Hace ocho décadas, un buque extranjero colocó brevemente a Uruguay en el panorama de un acontecimiento global. Hablamos, claro, del acorazado alemán Graf Spee y la Segunda Guerra Mundial. El caso del crucero Greg Mortimer será parecido, aunque —a menos que haya otra vuelta de tuerca— quizá no tan destacable como aquel. En todo caso, será uno de los hitos en la carrera como ministro de Relaciones Exteriores uruguayo, Ernesto Talvi, que hace pocas horas dejó su puesto.
Para Uruguay y Australia, de donde proceden el barco y la mayoría de sus pasajeros, la recalada en el puerto de Montevideo ilustra uno de los puntos altos de la solidaridad internacional que surgió durante la prolongada crisis. Lo que ocurrió en el barco en sí, en cambio, puede considerarse de otra forma, según la investigación de Guillermo Garat que es nuestra cobertura de portada. Entre otros detalles preocupantes que surgen de los testimonios del personal del barco, descubrimos que el crucero zarpó de excursión luego de que la Organización Mundial de la Salud declarara la situación de emergencia global.
Las particularidades de la pandemia en Uruguay sin dudas moldearán la forma en que nos vemos, y todo indica que, una vez más, se reafirmará la noción de excepcionalidad uruguaya. Hace diez años, un evento más feliz dejó igualmente su marca en la autopercepción nacional: la campaña de la selección uruguaya de fútbol en el Mundial Sudáfrica 2010. Juan Aldecoa cuenta cómo lo hecho por Uruguay en ese evento deportivo ayudó a hacer visible —y, en muchos sentidos, fue producto de— un conjunto de valores y prácticas asociados al progresismo.
Más atrás, hace 50 años, otro evento, más sutil, también contribuía a instalar la idea de que el trabajo colectivo puede ser la mejor opción ante las dificultades. La investigación de Emilio Martínez cuenta cómo surgió la primera cooperativa de viviendas de Uruguay. En la diaria conocemos las alegrías y los padecimientos de esa forma alternativa de organización de las tareas y distribución de la propiedad: hace también una década —pero informalmente bastante más—, nos constituimos en una cooperativa de trabajadores.
Continuando con el asunto de la autopercepción uruguaya, tal vez resulte sorpresivo lo que revela el estudio del historiador checo Michal Zourak. Su acceso privilegiado a los archivos de la inteligencia de la ex Checoslovaquia indica que el contacto entre los agentes de ese país y dirigentes políticos uruguayos no se limitó al líder socialista Vivian Trías, sino que también incluyó, previamente y de modo menos intenso, a figuras de los partidos Blanco y Colorado.
Por su parte, Diego Pérez aborda la conexión entre el anarquismo punk y el anarquismo “tradicional”. El telón de fondo son los años de la posdictadura, que indudablemente siguen impactando en la actualidad, en muchos casos como momento político a superar.
En nuestro espacio de ficción les ofrecemos relatos de los escritores Mayra Nebril, Pablo Dobrinin e Ignacio Alcuri. El fotógrafo Marcelo Casacuberta se acerca a la fauna de Santa Lucía, mientras que Hernán Panessi y Andrés Alberto nos devuelven a parte de la historia del pop audiovisual. Sergio Langer, en tanto, nos hace mirar el folclore estadounidense, pero hacia su lado más indignante.
Hasta el mes que viene.
.