El título y la insistencia del destaque en color –amarillo, el único que aparece a lo largo de las páginas en objetos y detalles aquí y allá, interrumpiendo el blanco y negro– de la palabra paciencia en cada mención pueden confundir al mediador adulto desprevenido y hacerle pensar que se trata de un libro que se propone enseñarles a sus destinatarios niñas y niños las bondades de esa virtud tan escasa en tiempos acelerados. Pero no. Por fortuna.
Lo que Leticia Jorge y Marina Haller entregan es una historia sencilla y disfrutable, con un dinamismo que va a la par, como un afiatado equipo de postas, entre el texto y la ilustración. La excusa es contar cómo se hace un flan –algo que se ofrece tanto en la narración como en forma explícita en la receta que aparece al final, ubicándose en lo que a esta altura debería reconocerse como un género, en el que me viene a la mente Masa madre, de Natacha Ortega, donde la receta del pan era una excusa para hablar del amor entre una madre y una hija–.
En las páginas de ¡Paciencia! hay, por supuesto, un abordaje al par inseparable paciencia-impaciencia, pero en última instancia el tema es el tiempo. El tiempo que pasa y que no pasa. El tiempo que percibimos veloz o lento e interminable. Los minutos como una cuenta enloquecedora. Aparece, sí, ese padre paciente que enseña y está atento, que explica por qué es necesario esperar, pero el vínculo de enseñanza-aprendizaje, digamos, se plantea en unos términos tan cotidianos, embebidos de ternura y humor, que es más bien una pequeña interacción, tiene el sabor del tiempo compartido.
El abordaje del tiempo –ese tema universal, un tópico que se puede rastrear en la literatura sin mucho esfuerzo– es la acción misma y, como si entre líneas María Elena Walsh guiara los hilos, “el tiempo de jugar que es el mejor”. La protagonista, para que esos diez minutos indicados pasen lo más rápido posible, se pone a jugar. Todo el desarrollo de esa espera son una delicia y un homenaje a la imaginación infantil: contar los números y contar la historia son una misma cosa. Y las ilustraciones no acompañan, sino que son parte de la historia: en el vértigo, en las repeticiones que hacen patente el movimiento incesante de la niña, en los detalles, en el gato que acompaña como contrapeso de la velocidad.
En definitiva, una grata sorpresa que, además, regala la posibilidad de un tiempito compartido de pausa dulce en la cocina.
¡Paciencia!, de Leticia Jorge y Marina Haller. Criatura, 2023. 24 páginas. $ 690.