estados Unidos, que, como escribió Osvaldo Soriano, será triste, solitario y final.

Ringo: gloria y muerte. Siete episodios de 40 minutos. En Star+.