Aunque lejos están de nombres como Perry Mason, del más moderno Harry Bosch o del colectivo del Precinto 87 creado por Ed McBain, los policías de la reserva navajo Joe Leaphorn y Jim Chee tampoco son unos recién llegados a la pantalla.

Creados por el prolífico Tony Hillerman (1925-2008) y protagonistas de 18 novelas (con su firma, puesto que es una saga que continúa, ahora a cargo de su hija Anne), fueron adaptados por primera vez en The Dark Wind, una película de 1991 dirigida por Errol Morris –aunque algunos aseguran que lo fue en realidad por su productor Robert Redford, quien era dueño de los derechos de adaptación desde entonces– y con Fred Ward y Lou Diamond Phillips en los papeles de Leaphorn y Chee, respectivamente. Luego, en 2002, se estrenaron las películas para televisión Skinwalkers, A Thief of Time y Coyote Waits, con Wes Studi y Adam Beach.

Ahora, siempre con producción del recientemente fallecido Redford pero sumando nada menos que a George RR Martin como compañero en el mismo rol, llega una nueva adaptación que conforma –sin duda alguna– todo un hallazgo que ahora Netflix pone a nuestra disposición (al menos, las primeras dos temporadas de las cuatro que hay hasta ahora, iniciadas en 2022).

Uno podría llegar a pensar que está viendo televisión de otro tiempo, a medida que se desarrolla la primera temporada. Nos cuenta la investigación que hace en una reserva navajo la mentada pareja de policías indígenas. Por un lado, el veterano Joe Laphorn, encarnado por el excelente Zahn McClarnon (siento que se me ha cumplido el sueño de tenerlo en un protagónico, que pedía desde su excelente secundario en Longmire, una serie que mucho remite a esta de hoy). Lo acompaña Jim Chee (Kiowa Gordon), el recién llegado de pasado citadino y a quien los demás policías miran con algo de recelo.

El disparo de largada es un espectacular robo en la ciudad, con helicóptero y ametralladoras, pero luego el caso se desarrollará en seis episodios concretos, todos en la reserva, con una historia en el presente y en el pasado de los mismos personajes. Así, se vincula un par de asesinatos con el trabajo oscuro de una mina y el movimiento independentista navajo en los años 1970 (época en la que está ambientada toda la historia).

Parece televisión de otro tiempo porque, antes que nada, se concentra en el caso policial que viene a contar y no pierde el tiempo en ninguna otra cosa. Hay mucha tensión, mucho conflicto presentado de manera por completa y realista, y un elenco entregado a la labor en esta temporada, con McClarnon a la cabeza y demostrando –como suele hacer– que tiene con qué, pero muy bien respaldado por Gordon, Jessica Matten, Rainn Wilson y Noah Emmerich en uno de sus roles insidiosos de siempre.

Hombre muy blanco

Lo mismo de bueno (incluso mejor) se reitera en la segunda temporada. Regresamos a la reserva navajo, puntualmente a 1971. La vida continúa y la Policía tribal liderada por Leaphorn pronto enfrentará un nuevo caso: un camión explota por los aires dejando un muerto. A este camión –y al muerto, que pronto se le suman otros– se lo asocia con un hombre muy rubio, casi un albino, principal sospechoso, y la investigación que hace Leaphorn –acompañado por su lugarteniente Bernadette Manuelito (Matten)– no tarda en vincularlo a crímenes del pasado y, en particular, a la muerte de su propio hijo años atrás.

Por su parte, Chee funciona en esta ocasión como detective privado y recibe el encargo de una ricachona local (Jeri Ryan) de encontrar una serie de objetos que, en apariencia, se robó el jardinero de su casa. El jardinero no tarda en ser una de las víctimas del rubio, por lo que ambos casos estarán pronto mezclados y todo el elenco se enfrentará al tenebroso rubio (interpretado por el para mí desconocido pero muy efectivo Nicholas Logan).

Un poco en la senda de la excelente Bosch de Amazon (o la ya mencionada Longmire, algo más despareja), Dark Winds se constituye en una de las grandes sorpresas del año pasado y en otra gran serie policial de este presente. Esperemos que Netflix estrene muy pronto las dos temporadas restantes, dado que ya hay una quinta en producción.

Vientos oscuros (Dark Winds). Dos temporadas con seis episodios de aproximadamente 50 minutos. En Netflix.