Al asumir Luiz Inácio da Silva la presidencia de Brasil en 2003, Punta del Este evocaba una “indisoluble unión entre playa, juegos de azar y sociabilidad”, según plantearon las historiadoras del turismo Nelly Da Cunha y Rossana Campodónico (2009). Particularmente para el caso brasileño, a los “gaúchos” o riograndenses desde la proximidad geográfica resonaban esos tres alicientes, por otro lado, al visitante paulista y carioca ha convocado principalmente el “status” y “jerarquía” de una propuesta turística cuyas playas en poco competían con las locales (Trochón, 2017). A estas pinceladas generales, mucho más puede agregarse en contexto.

Fue durante el expansionismo brasileño de la era Lula que se adquirieron diversos frigoríficos uruguayos desde grupos empresariales del país norteño como Minerva, Marfrig y JBS, Petrobras aterrizó en Uruguay y también Conecta en rubros ligados al petróleo y gas natural, se instaló el Banco Itaú que adquirió OCA y la AFAP Unión Capital, SAMÁN en nuestra región este se abrasileró y podríamos seguir … Al decir de Fabio Oliveira Maldonado (2021), quien lista lo anterior, Uruguay se tornó un “espaço privilegiado para os negócios brasileiros”, a través de “uma plataforma de internacionalização do capital brasileiro”, que llevó inclusive a la instalación de un representación del Banco Nacional do Desenvolvimento (BNDES). No obstante, en los últimos años se retirarían del mercado varios de estos inversores.

Eran tiempos dorados aquellos, en los que además de lo anterior, una empresa del rubro hospitalidad desembarcó al oriente del Río Uruguay. JHSF Participações inició en 2008 un proceso de internacionalización que llevó a una de las mayores cadenas hoteleras brasileñas a salir de fronteras por primera vez. Fue así que el Hotel Fasano Las Piedras desembarcó en el departamento de Maldonado, de la mano de un estrechamiento de relaciones de Brasil con el mundo que no resulta en causa única pero sí en innegable vector catalizador. En 2008 Folha de São Paulo anunciaba que el showroom que el Hotel Fasano abriría en la “rua Haddock Lobo, nos Jardins” para promocionar su emprendimiento en Punta del Este. SI, en el corazón de la “burguesía paulista”, en palabras del propio José Mujica, también vertidas para el mismo periódico. Ya por entonces, en la Avenida Presidente Juscelino Kubitschek, en inmediaciones del también selecto barrio Itaim Bibi, el Hotel Conrad contaba con su agencia paulista. Local desde donde articulaba la ampliación de rutas aéreas, paquetes promocionales de eventos y juego, entre otros desafíos que, junto con agentes gubernamentales uruguayos fueron hechos para que el pujante vecino del norte mirase al sur.

“Uruguai: um grande país para os brasileiros”, fue una campaña promovida en 2010 por el Ministerio de Turismo, en la que el esplendor de casinos, fiestas, playas y paisajes urbanos traslucían en una rueda de encantos para quien “venceu na vida” en el Brasil. Es decir, quienes llegaron un poco más cerca de ese “topo” o vértice de la pirámide social que, aún en la campaña 2022, Lula propone como objetivo de su política de gobierno, prometiendo que cada quien subirá peldaños en la escalera social. Si, Punta del Este se volvía un destino aspiracional, en los tramos superiores de tales escalones. En 2011 podemos leer en la portada de la revista dominical São Paulo​, distribuida junto al periódico Folha, que Punta del Esté “é dos brasileiros”. No para cualquier brasileño, igualmente, sino para aquellos que anhelaban y podían acceder al lujo, al gusto de las grandes marcas y de las celebridades, a paisajes menos adensados que aquellos de otros litorales. El auge económico que Brasil atravesó encontró en nuestra Punta un destino para las élites y capas ascendentes que consideraban al suntuoso balneario catarinense Jurerê frecuentado demás, o que preferían alternar sus idas a las codiciadas costas de Trancoso o Fernando de Noronha. José Ignacio surge entonces como un destino que, si bien apartado de la península puntaesteña, integra el entorno de Punta del Este cual prolongación de una misma materialidad y símbolo, a la vez que llama con europeizados aires que señalizan ostensible distinción. Asimismo, la tríada turística for brazilians “Montevideo - Colonia - Punta del Este” ha contribuido con esto último, en un territorio estable y tranquilo que invitaba a la sociabilidad, la cultura, el patrimonio y paisajes en trazos de arena, pradera y urbanidad.

En diálogo con párrafos anteriores, ha de señalarse que los grandes hoteles del este han sido claves en la configuración del destino, direccionando las miradas hacia la espectacularidad estilo Las Vegas o hacia una neo-ruralidad rústica estilo Toscana. El destino dejó de ser sobre todo mar, azar y playas, pasó a incorporar el campo que siempre estuvo allí pero jamás se miró con atención, así como capitalizó una imagen nacional de estabilidad y seguridad en relación a la región. La inversión de JHSF Participações, inauguró en 2010 al Hotel Fasano Las Piedras que se amplió en 2016 a Locanda Fasano, asimismo en el área se cuenta con restaurante, chacras marítimas, campo de golf, centro ecuestre y de polo, club de botes y más. Una oferta que apunta, sobretodo, al país norteño que dejó de visitarnos meramente en Reveillon y feriados largos, así como también pasó a radicarse e inclusive apostar a la viticultura, como ejemplifica el conocido empresario Mario Cohen quien dejara la gerencia en Rede Globo por las praderas de Maldonado. No obstante, antes que su ejemplo encontramos en embajadores como Carlos Paez Vilaró y Casapueblo han sido de los más grandes emisores de imágenes del este uruguayo en Brasil, basta sólo con recorrer recortes de prensa de las últimas dos décadas. Más aún que los propios Dedos.

Ahora bien, la crisis 2015 - 2016 durante el último coletazo de la gestión PT desde la presidencia de Dilma Rousseff, incide en el proceso anterior no tanto en número de turistas sino en magnitud de su impacto y en relaciones económicas con Uruguay. En ese entonces las investigaciones por el Petrolão eclosionan. En Punta del Este serían detenidos importantes “doleiros” (personas ligadas al lavado de dinero) como el emblemático Juca Bala. El juez uruguayo Carlos Díaz sería asesinado, en su residencia del balneario maldonadense, tras avanzar en investigaciones en torno a la Lava Jato que implicaban a brasileños en Uruguay. Si, las estadías de corta y larga estancia, los vuelos chárter para concursos de póquer, los eventos por invitación y más, evidenciaron una contracara trágica desde el ascenso de 200.000 brasileños ingresando en Uruguay en 1997 a casi 500.000 en 2019. Hubo un perfil de visita asidua, devenido en residente en algunos casos, cuyo acceso al lujo puntaesteño denotó corroídos cimientos.

Al asumir Michel Temer en 2016 y luego Jair Messias Bolsonaro, en 2018, el descalabro brasileño no detuvo una consolidación de flujos turísticos hacia Uruguay a través de Punta del Este, Montevideo y Colonia como destino para brasileños. La década de 2010 promedió los 400.000 turistas anuales, sin mayores variaciones anuales aún tras la crisis, según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). En tiempos de movilidades incesantes, Punta se tornó una vía de mirar a Uruguay de forma singular, delimitada entre el mar y también el campo, el acceso a un lujo ostensivo tan caro a los dominantes proyectos de vida brasileños, esos que fueron gestados en estos últimos tiempos. Sinónimo de rara tranquilidad, distinción y disfrute desde una infraestructura sólida a la posibilidad de un contemplativo retiro de alto estándar. Ello, para un perfil de capas medias a altas que deja por fuera a la mayoría de los brasileños, a no ser como visitantes de baja temporada, a no ser como una escapada promocional de esas que implican accesos circunscritos pero no dejan de hacer valer el sacrificio, especialmente cuando se viaja desde un cercano sur o sudeste. Asimismo, para un perfil que se desplaza por cortos períodos usualmente, ya sea para un fin de semana largo, fiesta de fin de año o inclusive para una tendencia en alza entre brasileños como es el turismo de bodas que valora sobremanera el capital simbólico esteño, además de como sede de innúmeros congresos y otros eventos. La pandemia 2020 - 2021 implicó una dura pausa, aunque la retomada 2022 auguró la vuelta de una tendencia cimentada.

Punta del Este “es un instrumento de relacionamiento del país con el mundo” señalaba el economista Enrique Iglesias (1987) en sus años como ministro de Relaciones Exteriores. Hacía referencia a lo que el cientista social Daniel Renfrew (2004) definió como “(...) una ciudad de significación económica y política sin paralelos para el proyecto de construir un nuevo y estratégicamente posicionado Uruguay”. Ello, especialmente en tiempos para los cuales el MERCOSUR aún resplandecía y su capital Montevideo encontraba en el balneario esteño un espacio de sociabilidad y exhibición cual fastuosa tarjeta postal. En palabras de la periodista brasileño-uruguaya Denise Motta, este destino surge como xodó de ricos y famosos, es decir, esta opción es preferida por tales perfiles y otros que apelan a aproximarse de los mismos. Es así que se pone en el mapa al Uruguay desde un multifacetado aunque convergente proceso, lo que sucede ¿a qué precio y con cuáles fines últimos a canalizar desde allí?, para una geopolítica puntaesteña que no debe pasar desapercibida y, para ojos atentos, no lo ha hecho.

Además, ¿qué pasará este domingo 30 de noviembre en Brasil? Las consecuencias de ello podrán traer aparejado en una reflexión de Uruguay como destino, el que nos tornemos refugio de brasileños como hemos sido recientemente de argentinos, ya no necesariamente desde casos aislados como a la fecha. Podrá traer como consecuencia que el viaje sea un derecho para la identidad y el derecho al ocio, como pregona uno de los candidatos que apela a su ampliación en vez de su restricción. Podrá implicar un escenario de diálogo entre naciones que el viaje material o virtual estimula, o podrá promover miradas fronteras adentro. Entre tantas otras interrogantes que están por verse.

Este artículo, escrito por Daniel Cajarville (daniel.cajarville@cure,edu.uy), surge de la tesis de doctorado “Punta del Este, vitrine do Uruguai: um estudo sobre imagens de lugar e nação desde o Brasil”, a ser defendida en el mes de noviembre en la Universidad de San Pablo. El autor se desempeña actualmente como docente asistente en la Facultad de Ciencias Sociales y el Centro Universitario Regional del Este, de la Universidad de la República.

Referencias:

Da Cunha, Nelly; Campodónico, Rossana. Mar del Plata y Punta del Este: Entre la permanencia y la renovación. Estudios y Perspectivas 15 (5), 2009.
Iglesias, Enrique. Prólogo a la manera de una carta. In: GATTÁS, Mecha; GIURIA, Blanca. Crónica de Punta del Este. Punta del Este: Linardi y Risso, 1987.
INE. Series históricas - Turismo. Montevideo, INE, 2021.
Oliveira Maldonado, Fabio de. De que forma o capital brasileiro está presente no Uruguai? In: BARBOSA, Fabio Luis et al. (coords.). Uruguai e Paraguai: fronteiras da dependência. São Paulo: Elefante, pp. 63 - 70. 2021.
Renfrew, D. Punta del este as global city? Competing visions of Uruguayan nationhood in a geography of exclusion. D Renfrew. City & Society 16 (2), 11-33, 2004.
Trochón, Yvette. Punta del Este: el edén oriental. Montevideo: Fin de Siglo, 2017.