Desde marzo del año pasado un elenco local, comandado por Ignacio Caraballo, trabaja sobre la puesta en escena de Luz testigo, una pieza coral que gozó de una gran repercusión en 2021 en Buenos Aires, donde estuvo nominada a dos premios ACE. Todo partió de una estrategia del teatrero argentino Javier Daulte para sobrellevar el aislamiento social impuesto durante la pandemia de covid-19 en Argentina. Organizó un concurso de dramaturgia en su sala del off porteño, Espacio Callejón, y luego articuló los textos de Tomás Afán Muñoz, Marina Artigas, Rubén de la Torre, Julián Marcove y Agustín Meneses en un espectáculo compuesto por cinco historias, centrado en los vínculos.
Una mujer solitaria que recibe una llamada que no sabe cómo atender, la investigación de un crimen misterioso que implica a dos hermanos, un padre y una hija en Delta del Tigre, en su isla de soledad, un actor enamorado cuya obra tomará una dirección inesperada y dos vecinos que establecen una extraña conexión.
“Cuando se empezó a reactivar la actividad teatral en Buenos Aires, después de la pandemia, este fue uno de los primeros espectáculos en estrenarse”, apunta Caraballo, que en esta puesta, su octava dirección, ocupa además el rol de actor. “Esto surgió a través de un concurso y como consigna estaba escribir la visión que cada uno tenía de lo que estaba viviendo de la pandemia, con el nombre ‘Luz testigo’ como un símbolo de esperanza, de que la actividad teatral se iba a encaminar y que todo iba a seguir igual a como estaba antes”.
Para el presente montaje recalca que está basado en el original de Daulte, ya que “perfectamente esas historias se pueden contar por separado o integrar otro espectáculo”, aclara. “Acá hay cinco historias muy diversas y que se pueden ver independientemente de si hay una pandemia de por medio. Porque trabaja sobre la comunicación, los alejamientos que tenemos, los encierros. Los disparates que se cuentan, de repente, se potencian. Estas cosas se pudieron dar; por ejemplo, que una relación de pareja comience en la conversación en un pozo de aire de un edificio o en una azotea, o que alguien declare su amor en un programa de radio, porque se enamoró de una persona del balcón de enfrente. Claro, en el confinamiento lo único que teníamos para hacer era eso: mirar por la ventana o escuchar la radio”.
Sin embargo, la huella de esa época en estas escenas no es lo fundamental. “Lo que marca la pandemia es un momento temporal, digamos, a través de una óptica, pero se toca muy solapadamente, no nos dicen en qué lugar está situado, en qué momento, no es que se hace referencia puntualmente”. El énfasis está, desde el título, en el amor por las tablas, en la confianza en su continuidad: “En ese momento, lo que generó la puesta es una celebración del teatro por el teatro, donde no solamente se plantean las escenas desde el texto y desde las relaciones. O sea, que la gente no solamente va a ver una historia y enamorarse de los personajes, sino todos los sacrificios que hay detrás de los cambios de luz y de maquinaria, que también las mueven los actores. Entonces no solamente se ve el personaje, sino al actor trabajando de su oficio”.
No es un espectáculo fácil de clasificar, ya que, como señala el director, cada segmento tiene un objetivo claro: “A veces uno escribe obras que quieren hacer cosquillas en la panza, otras veces cosquillas en la cabeza, otras veces cosquillas de corazón, y creo que este espectáculo pasa por todos: por el drama, la comedia, la tragicomedia y por momentos de thriller psicológico; pasa por diferentes géneros, es bastante variado”.
Caraballo admite que se siente en su salsa especialmente en la comedia, un gusto adquirido en sus inicios en el Carnaval de las Promesas (y luego en Zíngaros, Momosapiens, Los Muchachos, La Compañía, Los Fulanos), así como en televisión junto a Cacho de la Cruz y en teatro dirigido por Petru Valensky o en obras de Franklin Rodríguez. Pero también lo entusiasma expandir las fronteras y manejar otros códigos.
En ese sentido, toma nota de la cintura de Daulte para manejarse en desafíos de muy distinto tono. “A mí particularmente me fascina como director por la dualidad entre lo que es el teatro off, pero con experimentación, con objetivos claros, y que de repente utilice un teatro comercial para otro público, para gente que busca otras cosas, y en los dos lugares lo hace con excelencia”, opina. “Esa es una de las cosas que más admiro, y es un ejemplo a seguir por esa forma de trabajar que tiene, por algunos planteos, sus visiones del mundo, y en otros, de repente, lo que otros quieren ver, y genera la misma repercusión”.
De manera que, más allá de que no sean sus textos, la composición final de Luz testigo tiene su impronta “porque obviamente los textos se terminan de escribir en escena”.
En cuanto al clima del espectáculo, Caraballo adelanta que “es un teatro bastante despojado, no hay grandes escenografías, se trata de generar todo a través de la luz, que es la verdadera protagonista de esta historia, donde el mayor peso está puesto en las representaciones y hay pequeños elementos que generan la espacialidad, pero no hay un gran decorado. La atmósfera se crea desde la luz y la interpretación”, concluye el director de la Escuela de Formación Actoral La Huella, ganador de varios premios Florencio.
Luz testigo en Espacio Palermo (Isla de Flores 1631) los sábados a las 20.30 y domingos a las 19.30 hasta el 28 de julio. Localidades a $ 500 y 2x1 con la diaria. Reservas: 2418 6867 o por Whatsapp al 098 625 191.
El plan de las plantas, una comedia de enredaderas en la sala Lazaroff
Unos cineastas van hasta una chacra en Manantiales para hacer un documental sobre un grupo de personas con una organización que tiene varios millones de adeptos en todo el mundo. El plan de las plantas es una obra de teatro documental sobre el rodaje de ese audiovisual. Con dramaturgia y dirección de Gustavo Kreiman, se trata de la última producción del colectivo Kinderspiel, que propone una obra de teatro transdisciplinar, en la que los lenguajes del teatro y la dramaturgia más convencional dialogan con el formato del teatro documental, el audiovisual, el canto y la danza contemporánea.
La obra propone una reflexión sobre cómo lo que vemos nos mira, en un juego de ficción dentro de otra ficción dentro de otra ficción.
Este espectáculo fue seleccionado por el Programa de Residencia Artística de la sala Lazaroff. Se estrena el viernes 12 de julio y continuará en cartel hasta el 3 de agosto inclusive, todos los viernes y sábados a las 20.30. Entradas a la venta en Tickantel y boletería de la sala desde una hora antes a $ 500. Dramaturgia y dirección: Gustavo Kreiman. Elenco: Sebastián Calderón, Victoria Coto, Anaclara Ferreira, Graciela Ingold, Federico Martínez, José Pagano, Tomás Píriz y Camila Romero Lema.