“¡Bo, vamos con esta canción!”, pensó Eduardo Preve apenas vio el video del acto de campaña del candidato blanco Álvaro Delgado en Paysandú. En su mente recordó la exacta melodía que de inmediato lo llevó a otras parecidas escuchadas en su juventud salteña, a los días de periodista deportivo y tardes de pesca.

Tres noches después, en Otro streaming –el programa semanal que conduce junto a Diego González y Maxi Pérez y que se emite a través de Youtube–, la pantalla de una computadora mostraba a Eduardo Preve bailando al ritmo de “El bombón asesino”, del grupo Los Palmeras, como adelanto de una de las noticias de la semana y un videoclip humorístico alusivo que luego se volverá viral.

“Yo quería arrancar el programa directamente con la canción, pero me dijeron: ‘Esperá un poco, Eduardo, no seas terraja’”, cuenta, con contagioso entusiasmo sobre su idea de producción para este nuevo medio.

Su tono encendido es una réplica de otro cuento que data de sus años como coordinador del equipo de Subrayado: “Si venís de una nota, de vuelta para el canal en el auto, ya tenés que ir pensando un título y una bajada; eso me quedó de la prensa”, explica el periodista, todavía no del todo acostumbrado a su nuevo perfil de alta exposición pública, a que le pidan fotos y griten su nombre por la calle.

“Fijate que yo había trabajado en El Observador muchos años y, cuando entré a Canal 10, puse como condición no salir nunca en cámara. No me gustaba para nada”, reflexiona, al tiempo que se expresa “agradecido” por lo que vivió y lo que está viviendo, incluida su salida de Subrayado: “Yo estaba acostumbrado a una cosa muy estructurada. Ese cambio me permitió ver que por fuera de las organizaciones hay muchas posibilidades. Te puede ir bien o mal, pero hay todo un mundo de oportunidades como esto del streaming, que salió de una charla informal con un colega”.

En Otro streaming, de reciente estreno, Preve aprendió que el público que se conecta al programa puede ser el mismo que sigue su información en otros medios –como el de “La tapadita”, su columna diaria del programa Nada que perder, de M24– y que está lejos de ser exclusivamente joven, que no son imprescindibles “las sillas gamer” y “una escenografía aséptica” y que en ese espacio puede recuperar algo de la vieja radio, como las llamadas al aire de sus seguidores. “Incluso podemos dejar arriba de la mesa unas pizzas, y yo llevo el termo y el mate”, detalla.

“El otro día, discutíamos con Lucas Silva sobre estas nuevas formas de comunicar más descontracturadas y el riesgo de perder algo así como la seriedad”, dice en referencia a nuestro compañero de la diaria. “Yo creo que la gente que confía en vos y en tu información te va a consumir igual, aunque en un momento te pongas a bailar porque la noticia te lo permite”, sostiene.

En una pausa de su jornada laboral, Eduardo Preve siguió conversando con la diaria.

Da la impresión de que en este momento estás disfrutando de tu trabajo.

Cuando me desvinculan de Canal 10, el pensamiento era: “¿Y ahora qué hago?”. Venía de 15 años trabajando todos los días hasta las cuatro de la tarde, pero siempre dentro de una organización. Ahora, que hago de todo un poco en diferentes lugares, encontré el mismo disfrute del periodismo que tenía a los 18, 19 años y que me permitía hacer las notas que yo quería, investigar las cosas que yo quería y no tener jefe. El lunes, por ejemplo, me desperté a las cuatro de la mañana y empecé a trabajar en una nota, y lo hago con gusto.

El periodismo de investigación, un poco por el temor que tienen algunas personas de contactarte por medios digitales, me permitió volver a eso de irme hasta un bar para encontrarme con una fuente que te va a entregar un documento. Me pasó que uno me indicó: “Venite con un gorro negro y date dos vueltas a la manzana”. Al principio me reía, le dije: “Estás mirando mucho Netflix”. Pero ¿qué pasa? La gente tiene miedo de denunciar. Muchas de las denuncias que me llegan son de integrantes de la coalición de gobierno, incluso jerarcas, que tienen miedo de que los vean conmigo. O sea, funcionarios de confianza de la actual administración. Pero para mí no es una carga, disfruto de lo que estoy haciendo. Hay veces que alguien te contacta para juntarte a las 12 de la noche. Me ha tocado, sobre todo cuando son temas de corrupción policial, tener que ir a lugares insospechados y que me pidan: “No lleves teléfono”, porque te pueden rastrear.

A principios de este año denunciaste que el Ministerio del Interior te había investigado para conocer una de tus fuentes. ¿En qué quedó eso?

A mí me investigó Asuntos Internos del Ministerio del Interior y no pasó nunca a la Justicia. Después de que salió la denuncia pública, eso quedó dormido en el ministerio. Ellos aprovecharon para investigar a una de mis fuentes por supuesta revelación de secreto a alguien que me pasaba información, quien supuestamente era un policía de inteligencia.

La investigación tiene dos o tres páginas sobre el policía, pero tiene otras 20, algunas con información de fuentes abiertas y otras con información de fuentes reservadas y del Sistema de Gestión de Seguridad Pública, donde aparecen mi pasaporte, la dirección donde viven mis hijos, mi número de documento y un montón de información personal. O sea, te estoy hablando de una investigación oficial de la Policía. En una de las hojas tenía la firma del ministro [Nicolás] Martinelli. Le habían elevado ese expediente para ver si seguían adelante con la investigación sobre el policía y él firmó que sí. Cuando tuvo ese expediente en la mano, tendría que haber dicho: “Pará, acá hay 15 páginas con datos de un periodista”. Había capturas de mis redes sociales, una foto con mi padre, que es un médico jubilado que vive en Salto, que nunca pisó Montevideo, que no tiene nada que ver con el periodismo y al que ni siquiera le gusta el periodismo.

Foto del artículo 'Eduardo Preve: “Muchas de las denuncias que me llegan son de integrantes de la coalición de gobierno”'

Foto: Alessandro Maradei

¿Cómo te sentiste en ese momento? ¿Te encontraste respaldado, cuidado?

Me sentí respaldado por colegas y hubo una expresión de apoyo de la Asociación de la Prensa Uruguaya que estuvo bien. Lo que no sentí fue un respaldo institucional del Estado. Me parece que en esas cuestiones el Estado falla en la protección, sea de un periodista o de aquellas personas que trabajan en pos de la información o de la transparencia.

Yo no quiero guardias ni nada, pero al menos una garantía de integridad física. Te sentís totalmente vulnerado, y si fuera solo información mía no me importa, pero en ese expediente había datos de mi familia. Cuando hablás con fuentes, sobre todo de la Policía, y cuando ves el mal uso que se hace del Sistema de Gestión de Seguridad Pública, que ha quedado expuesto en casos como el de Astesiano, por ejemplo, vos razonás: “Los ciudadanos estamos realmente desprotegidos”. Es decir, no te estoy hablando sólo de los periodistas, te hablo del ciudadano común. Y no se trata de un caso aislado. En agosto, Búsqueda publicó un artículo donde se daba cuenta de que había un uso compartido de los usuarios y las contraseñas de El Guardián, que es el sistema que vulnera lo más íntimo del ciudadano, que escucha sus conversaciones telefónicas. Martinelli declaró en el Parlamento que había sido un caso aislado, cuando en realidad es una práctica habitual.

En una entrevista que te hicieron en el programa Hacemos lo que podemos contaste que, después de tu salida como director periodístico de TV Ciudad, estuviste a punto de dejar el periodismo. Según entiendo, es tu gran pasión. ¿Qué te pasó?

Mirá, ayer de tarde estaba muerto de cansado. Tenía que preparar Otro streaming. Vine para casa pensando: “Me tiro 15 minutos a descansar”. Llego y recibo una llamada: “Eduardo, tengo una data”. Me pareció que estaba buena la noticia. Llamé a otra fuente, a otra y los 15 minutos que tenía para descansar terminaron siendo 40 en los que me metí en esa pista para después seguir con el streaming. Entonces, claro, es como decís vos. Para mí el periodismo es una pasión. ¿Cómo contrapongo eso con la idea de renunciar al periodismo?

En esos momentos te das cuenta de que es muy difícil. He tratado de dejar el periodismo, pero es más fuerte que yo, es como una adicción. Yo noto que los gurises más jóvenes, si los llamás un sábado o un domingo, por ahí te dicen: “Este es mi día de descanso”. Para mí el periodismo es las 24 horas los siete días de la semana, no lo concibo de otra manera, aunque comprendo que soy parte de otra generación.

Los gurises de ahora se toman la vida con otra filosofía y capaz que aman el periodismo igual que nosotros. Seguramente disfrutan más de cosas que tipos como yo, no tanto. Yo ya venía golpeado por mi salida de Canal 10, y de TV Ciudad también me fui golpeado, porque las ocho horas no iban conmigo. Para ellos era: “No, papá, hago ocho, o seis horas, y a las tres horas corto porque me toca mi media hora para comer tranquilo y para cuidar mi salud. No me rompas las pelotas, Eduardo”, me decían.

No digo que lo que yo haga esté bien, lo que pasó es que ese trabajo no iba con mi forma de ser.

Dijiste: “Largo todo”.

Sí, y justo ahí surge la llamada de alguien, que ya me pidió que no lo nombre, con una propuesta para que hiciera una columna en M24. Al principio iba a ser una vez por semana. Me habían dicho: “Hablá de lo que vos quieras, sin preocuparte”, como una cosa muy libre. Pero igual pensé: “En la primera tengo que ir con algo fuerte”, y eso terminó siendo la declaración inédita de Astesiano con el fiscal [Fernando] Romano, que nadie la había dado hasta el momento.

Así arrancó “La tapadita”. Claro, a partir de ahí tengo una pelea constante conmigo mismo por la gran exigencia para tratar de superarme con la información en cada columna. Y en esa pelea me pregunto: “¿Hasta dónde quiero llegar?”. A veces me dicen: “Ta, Eduardo, esta semana no hay nada, y no pasa nada”.

¿Qué costo tiene esa dedicación tan grande a tu profesión?

Sin duda, ha tenido un costo, sobre todo un costo familiar importante. A la vez, me ha enseñado a valorar algunas cosas. Quizá las únicas veces que dejé de lado el periodismo fue por mis hijos. Hago un esfuerzo por estar en todos los actos de la escuela y en sus compromisos.

Cuando estaba en Subrayado siempre llegaba tarde a las reuniones familiares. Un día surge una invitación para una fiesta familiar muy importante. Me piden por favor que no vaya a faltar. Me comprometo y comento: “Salvo que se caiga un avión, estoy ahí”. Ese día, un rato antes de la fiesta, me avisan que se había caído un avión en Laguna del Sauce. Yo estaba en Subrayado. Me tuve que quedar y organizar todo para cambiar el arranque del noticiero. No me podía ir. Te imaginás las puteadas que me comí. Ahí te das cuenta de que hay algo que se juega entre la adrenalina, el periodismo y la obligación de estar. Yo vivo así el periodismo. Capaz que, con el diario del lunes, tendría que haber ido a disfrutar de ese momento. La única forma que encuentro para desenchufarme del periodismo es poner un rato el teléfono en silencio, pero nunca lo apago.

Foto del artículo 'Eduardo Preve: “Muchas de las denuncias que me llegan son de integrantes de la coalición de gobierno”'

Foto: Alessandro Maradei

En Hacemos lo que podemos también dijiste que el actual candidato a presidente Álvaro Delgado te había hecho “la cruz”. ¿Volviste a hablar con él?

No, nunca más volví a hablar con él desde mi desvinculación de Subrayado. Sí hablé con el presidente de la República. Tuve una charla telefónica de una hora y después otra de una hora y media en Suárez Chico, pero con Delgado no, nunca más tuve ninguna charla. Incluso él hace poco se enteró de que yo tenía alguna posibilidad y le manifestó a ese empresario su parecer.

¿Una posibilidad de laburo?

Sí, en realidad era un proyecto, pero por suerte ese empresario me respaldó y dijo: “Voy a seguir adelante. No me importa”. Delgado preguntó si era cierto que yo iba a trabajar con ese empresario de los medios, y él le dijo que era verdad. Entonces, Delgado le transmitió a una tercera persona que no era de su agrado que yo trabajara en ese medio de comunicación.

¿Dirías que en este período de gobierno las presiones sobre los medios de comunicación aumentaron?

Sí, está claro que aumentaron. Hay una relación carnal y económica muy fuerte entre el gobierno y los principales medios de comunicación, arrancando por todo el dinero que Antel les ha dado a los canales de televisión y por los acuerdos entre Antel y los dueños de los canales –que son los mismos de la televisión para abonados– para utilizar la fibra óptica. Esa cercanía del gobierno con los medios le ha permitido transmitir ciertas presiones en las redacciones. Eso es visible y palpable, te lo dicen los propios colegas.

Eso no quita que muchos se sigan animando a preguntar. Después será otra cuestión si esas notas salen o no al aire.

Has dicho que en tu época de Subrayado hablabas muy seguido con Lacalle Pou y mencionaste dos charlas largas más recientes. ¿A qué presidente dirías que conociste?

Creo que a veces el poder cambia a la gente. Esa es la impresión que me quedó.

En la última edición de Otro streaming dijiste que te parecía que Lacalle Pou no iba a volver a ser presidente.

Yo creo que no. Puede que sea candidato en 2029, pero creo que no va a ser presidente de nuevo.

¿Por qué?

El tiempo dirá.

Te pregunto por los otros actuales candidatos a la presidencia. ¿Cómo ves a Andrés Ojeda en esta campaña?

Lo veo bien. Es el que entiende más el lenguaje de la comunicación actual, es el más ágil para contestar, el más rápido. Seguramente tenga que ver con que siempre estuvo vinculado a los medios y con su profesión de abogado penalista.

¿A Yamandú Orsi?

Lo veo más didáctico. En su naturaleza de docente, a veces se preocupa más por tratar de explicar las cosas. Hay gente que dice que no se le entiende. Lo que pasa es que cuando vos sos docente tratás de dar una explicación a través de un razonamiento, y en este mundo estamos muy acostumbrados a resumir todo en tres frases. Eso Ojeda lo capta y lo capta muy bien, mientras que Orsi se queda con su estilo de profesor de Historia.

Algunas figuras de la coalición acusan a Orsi, y al propio Frente Amplio, de esconderse y no querer hablar. ¿Cuál es tu mirada, desde el punto de vista de las estrategias de comunicación?

Tabaré Vázquez no daba entrevistas y fue presidente dos veces. A mí como periodista me encantaría que todos vinieran a mi programa a hablar. Pero el derecho de los periodistas a hacer una entrevista termina donde empieza el derecho de la otra persona si no quiere conceder la entrevista.

Eso es algo que tenemos que entender los que trabajamos en este medio. Es verdad que algunos candidatos se pueden sentir más cómodos con un periodista que con otro, pero eso no tiene nada que ver con la democracia.

Vos podés decir: “El candidato me negó la entrevista”, criticarlo, pero hasta ahí nomás. No hacer la ficción que se hizo el otro día [en el programa Santo y seña], que terminó siendo una berretada. Y lo grave no es tanto la berretada, sino que un candidato a presidente [Andrés Ojeda] que tiene posibilidades de pasar a la segunda vuelta, e incluso hasta de pelear por la presidencia, se preste para sentarse en la misma mesa con un periodista en ese tipo de dinámicas. Yo nunca vi nada igual, no sólo acá, en ningún lado, ni siquiera en Argentina, donde pueden surgir cosas parecidas. Acá lo máximo que hubo fue dejarle un atril vacío a Tabaré Vázquez en el evento de Andebu en 2014.

¿Te ofrecieron alguna vez algún cargo político?

No, nunca, y tampoco aceptaría.

¿Por?

No va con mi espíritu.