“Complejo de Pulgarcito” o “síndrome del hermano menor”: la sensación de que nunca se podrá igualar al hermano mayor y sus virtudes, hazañas o cualidades. Al trasladar esta idea a personajes literarios, no cabe duda de que el abogado Mickey Haller corre detrás del policía Harry Bosch en las creaciones del escritor estadounidense Michael Connelly (Filadelfia, 1956). Es así tanto por la cantidad de novelas –siete de Haller contra 24 de Bosch- como en su fortuna en adaptaciones audiovisuales –Haller va por su segunda temporada de serie propia versus siete de Bosch, aunque Haller se puede vanagloriar de haber tenido también una película–. También es despareja la relación entre los personajes: Haller es el medio hermano menor de Bosch (algo que las ficciones audiovisuales no explotan ni explotarán, por tratarse de productos de diferentes estudios y compañías).
Sin embargo, si algo puede asegurarse sobre Mickey Haller a partir de la segunda temporada de The Lincoln Lawyer, estrenada en Netflix, es que cuenta con impulso suficiente para valerse por sí mismo. Porque este nuevo caso que se nos presenta es mucho más complejo y efectivo, mientras que las piezas de la maquinaria narrativa parecen más aceitadas.
En esta oportunidad, Mickey defenderá a la chef Lisa Trammell (Lana Parrilla), acusada de asesinar a un empresario de bienes raíces, quien viene gentrificando el barrio donde ella tiene el restaurante. El enfrentamiento entre ambos ha derivado en algo público, con una orden de restricción contra Lisa, y cuando el empresario aparezca muerto, todo apuntará a ella. Pero allá va Mickey –con su buena carga de problemas, entre los que se incluye alguna coda de la primera temporada– a investigar primero y a actuar en el juicio después.
No está solo y es aquí donde la serie tiene ahora una gran potencia, puesto que el cuarteto protagónico funciona perfectamente. Miguel García Rulfo (Mickey), Becki Newton (Lorna Crane, exesposa del protagonista y ahora socia en su bufete), Jazz Raycole (Izzy Letts, su chofer) y particularmente Angus Sampson (Cisco, el recio investigador de la oficina) aportan gran variedad de caracteres al tiempo que contribuyen al relato principal como piezas de un argumento complejo y con sus arcos narrativos. Se suman, además, algunos secundarios puntuales, como la propia Lisa (que va a dar su cuota de problemas), el mentor de Mickey, David Siegel (un enorme Elliot Gould, disfrutando como loco cada escena) y la severa jueza Teresa Medina (Marlene Forte), con los que quizá sean los mejores diálogos.
Con un humor muy adecuado, saltos argumentales que enganchan y no pocas veces sorprenden, y un ritmo que permite su consumo veloz, The Lincoln Lawyer se confirma como otra de las creaciones de David E Kelley por demás efectivas. Es una serie liviana, que permite su visionado sin dolores de cabeza y, aunque nadie la recordará entre las grandes del siglo XXI, hace bien lo que se propone hacer.
The Lincoln Lawyer, Temporada 2. Diez episodios de 50 minutos. En Netflix.