La murga es un género que admite formas múltiples, pero hasta el momento todas esas formas suponían la existencia de grupos de personas cantando. La experiencia de Murga Independiente, en Montevideo, y de Murga La Ermitaña, en Buenos Aires, desafían esa definición.
“Era un chiste y quedó”, dicen por separado sobre la experiencia tanto Leonardo Martínez, de Murga Independiente, como Antonella Scalia, de La Ermitaña. En el primero de los casos, la experiencia surge en conjunto con Ignacio Salgado, en una búsqueda de jugar con los límites del humor en el marco del 16º Encuentro de Murga Joven, en 2013. Diez años después, Murga Independiente volvió a presentarse como la decana del encuentro, clasificando a la segunda ronda en el Teatro de Verano.
La experiencia de Murga Independiente, si bien involucra a un único murguista, es colectiva. Hay en escena un grupo de guardaespaldas que cumplen diversas funciones, una batería tocando en off y un dueño de la murga (Salgado), que dialoga con el murguista (Martínez). En el caso de La Ermitaña la experiencia es completamente solista, si bien en sus comunicaciones la murga escribe en primera persona del plural. Antonella Scalia, Pachina, es murguista en la ciudad de Buenos Aires y representa en La Ermitaña los diversos roles de la murga, en un espectáculo unipersonal que busca jugar con los límites del absurdo y el humor.
También fue un chiste el origen del festival. Cuando ambas murgas entraron en contacto, jugaron con la idea de armar el Primer Festival Internacional de Murgas Solistas. La primera fecha fue el domingo pasado en el Taller de Arte Popular, en Buenos Aires, y este domingo tiene lugar la segunda en Montevideo. Ambas murgas presentarán su espectáculo completo a las 19.30 en Ensayo Abierto (Piedras 599), con entrada a la gorra.