Vicky (Griselda Siciliani), nuestra antiheroína desesperada porque aún no está casada ni es madre y ya pisa los 40, está de regreso. Vuelve luego de la exitosa primera temporada de Envidiosa, en la cual la vimos aprendiendo, lentamente y a los golpes, a lidiar con sus conductas autodestructivas en el amor así como a aceptar sus problemas de abandono arrastrados desde la infancia y su malestar por no ser “la elegida”. Esta temporada estreno, que se mantuvo como lo más visto en Latinoamérica durante más de dos meses, fue furor porque tenía un especial enfoque de la envidia de una mujer por ver cómo sus amigas se casaban antes, trataba con humor la crisis de los 40, las presiones y mandatos sociales a los cuales las mujeres estamos sistemáticamente expuestas, rompía con la idealización de la familia y reflexionaba sobre la herida del rechazo.
En esta segunda temporada, también guionada por Carolina Aguirre, dirigida por Gabriel Medina y con enorme elenco (Esteban Lamothe, Benjamín Vicuña, Pilar Gamboa, Violeta Urtizberea, Bárbara Lombardo, Marina Bellati, Martín Garabal, Lorena Vega, Débora Nishimoto y Leonora Balcarce), Vicky se debate entre la estabilidad de la tan anhelada vida familiar con Dani (Garabal) y la pasión e incertidumbre que le genera Matías (Lamothe). Además, se sigue explorando, desde el humor (los diálogos irónicos de Vicky con Fernanda, su terapeuta, son lo mejor de la serie) y la empatía, en temas como la crisis de los 40, la autoaceptación y la importancia de enfrentar el pasado para construir un futuro lo más sano posible.
En la primera temporada vimos a una Vicky llena de matices y contradicciones, lidiando con la envidia, las inseguridades y la competencia, pero también siendo intuitiva y noble. Ahora nuestra Victoria navegará en profundizar sobre su necesidad de ser elegida, en su niña interna herida por no sentirse nunca suficiente, en su obsesiva fijación con el paso del tiempo para alcanzar algo que ni ella sabe bien qué es, en la real conexión con sus deseos y su sexualidad, y en el autosabotaje que por momentos la lleva a “arruinar” todo lo que toca.
Con un nuevo trabajo y varios cambios pero con la misma sensación de estar a destiempo y buscando algo que nunca aparece, vemos cómo Vicky atraviesa diferentes estadios de su nueva vida: duda entre la seguridad de lo deseado que Daniel le da y la intensa pasión que siente por Matías, la pugna continua con sus amigas, la sinceridad con ella misma de qué es lo que verdaderamente quiere y necesita, y cómo aprender a gestionar la culpa, la vulnerabilidad y la soledad.
Siciliani vuelve a demostrar la enorme actriz que es, bien acompañada por un elenco de experiencia (destacan Garabal, Lamothe y Urtizberea), y cargando todo el peso de la historia al ponerse en el rol de una mujer rota, orgánica, harta, confusa, falible y, a veces, odiosa y exasperante. Su Vicky y las microhistorias que se entretejen resignifican el lugar de la mujer y cuestionan los mandatos sociales, afirman el valor de la amistad y la sororidad como pilar emocional, reformulan la idea tradicional de familia, plantean el real deseo de la maternidad como precepto principal en una cultura naturalmente machista y narran con inteligencia el sinuoso camino de las expectativas sociales y la búsqueda de la felicidad personal.
La segunda temporada de Envidiosa está llena de aciertos y grandes momentos, superando sobradamente la vara alta dejada por la temporada anterior, y con una perfecta mezcla de drama, humor y personajes entrañables nos sumerge en el complejo mundo de los vínculos adultos, el autoconocimiento y la exploración de nuestros deseos.
Envidiosa. Segunda temporada. Once episodios de unos 25 minutos. En Netflix.