La estadounidense Simone Biles es la gimnasta más condecorada de todos los tiempos y exhibe perfección técnica. Es capaz de hacer movimientos aparentemente imposibles y ya dejó un legado en la gimnasia artística difícil de igualar. Cinco pruebas llevan su nombre: Biles y Biles II en suelo, potro y barras de equilibrio. Nacida en 1997 en un hogar pobre de Ohio e hija de padres adictos a las drogas, fue adoptada por sus abuelos maternos y desde niña mostró habilidades poco comunes para la gimnasia y el desarrollo corporal. Pero su historia incluye mucho más que su impresionante destreza física, y en el documental Simone Biles vuelve a volar (dos partes recientemente estrenadas y dos que se esperan para luego de los Juegos Olímpicos de París) conocemos gran parte de ella.
Pasaron tres años desde que Biles sorprendió al mundo al retirarse voluntariamente, en medio de un quebranto mental, durante los Juegos Olímpicos Tokio 2020 (que en realidad, como consecuencia de la pandemia de covid-19, se llevaron a cabo en 2021). La presión sobre ella era enorme: se esperaba que batiera todos los récords y se consolidara como la mejor de todas. Pero esas Olimpíadas, que se celebraron en medio de restricciones y aislamiento social por la pandemia (algo que ella marcaría como determinante por la falta de su familia), no salieron como esperaba. “El cuerpo sólo puede funcionar durante un tiempo determinado antes de que se le salten los fusibles”, afirma hoy Biles, quien sufrió un grave caso de twisties, en el que las gimnastas pierden la posición y se desorientan en el aire. Esa fuerte desconexión entre mente y cuerpo es muchas veces consecuencia de un trauma sufrido por abuso sexual. Biles supo parar a tiempo, a pesar de las feroces críticas que recibió.
La emocionante docuserie Simone Biles vuelve a volar, dirigida por la periodista Katie Walsh, narra el detrás de escena mientras Biles se recuperaba de la angustia mental y decidía postularse para París 2024, desde su reacción cruda y honesta momentos después de retirarse de Tokio hasta su regreso al gimnasio, donde volvió a empezar desde cero, a pesar de ser una gimnasta de élite. Además de su trayectoria deportiva, se muestra a una Biles en otras facetas: sus relaciones, su vida doméstica y hasta sus mascotas. Nos encontramos con una joven vulnerable y quebrada, pero también increíblemente resiliente. Con empatía, el documental muestra la compleja decisión de priorizar la salud mental frente a las expectativas externas. Es decir, las presiones desmedidas a las que los deportistas están expuestos, casi como bolsas de boxeo de frustraciones ajenas, expresadas también a través de las redes sociales.
La directora tuvo un acceso extraordinario a la gimnasta y a su vida privada; conocemos a su marido, el jugador de la NFL Jonathan Owens, a su madre, Nellie, a sus entrenadores y a sus compañeras de equipo. Vemos a todos reunidos para seguirla en Tokio 2020 y asistimos al momento en que se dan cuenta de que todo se desmorona. Además, hay un relato pormenorizado de la sobreexigencia a la que se somete a los atletas (sobre todo a las mujeres), del sexismo y el racismo en el deporte y del fuerte impacto que tuvieron en Simone y centenares de gimnastas los abusos sexuales cometidos por el exfisioterapeuta y médico del equipo nacional de gimnasia Larry Nassar (narrados en la docuserie Atleta A: el médico depredador, también disponible en Netflix).
Como un ensayo de justicia divina, Simone Biles vuelve a volar expone a los “expertos” que la criticaron por supuestamente abandonar y decepcionar a su equipo, desnudando toda su insensibilidad. De todos modos, el documental no es un relato de victimización, sino el de una atleta que recupera su nivel y que a sus 27 años está en lo más alto nuevamente. Una mirada interior a una deportista única que resistió todos los prejuicios y que no permitió que otros contaran su historia.
¿Dónde ver el documental de Simone Biles?
Simone Biles vuelve a volar está disponible en Netflix. Tiene dos partes que en total duran menos de dos horas.