Hay una constante que se capta luego de ver mucho cine coreano: los malditos son impredecibles. En tiempos en que el cine mainstream busca confort y lugares seguros, telegrafía hasta el último giro posible y ofrece continuos finales felices, con los coreanos nunca sabés qué esperar. En sus ficciones, cuando un personaje corre peligro, corre peligro en serio. Nadie está a salvo: ni el héroe ni la muchachita, ni siquiera los niños (de hecho, son particularmente crueles con ellos). Por eso, estamos ante uno de los últimos bastiones en los que el cine de acción y entretenimiento es, también, gran cine. Incluso desde los lugares más insospechados.
Por eso, si digo que algo llamado Agente Cinturón Negro se cuenta entre lo mejor que he visto este año, no piensen que antes de sentarme a escribir esta reseña me pegué en la cabeza y estoy tecleando puras tonterías. Lo reafirmo y remarco: la película surcoreana es de lo mejor que se ofrece hoy en cualquier streaming y, particularmente, por parte de Netflix (donde la oferta de cine asiático nunca es escasa).
El agente del título es Lee Jung-do (Kim Woo-bin), un joven de veintipocos años tocado por la varita del destino que le ha permitido ser en poco tiempo cinturón negro en variadas disciplinas marciales. Pero, a pesar de su gran entrenamiento y capacidad, no es alguien que tenga el futuro demasiado planificado, sino que se pasa jugando videojuegos con sus amigos y oficiando de repartidor para la tienda de pollo frito que tiene su padre en Seúl. Volviendo de uno de estos repartos, ocurre el evento que cambiará su vida: un agente de libertad condicional pelea en plena calle y en la noche contra un criminal que lleva todas las de ganar. Casi por reflejo, Lee interviene y así queda signado su destino. La oficina de agentes de libertad condicional no cuenta con apoyo policial, pero tiene un programa -que, quien sabe si existe en el mundo real o no, pero con los coreanos cualquier cosa es posible- para el que maestros de artes marciales pueden ser contratados a modo de seguridad para los agentes. Lee acepta y comienza su periplo como Agente Cinturón Negro (que es el nombre del programa en cuestión, además del de la película).
No conviene dar más detalles del argumento, pero sí decir -y advertir- que aquello que comienza como una simpática y liviana comedia de acción pasa a castaño oscuro con la aparición de un peligroso pederasta, a cargo de Lee Hyun-geol, quien es simplemente terrorífico, y termina como un thriller profundamente tenso y violento, de esos que mantienen al espectador sentado al borde de su silla.
Resultado: Corea lo hace una vez más. Su cine puede comenzar como un disparate de piñas y patadas de puro entretenimiento y luego, con corazón, hermosos personajes y la decisión de llegar al hueso, meterte de cabeza en sus relatos, sus historias. Es de lo mejor que se puede pedir.
Agente Cinturón Negro. 119 minutos. En Netflix.