La prolífica escritora, guionista, directora y actriz Vera Fogwill (Mujeres asesinas, Las mantenidas sin sueños) ha recibido más de 40 premios a lo largo de su carrera y es una figura relevante de la cultura argentina, una creadora disruptiva que con su último largometraje, Conversaciones sobre el odio, de 2022 (codirigido por Diego Martínez), deja en claro sus habilidades para la generación de ambientes de suspenso.

Este potente thriller psicológico es una adaptación de una obra teatral homónima escrita por la misma Vera Fogwill (hija del escritor Rodolfo Fogwill) y tiene una profunda trama. Se centra en dos examigas cuya relación se desgastó hasta que dejaron de verse: Débora (Cecilia Roth), una manipuladora representante de artistas, y Deborah (Maricel Álvarez), una actriz altruista cuya carrera nunca despegó y que se dedicó a su familia.

Diez años después de que sus diferencias pusieran punto final al vínculo, ambas se reúnen para tener una última conversación en la que parecen tener más interés en sacar afuera viejos odios y pasarse facturas que en recomponer la relación. Este encuentro, lejos de ser conciliador, es más bien catártico. Bajo una constante y efectiva retórica, atravesará temas como la salud mental y física, la maternidad, las enfermedades, la soledad, la toxicidad de las relaciones y la idea irreal de felicidad y bienestar.

Inmersa en una teatral y agobiante atmósfera (toda la película transcurre en un apartamento) y narrada en tiempo real, la charla nos sumerge en la emoción y la complejidad de sus personajes. Cámara en mano, sigue a estas mujeres en sus feroces diálogos y le da al espectador la sensación de romper la cuarta pared y estar presente en donde todo parece estar a punto de estallar. “Con luz o sin luz, la vida es una mierda”, lanza Débora desde su silla de ruedas y con su peluca rubia de diva venida a menos; su casa es sucia, oscura y claustrofóbica, así como sus días y su ira. Y mientras la Deborah actriz se incomoda, soporta y se defiende estoica de los dardos de su exrepresentante, se empieza a mostrar la naturaleza insana de su vínculo.

En esta conversación, honda e íntima, se confrontan dos miradas opuestas acerca del mundo artístico, la ética y la realización personal que desnuda una realidad común: dos mujeres enfermas y frustradas que en algún momento se quisieron y cuya amistad agrietada parece no tener punto de retorno.

Algo significativo es que en todo este intenso diálogo se ven dos mujeres debatiendo acerca de sus vidas, su pasado y despellejándose una a la otra, pero no se las escucha hablar de hombres. Se reflexiona sobre la amistad, la indefensión, el miedo a la locura, la condición humana y la muerte, pero nunca se habla de varones. Ocurre que Fogwill basó su texto en el test de Bechdel, conocido método para evaluar la representación brecha de género en el cine, que consiste en evaluar cuánto tiempo los personajes mujeres hablan entre sí de asuntos que no sean sus relaciones con personajes masculino. Conversaciones sobre el odio está diseñada para obtener la máxima puntuación en el test.

Ensayo sobre el rencor, la película es sobre todo un poderoso relato sensorial apoyado por la iluminación y la banda sonora, que generan un clima de tensión muy adecuado. La opresión y el sentimiento de ahogo se entrelazan con el esquema cinematográfico low concept, montado en torno a las peculiaridades del carácter de los personajes, que se entrelaza con la ambientación de forma que una puede hasta sentir los olores de esa casa.

La fuerza dramática, sostenida por dos actuaciones brillantes, es hipnótica y tan potente que se puede palpar lo pasivo-agresivo de su vínculo y el odio residual de años. La enorme capacidad de sus directores es la de plasmar en una hora y media el drama de la soledad, el padecimiento físico y el hundimiento que provoca cuando la vida no nos trata como pensamos que merecemos.

Conversaciones sobre el odio. 85 minutos. En Star+.