Todavía no pasaron dos años desde el momento en que Matías Pereira (23), alias Chévere El Negrón, decidió cambiar el rumbo de su carrera y despertó al día siguiente con su cuenta de Tiktok explotada.

“Fue ahí atrás, en el fondo”, recuerda, y señala un espacio angosto entre dos paredes de ladrillos rosados y una cortina que hace las veces de puerta, donde grabó, junto con Luciano y Ezequiel (del grupo Los Gurises del Cadorna), una versión fresca de “Cuando yo corone” con la que cualquier caído se podía identificar.

La respuesta masiva e inmediata del breve videoclip le abrió los ojos sobre el potencial de las redes sociales. Sus nuevos seguidores, magnetizados por sus versos, empezaron a escribirle desde México, Venezuela, Colombia y República Dominicana. “Vengo del cante / soñando con ser leyenda”, rapea en “La Cachimba” (con Lucas Bunnker): una oda al barrio orejano, ubicada entre las más populares de la música urbana local de 2025.

Antes había mostrado “Se vive”, una declaración en contra de la violencia en el fútbol (en el video aparecen Antonio Pacheco y Álvaro Recoba, entre muchas figuras del deporte) que se volvió viral, y lo mismo pasó pocos meses después con “Desde cero”, la canción que compuso pensando en su madre.

“Sube la fe”, su creación más reciente, condensa su búsqueda espiritual y de objetivos comunitarios con una mezcla de rap, plena, pop y candombe. “¡Luis Caviglia!”, exclama en su arenga infaltable, sumando a Bella Italia, el barrio en el que se crio, a su mapa emocional.

Su celeridad para componer y responder es la misma con la que vuela en bicicleta por las calles del Cadorna para llegar a tiempo a esta entrevista en el patio de su casa, donde acostumbra tomar mate con sus familiares y amigos.

“Acá soy la abuela de todos”, dice una señora de ojos claros que se asoma al portón. Un tío comenta el talento innato de Luciano, que vuelve de la cocina para convidar con agua helada. Ezequiel busca una gorra especial para que luzca en la cabeza de El Negrón, quien amablemente conversará con la diaria.

¿Cómo dirías que aprendiste a escribir canciones?

Creo que no lo aprendí. Es un talento. Mi padre es compositor, mi tía y mi primo también. Tengo muchos parientes que componen y hacen música o están para eso del arte.

Viene en los genes, entonces.

Me crie viendo cómo rapeaba mi padre, cómo hacía su música. Él me sumaba, aparte. Me decía: “Tirame las segundas voces en este tema” y yo lo hacía, y así empecé a rapear. La cosa es que hoy, nada… se lo llevó la droga. Obviamente fue una influencia en la música que hago.

¿En algún momento alguien te dijo: “Andás bien en el rap”? ¿Fue una iniciativa tuya dedicarte a la música?

Empecé tirándome yo, ¿viste? Me iba a los estudios a grabar, pero no le mostraba a nadie lo que hacía. Me daba vergüenza. Y un día, corta, le muestro algo a uno de mis primos y me dice: “Este tema está bien, este otro también”. Ahí empecé a tener más confianza. Les empezamos a mostrar a mi tío y a otros familiares, y llegó un momento en que me dijeron: “Te tenés que tirar para la música”.

¿Qué escuchabas cuando arrancaste?

Me gustaban Original Juan y Canserbero. Escuchaba mucho Calle 13. Y cuando era más chico ponía Daddy Yankee todo el día.

Te acompañan en esta entrevista Luciano y Ezequiel. ¿Quiénes son?

Ellos son mis cuñados y se hacen llamar Los Gurises del Cadorna. Son hermanos de mi pareja actual. Y nada, les gusta hacer música como a mí y tienen buena actitud. Luciano me dijo hace un par de días: “¿Cuándo vamos a sacar de nuevo un free?”. Ellos están todo el tiempo con ganas de hacer temas nuevos.

Foto del artículo '“Hay niños que crecen viendo fierros como si fuera una cosa normal”: Chévere El Negrón, el compositor del barrio Cadorna que despierta con audiolibros de autoayuda'

Foto: Alessandro Maradei

Por la cantidad y rapidez con la que has logrado plasmar tu música y mostrarla en las redes, da la sensación de que lo resolvés de manera sencilla. ¿Algún consejo para músicos que recién arrancan?

Lo más difícil es animarse. Decir: “Ta, lo voy a hacer”. Después, si tenés talento para escribir y la voluntad para sacar cosas, llega solo. Hay que dar el primer paso.

¿Cómo recibe tu música la gente del barrio?

La gente de acá te da para adelante. Gente humilde, luchadora, corte que quiere salir adelante, te dice “está bien lo que estás haciendo” y te hace ver que lo que hacemos viene de la humildad y con valores.

Con la música y con tus letras estás intentando ir por otro lado, distinto al de muchos colegas.

Sí, claro. Contra la corriente, me dicen.

¿Y cuándo tomaste esa decisión? ¿Algo te encendió una chispa?

Sí, claro. Tiene que ver con todas las cosas que pasé. No te voy a mentir: no fui un santo toda la vida, ¿sacás? Hice cosas malas y llegué a hacer música para apoyar eso. Presumía que hacía tal o cual cosa, ¿entendés?

Y así me iba. Perdí familiares, hice sufrir a mi madre. Me agarraron los botones y tuve que cumplir. Mi mujer la pasó muy mal porque yo me perdía en las drogas, y mi madre tuvo que ver cuando me perdí en el alcohol. Pasé millones de cosas. Por las drogas también perdí amigos, hasta que un día dije: “No es por acá”.

Cuando nos mudamos con mi mujer para acá y los empecé a ver crecer a ellos [sus cuñados adolescentes], yo no quería que pasaran por las mismas cosas que yo. Y ahí empecé a ver por ellos y por todos los niños del barrio que escuchan la música que vos hacés.

¿Quién te ayudó a vos en los momentos más bravos?

Mi mujer. Siempre mi mujer. A partir de mi independencia, ella es fundamental.

En una nota que te hicieron en el canal de streaming Topic, cuando te preguntaron por tus sueños, dijiste: “Hay muchas cosas que se pueden hacer por un barrio” y hablaste de la música.

Sí, claro. ¿Sabés cómo la música le cambia la cabeza a la gente? Le das esperanza al barrio. Nosotros somos de acá, y si el día de mañana llegamos a lograr algo, les podemos demostrar a gurises de nuestra edad que no hace falta ir por cualquier lado para conseguir lo que uno quiere. O sea, podés caminar derecho, tener a la familia, una buena economía y vivir contento.

¿Qué harías si fueras presidente?

Empezaría ayudando a los barrios bajos, a la gente que la está luchando, a la que se le dificulta tener un plato de comida, un abrigo, o que está viviendo en la calle.

Cuando alguien dice: “Ah, pero son adictos”, sí, es verdad, pero ese también es un problema, ¿me explico? Y estaría buenísimo poder ayudar a ese tipo de personas también.

Hay animales en la calle. Hay niños que crecen viendo gente con fierros como la cosa más normal del mundo. Maldad hubo siempre, pero esto antes no pasaba.

Luciano, El Negrón y Ezequiel.

Luciano, El Negrón y Ezequiel.

Foto: Alessandro Maradei

¿Por qué es tan importante para vos el barrio y reflejar lo que pasa acá en Cadorna o en La Cachimba?

Mi madre, mi abuelo y todos me inculcaron cosas buenas, valores que hoy no pierdo ni a palos. Pero yo crecí viendo cosas malas todo el tiempo. Y hoy parece que todo ha empeorado y en cualquier lado. Hay gente que le saca un fierro a un gurí en la cara como si nada. Gurises que se juntan y juegan a “yo te mato, yo te robo”.

Los niños crecen con esa cabeza. A mí me pasó en mi adolescencia: fui así, ¿sacás? Yo no juzgo a nadie, pero lo que me duele es que, por esa misma razón, uno crece de tal manera, con otra cabeza. Eso es lo que quiero cambiar.

Tenés facilidad para escribir canciones. ¿Leés algo? ¿Te gustan las películas, los videojuegos?

Me gusta escuchar audiolibros de autoayuda cuando me estoy por levantar. Cosas positivas, para que te hagan bien a la mente. Leer, sinceramente, menos diez. Leo Instagram, cosas así.

Además de dedicarte a la música, has contado que saliste a vender bolas de fraile en bicicleta, entre otras formas de ganarte la vida.

Tuve muchos trabajos. Hice carga y descarga de camiones en una arrocera. Laburé en Pedidos Ya. Hacíamos negocios con celulares: los compraba rotos, los arreglaba y los vendía. En cualquier cosa me movía.

Hasta que llegó un momento en el que las ocho horas me sacaban tiempo para dedicarme de verdad a la música.

Cuando conocí a Lucas Bunnker [productor musical y responsable de Bunker Records], él me quiso dar una mano y ahí me di cuenta de que necesitaba más tiempo para componer y laburar en mis temas. Entonces me arriesgué y solté el laburo. Ahora estoy a full con la música.

¿Quiénes son tus referentes?

Lo que pasa es que... yo me fui criando con amigos, personas que hoy ya no están, personas que hicieron cosas malas, que fueron muy amigos míos y terminaron mal.

Tengo a mi tío, que se llama Brian, que también hizo las mil y una, pero se puso la 10 y empezó a actuar como se debe, a sacar como un hombre. Y hoy me está enseñando pila de cosas todo el tiempo. Estamos comunicados. Me enseña a ser mejor persona acá, y eso está zarpado.

¿Dirías que tuviste que crecer más rápido de lo previsto?

No, porque mi madre, mi abuelo y mi familia siempre me dieron todo lo que precisaba. Fui yo el que decidió mal.

Entonces tuve que crecer más rápido. Si decidís mal, caminás mal. Y bueno, arreglate como puedas.

¿Qué recordás de tu infancia?

De cuando estaba en la escuela me acuerdo de que éramos tremendos malditos. Nos pasábamos pegando. Mi madre nos pasaba pegando; mi abuelo también, sí. Nos portábamos mal.

Éramos malditos. Pero fuimos creciendo y fuimos acomodando actitudes, educaciones y valores, ¿viste?

Foto del artículo '“Hay niños que crecen viendo fierros como si fuera una cosa normal”: Chévere El Negrón, el compositor del barrio Cadorna que despierta con audiolibros de autoayuda'

Foto: Alessandro Maradei

A tu madre le dedicaste “Desde cero”. ¿Cómo surge ese tema?

Cuando estaba componiendo esa canción, de pronto se me vinieron un montón de recuerdos a la cabeza: mi madre luchando para que yo saliera adelante. Todos los días me ponía un plato de comida. Me faltaba esto o aquello, y ella siempre laburando a full para que tuviera lo que necesitaba. Ella tenía dos laburos; yo era chico y me acuerdo de que no la veía nunca. Después, de grande, empecé a razonar esas cosas.

Este año me tuve que operar y hacer un montón de trámites de salud, y mi madre estuvo ahí, a full. Y mi mujer también, todos los días. Pero mi madre, en ese momento, me mostró que no me soltó la mano, ¿viste?

Y así, a partir de esos recuerdos, salió la canción. Yo soy una persona independiente y, sin embargo, mi madre estaba ahí, acá.

¿Y a tu padre no lo viste más?

Muy pocas veces, de grande. Pero cuando era chico lo veía muy seguido.

Este año actuaron en el Sodre en la celebración del 15° aniversario del programa Pelota al Medio a la Esperanza. ¿Cómo les fue?

Estuvo salado. Porque, claro, nosotros no sabíamos que iba a estar el presidente [Yamandú Orsi]. Nos enteramos ahí. Y cuando nos enteramos faltaban un par de minutos para salir.

Y Lucas Bunnker, nuestro productor, que siempre nos da una mano en todo, nos agarra y nos dice: “Vamos a empezar a saltar acá antes de entrar”. Y empezamos a saltar: “¡Liberen, liberen! ¡Dale, gurises!”. Y cuando entramos y vimos toda la gente que había, el presidente parado ahí, gente importante, dijimos: “Ay mamá, ¿dónde mierda nos metimos?”.

Y después encaramos. Cuando terminamos el tema y nos tuvimos que despedir, salimos y se nos notaba la actitud: los dos queríamos volver. Este [señala a Luciano] decía: “¿Cuándo vamos a cantar otro tema?”.

¿Cuál es tu momento ideal de un día cualquiera?

Haciendo música, acompañado de mi mujer, con unos mates, jodiendo un ratito con los gurises. Disfruto de todos los días. No te digo que todos los días estemos felices, pero lo intentamos.