Con la misión de lograr compromisos concretos de parte de los países para frenar el calentamiento global, este domingo comenzó en Glasgow, Escocia, la COP26, cumbre climática que se extenderá durante dos semanas en la que participarán jefes de Estado, empresarios, organizaciones e instituciones, además de activistas.

El gran predecesor de este nuevo encuentro es el Acuerdo de París, firmado en el marco de la COP21, celebrada en 2015, pero que entró en vigencia en noviembre de 2016. El objetivo del ambicioso acuerdo suscrito por cerca de 200 países en la capital francesa fue limitar el calentamiento mundial por debajo de 2 ºC, preferiblemente a 1,5 ºC, en comparación con los niveles preindustriales. Para alcanzar este objetivo de temperatura a largo plazo, los países se propusieron alcanzar sus emisiones de gases de efecto invernadero máximas lo antes posible, para lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo. Pero, seis años después, la meta no fue cumplida y las previsiones sobre lo que puede pasar con el calentamiento global en el futuro no son para nada alentadoras.

Si bien en la declaración final de la cumbre del G20 que se realizó en Roma el fin de semana los países que integran este grupo –19 países industrializados y emergentes más la Unión Europea– confirmaron el pacto para mantener el aumento de la temperatura del planeta a un máximo de 1,5 grados y pidieron acciones “significativas y efectivas” para lograrlo, son estos mismos países los causantes de 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

De acuerdo al informe dado a conocer a mediados de octubre por la organización Transparencia Climática, luego de un pequeño descenso en 2020 causado básicamente por la detención de las actividades que aparejó la pandemia de coronavirus, las emisiones comenzaron a incrementarse nuevamente.

En concreto, el estudio Climate Transparency Report (Informe de Transparencia Climática), consignado por el portal Europa Press, señala que las emisiones repuntaron en 2021 y que Argentina, China, India e Indonesia –países integrantes del G20– prevén superar sus emisiones registradas en 2019.

Otros estudios publicados en la previa de la COP26 señalan que no sólo están aumentando las emisiones liberadas a la atmósfera, sino que la concentración de partículas de CO2 es cada vez mayor. Por su parte, la Organización Mundial de Meteorología informaba que esta misma semana se documentó un nuevo récord, con 413,2 partes por millón de dióxido de carbono en el aire.

Paralelamente, en la semana previa al cónclave de Glasgow desde la Organización de las Naciones Unidas se alertó en un informe acerca de las “tendencias preocupantes” y de la inacción de la mayoría de las 196 naciones que firmaron en 2016 el compromiso de descarbonizar sus economías. Con los planes para reducir los gases de efecto invernadero declarados por los gobiernos actualmente, la temperatura del planeta subirá 2,7 ºC, un dato por demás grave si se tiene en cuenta que el objetivo ya mencionado del Acuerdo de París era de un grado y medio.

Si bien se celebró que con la llegada de Joe Biden al gobierno Estados Unidos, a diferencia de lo que sucedió durante la administración de Donald Trump, cuando tuvo una salida prácticamente simbólica del Acuerdo de París, volvió a imponer, al menos en lo teórico, una agenda verde, ese país sigue siendo el que más contamina el mundo, junto con China, por lo que para alcanzar cualquier meta a nivel mundial es imperioso que ambas naciones se comprometan y cumplan con una severa reducción de sus emisiones contaminantes.

Si bien en la actualidad las emisiones de China duplican las de Estados Unidos, Estados Unidos a lo largo de la historia contaminó la atmósfera más que cualquier otro país del mundo.

En la antesala del encuentro el gobierno que encabeza Biden planteó una reducción de 50% para 2030. Por su parte, pocos días antes del inicio del evento, China presentó un documento bastante vago, que no sólo no satisface las demandas de la ciencia, sino que ni siquiera plantea un recorte de emisiones de dióxido de carbono hasta finales de la presente década. En su presentación, la nación liderada por Xi Jinping anuncia que seguirá emitiendo gases de efecto invernadero hasta 2030, año en el que alcanzará “un pico de emisiones”, según los planes presentados. De acuerdo a sus declaraciones, el país no prevé alcanzar la neutralidad de carbono hasta 2060. Por eso, las metas planteadas en el inicio de esta COP26 de Glasgow difícilmente sean cumplidas, lo que casi con seguridad llevará a nuevas frustraciones. Por ejemplo, algunos de los puntos centrales que estarán en debate en estas dos semanas serán la meta de mantener vigente el objetivo de que las emisiones no aumenten más allá de 1,5 ºC la temperatura del planeta, poner una fecha final al uso de energías basadas en carbón y otorgar 100.000 millones de dólares para el financiamiento anual de políticas sobre el clima, algo que acordaron las naciones ricas, para ayudar a los países en desarrollo a reducir las emisiones de combustibles fósiles y adaptarse a los impactos de la crisis.

Otras iniciativas, aún más ambiciosas y, por lo tanto, mucho más complejas de lograr, son que todos los autos que se vendan en los próximos 20 años sean eléctricos, terminar con la deforestación para el final de la década, debido a que los bosques juegan un papel crucial en la eliminación de carbono a la atmósfera, y también figura en la agenda la meta de reducir las emisiones de metano hacia la atmósfera.