No están siendo momentos fáciles para el peronismo.
El movimiento político más importante de Argentina y particularmente la coalición gobernante, el Frente de Todos, viene de sufrir un golpe electoral importante en las Primeras, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 12 de setiembre, comicios previos a las legislativas que se realizarán el 14 de noviembre, en las que se renovarán un tercio de la Cámara de Senadores y casi la mitad de la de Diputados.
El cimbronazo de las primarias hirió al gobierno de Alberto Fernández, dejó expuestas las diferencias que hay entre el presidente y su vice, Cristina Fernández, y además provocó la renovación del gabinete ministerial cuando el país está pasando uno de sus peores momentos en décadas, con una economía debilitada, la inflación en alza y niveles de pobreza que rondan el 40%.
En este contexto, este domingo en Buenos Aires y en el resto del país se conmemoró el Día de la Lealtad, la fecha más importante de la liturgia peronista, en la que se recuerda la marcha popular que exigió y consiguió la liberación del entonces secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón, quien había sido detenido en la isla Martín García en medio de una disputa interna por el poder de las autoridades militares de la época (ver recuadro).
La tradicional celebración, que el año pasado se había realizado exclusivamente en vehículos debido a la pandemia de coronavirus, estuvo signada en los días previos por algunas indecisiones del presidente Fernández, una conducta que sus críticos le vienen señalando al mandatario desde hace tiempo. Primero el gobierno iba a apoyar la realización del acto, pero posteriormente, argumentando que coincidía con el Día de la Madre, que se celebró este domingo en Argentina, decidió cancelarlo.
El martes desde el Ejecutivo, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, anunció que el acto oficial no se celebraría el domingo sino el lunes, día que la Central General del Trabajo (CGT) fijó para conmemorar el evento con una marcha hacia el Monumento al Trabajo, ubicado en el barrio porteño de San Telmo, con la consigna “Desarrollo, producción y trabajo”.
Pero la organización Madres de Plaza de Mayo, presidida por Hebe Pastor de Bonafini, convocó para un acto este domingo, la fecha original de la conmemoración, en la emblemática plaza ubicada frente a la Casa Rosada. Con el pasar de las horas la convocatoria de Bonafini –que tenía como principal consigna el no pago de la deuda externa al Fondo Monetario Internacional (FMI)– fue ganando adeptos, sobre todo en sectores sindicales ajenos a la CGT, en la Central de Trabajadores Argentinos, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), y también en muchas organizaciones sociales, como el Frente Milagros Sala, la Corriente Nacional Martín Fierro y el Movimiento Mayo, entre otras.
El dirigente Daniel Catalano, secretario general de la ATE, uno de los oradores en el acto celebrado en Plaza de Mayo, que reunió a miles de personas, dijo a Página 12 que la movilización es una fiesta en la que se expresó el respaldo al gobierno nacional y a medidas positivas tomadas en los últimos días, como el congelamiento de precios, “que beneficia a todos, pero fundamentalmente a los trabajadores”. Pero también sirvió para darle un mensaje al mandatario sobre “la imperiosa necesidad de revisar la deuda con el FMI”.
Respecto de este tema, Hebe de Bonafini expresó en los últimos días en una entrevista con la radio AM750 que “no debemos nada. No hay que pagar la deuda al FMI. Con la deuda siempre perdemos los pobres. Siempre se paga con el esfuerzo de los pobres. Los ricos nunca ponen nada”.
La activista de 92 años dijo además que el gobierno del Frente de Todos “debe escuchar más al pueblo argentino”. “El gobierno actuó muy bien con la pandemia de coronavirus, pero las vacunas no son todo. En Argentina sigue habiendo presos políticos, comedores y chicos descalzos. Yo quiero que la gente recuerde que tiene derecho a trabajar, el trabajo y el vivir bien es un derecho”, remarcó.
Ante este panorama, y viendo cómo la movilización del domingo iba ganando apoyos, el gobierno decidió meter un volantazo.
El jueves Alberto Fernández, en su calidad de presidente del Partido Justicialista, emitió un comunicado en el que llamó a marchar este domingo “para conmemorar esa gesta popular extraordinaria que fue el 17 de octubre de 1945”. Lo mismo hizo la vicepresidenta Cristina Fernández, quien el sábado, durante el cierre de un encuentro de jóvenes de la agrupación kirchnerista La Cámpora realizado en el antiguo predio de la Escuela de Mecánica de la Armada, llamó a los militantes a salir a las calles y remarcó: “No vayamos con una actitud meramente recordatoria, casi nostálgica. De ningún modo. Pese a tanta diatriba, a tanto análisis injurioso en pantallas de televisión, el peronismo, le pese a quien le pese, sigue hoy más vigente que nunca”.
Los dos principales postulantes del Frente de Todos en las elecciones de noviembre, la candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires Victoria Tolosa Paz y el aspirante a la cámara baja por la ciudad de Buenos Aires Leonardo Santoro, también anunciaron su participación en el acto. Por su parte, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora manifestó en un comunicado su adhesión tanto a las movilizaciones del domingo como a la del lunes, organizadas por la CGT.
¿Qué pasó el 17 de octubre de 1945?
Desde su llegada a la Secretaría de Trabajo y Previsión, en diciembre de 1943, cuando el presidente de facto era el general Pedro Pablo Rodríguez, Juan Domingo Perón, quien en ese momento era coronel, comenzó una fina tarea acercándose a los sindicatos, y promovió muchas leyes sociales y laborales que le fueron haciendo ganar notoriedad y peso fuera de la escena militar, su ámbito de actuación hasta ese momento.
En 1945, ya durante la presidencia de otro general, Edelmiro Juan Farrell, en el mes de octubre se produjo un nuevo golpe militar, promovido por Estados Unidos y fuertemente apoyado por sectores empresariales. Más allá de que Farrell, un personaje con escaso vuelo político, fue mantenido como mandatario, los mandos militares le exigieron un cambio de gabinete y pusieron el foco en la ascendente figura de Perón, quien además de secretario de Trabajo era vicepresidente y secretario de Guerra.
Obligado por las circunstancias, Perón renunció a todos sus cargos públicos, pero pocos días después y ante la creciente presión de muchos altos cargos militares Farrell, sin ninguna convicción, ordenó el arresto del coronel, quien fue recluido en la isla Martín García.
Al conocerse la noticia, se generó una onda de indignación entre los sectores sindicales y así fue que, entre otros, el dirigente del gremio de la carne Cipriano Reyes movilizó a los trabajadores de los frigoríficos de la localidad de Berisso –cercana a La Plata– y a ellos se unieron los obreros de las fábricas de Avellaneda y Lanús, quienes ingresaron por el sur en la ciudad de Buenos Aires. Pronto llegaron a la Plaza de Mayo exigiendo la liberación de Perón, quien en la mañana del 17 de octubre fue trasladado desde Martín García al Hospital Militar de Buenos Aires. La jornada transcurrió marcada por las tensiones y la incertidumbre. En medio del calor de la jornada, algunos manifestantes, tras su larga caminata, refrescaron sus pies en la fuente de la Plaza de Mayo, imagen que posteriormente adquirió un carácter icónico. Finalmente, la presión popular dio resultados y bien entrada la noche Perón brindó un discurso desde el balcón de la Casa Rosada a sus seguidores, al lado del presidente Farrell. “Farrell y Perón un solo corazón”, cantaba la multitud, que para iluminarse había encendido antorchas improvisadas.
Ese día nació el peronismo y a partir de ahí la figura de su líder no ha parado de crecer. Al frente del flamante Partido Laborista ganó las elecciones presidenciales de febrero de 1946, en las que Argentina volvió a la democracia después de la década infame y de sucesivos gobiernos militares, y asumió la presidencia en junio. Pero pocos días antes de hacerlo, Perón ordenó la disolución del Partido Laborista para poner a todo el movimiento bajo su dirección en lo que después sería llamado el Partido Justicialista. Cipriano Reyes, el artífice del 17 de octubre, quien había sido electo diputado en las elecciones, se negó a supeditarse a Perón, por lo que inmediatamente pasó a ser enemigo del ahora gobernante.
Reyes comenzó a ser acosado, sufrió dos intentos de asesinato y finalmente en 1948, acusado de querer asesinar a Perón, fue encarcelado y torturado, al igual que la gran mayoría de los presos políticos opositores al gobierno, particularmente comunistas y socialistas. Permaneció recluido hasta el golpe militar que derrocó a Perón, en 1955.