No es la primera vez que algo así sucede, pero vale la pena repasarlo: Amblin Entertainment, la productora fundada por Steven Spielberg, adaptó un popular libro de misterio y comedia con la dirección de Chris Columbus, el mismo de Mi pobre angelito y las dos primeras entregas de la saga de Harry Potter. La película cuenta entre sus protagonistas con Helen Mirren, Pierce Brosnan y Ben Kingsley. Pero no la busquen en los cines, porque su estreno se dio directamente en Netflix.

Seguimos viviendo en la era de las plataformas, en la que un título que hubiera merecido su estreno en salas se agrega al catálogo de un servicio de televisión a demanda y aparecerá recomendado en tu inicio siempre y cuando el algoritmo que sabe todo de ti considere que debe hacerlo. Si no lo hizo, para eso está esta nota.

La película en cuestión se llama El club del crimen de los jueves (The Thursday Murder Club) y está basada en la novela homónima de Richard Osman que llegó a las librerías por primera vez en 2020. Un mes antes de su salida, Osman confirmó que Spielberg ya se había quedado con los derechos audiovisuales de la obra, que por estos días tendrá un quinto título disponible a nivel mundial.

La trama transcurre en un residencial para ancianos de lujo en Inglaterra. Allí hay un grupo de residentes que gusta de revisar casos sin resolver del pasado, hasta el día en que un crimen muy relacionado con ese sitio y su posible desarrollo inmobiliario los transforma en simpáticos detectives.

Quienes hayan visto Only Murders in the Building encontrarán un entretenimiento similar, con investigadores amateurs que tienen su propia línea de trabajo en paralelo con la policía, excepto en aquellas ocasiones en las que unos se benefician del conocimiento de los otros. Elizabeth (Mirren) claramente estuvo relacionada con el espionaje en su juventud, Ron (Brosnan) es un sindicalista retirado, mientras que Ibrahim (Kingsley) fue terapeuta. Joyce (Celia Imrie) es la enfermera jubilada que se une al trío al comenzar la acción y que funciona como nuestro personaje punto-de-vista.

La historia le cabe muy bien a Amblin, ya que incluye algunas muertes, pero está pensada como un entretenimiento familiar, inofensivo pero atrapante. Columbus tiene muchísima experiencia en el asunto, aunque la fotografía del experimentado Don Burgess no colabora para llamar la atención como algo más que un telefilme. De todos modos, la suma de los elementos hace que se destaque sobre la mayoría de las ofertas de las plataformas, al menos en las últimas semanas.

En sus casi dos horas la historia tiene suficientes descubrimientos, sospechosos y sorpresas como para mantener la atención hasta el final. Si algo hay que achacarle es la densidad, que incluye varias conversaciones puramente informativas, necesarias para el siguiente paso detectivesco. Por una vez hubiera venido bien transformar a El club del crimen de los jueves en miniserie y dejar respirar a los personajes durante dos o tres horas más, para evitar los diálogos que rozan lo artificial.

De todas maneras, esa agilidad con la que van de un asunto al siguiente funciona a favor del producto final, que reivindica al segmento de la tercera edad sin convertirse en un panfleto, lo que no quiere decir que el guion esté exento de golpes bajos, como la demencia intermitente del esposo de Elizabeth, interpretado por Jonathan Pryce, o la amiga que permanece con cuidados paliativos.

Como ha sucedido con otras adaptaciones, esta película podría ser la excusa perfecta para entrar al universo de las novelas de Osman (editadas en español por Planeta), al menos mientras Netflix anuncie la llegada de una secuela.

El club del crimen de los jueves. 118 minutos. En Netflix.