Nacida al cobijo de Dark Horse, editorial de cómics independiente pero aun así importante en Estados Unidos, y creación del guionista Gerard Way (el cantante de My Chemical Romance, por más datos) junto al increíblemente talentoso dibujante brasileño Gabriel Bá, The Umbrella Academy fue una serie de historietas bastante atípica, protagonizada por un grupo de superhéroes hermanos adoptivos.
La rareza de sus poderes, lo peculiar de sus aventuras –que involucraban viajes en el tiempo, dimensiones paralelas y universos replicados– los asemejaban a grupos como la mítica Doom Patrol de Grant Morrison (de la que Way es fan confeso) y a los momentos más peculiares de las aventuras de la Liga de la Justicia o los X Men (casualmente, cuando el mismo Morrison escribía sus historias). Más que “una de superhéroes”, era algo bastante inclasificable.
La historieta se publicó entre 2007 y 2018 y, ni bien terminó su andadura en papel, tuvo su versión para pantalla chica, cortesía de Netflix y del showrunner Steve Blackman.
Todo comienza en 1989, cuando 43 mujeres a lo largo y ancho del mundo dan a luz, con la peculiaridad de que ninguna de ellas estaba embarazada al momento de empezar la labor de parto. Entra en escena el excéntrico inventor, millonario y aventurero Reginald Hardgreeves (magistral Colm Feore), quien se pone en campaña para adoptar a todos estos recién nacidos y lo logra con siete. Cada uno tiene su propio superpoder y él los entrena y presenta en sociedad como The Umbrella Academy. Los niños viven aventuras hasta que ocurren un par de desgracias y el equipo se disgrega. En aquella primera temporada se reunían nuevamente para salvar al mundo de su destrucción y, en un giro muy novedoso para este tipo de tramas, fallaban.
Así, arrojados a través del tiempo, de las dimensiones, de los universos alternativos, los hermanos Hargreeves han repetido una y otra vez la misma historia: llegar a un nuevo contexto para que, con su propia presencia como motivo, se reinicie la destrucción del universo, tratar de evitarla, fallar y volver a empezar. Todo hasta esta cuarta temporada.
En este universo final ya no tienen poderes y viven vidas más o menos comunes, que sienten ingratas y mediocres. Pero sólo es cuestión de tiempo, puesto que más y más personas en este mundo comienzan a recordar cosas que no deberían (pasados de otros universos, por ejemplo). Los Hargreeves no tardarán en meterse donde no deben y pronto la cosa va a por todas una vez más.
Aunque no cabe duda de que en la reiteración se ha encontrado agobio y fatalismo, es cierto que The Umbrella Academy amaga cerrar con más aire que el que termina teniendo. Los dos primeros episodios de la temporada final son magníficos: una puesta a punto con todos los personajes –Luther, Viktor, Diego, Allison, Ben, Lila y mis dos favoritos con margen: Klaus y Cinco– en su sitio y con un rol relevante en la trama, pero luego el relato comienza a desmigajarse sin demasiado que contar.
Tal vez porque el concepto de “causamos el fin del mundo otra vez” ya no funciona como en las tres anteriores, tal vez porque al haber menos episodios (seis) muchas cosas quedan a media luz, la serie termina haciendo un discreto mutis por el foro. La decepción no es tal, antes que nada, por el cariño que uno ha generado hacia estos personajes luego de tanto tiempo, pero ante el cierre abrupto queda la certeza de que merecían algo mejor. Como sea, nos quedan para repasar las cuatro temporadas (la segunda es la mejor) de estos particulares superhéroes que son al mismo tiempo una hermosa familia disfuncional.
The Umbrella Academy, cuarta temporada. Seis episodios de 50 minutos. En Netflix.