Como lo ha hecho cada 11 de marzo en los últimos ocho años, Gabriel Boric llegará el viernes al edificio del Congreso Nacional en Valparaíso. Esta vez no será para asumir su banca en la Cámara de Diputados ni para asistir al cambio de mando como parlamentario, sino para convertirse en presidente de la República. Con 36 años recién cumplidos, será el más joven de la historia de Chile y también el primero en lograrlo por parte de su coalición, Apruebo Dignidad.

Las expectativas frente a la ceremonia son altas: tendrá un aforo de 500 personas –menos de la mitad de la asistencia que es habitual en tiempos sin emergencia sanitaria– y contará con la presencia de las delegaciones presidenciales de países de la región, como Perú, Colombia, Argentina, Brasil y Uruguay, y de otras partes del mapa, como México, España e Irlanda. Vendrán, incluso, “invitados especiales”, entre ellos los argentinos Víctor Heredia y Pedro Aznar.

En los 82 días que separan el balotaje que lo convirtió en presidente y la fecha establecida para su asunción, el equipo de Boric ha trabajado a tiempo completo en diferentes salas de las universidades estatales para avanzar en la instalación de su administración. El Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, de hecho, se convirtió en la sede del futuro presidente y ha sido apodado “La Moneda Chica”, casi un sitio de peregrinaje al que llegan a diario niñas y niños que le entregan dibujos, mujeres que le hacen peticiones, adultos mayores que lo quieren saludar.

Esa es una de las grandes fortalezas que Boric puede exhibir a una semana de su asunción: “Llega tranquilo y entero, con mucha energía y con el apoyo popular intacto”, según explica la académica del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica, Valeria Palanza. Con ella concuerda la profesora del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Mireya Dávila. “El presidente electo llega a su investidura con todo el poder que le da la gran votación que tuvo en la segunda vuelta y mantiene el contacto cercano con la ciudadanía, lo que es una fortaleza”, dice.

Llega, además, con un gabinete de ministros configurado de tal manera que logró sortear la prueba de la opinión pública: con 58% de mujeres, casi el doble del 30% que nombró su antecesor, Sebastián Piñera, en 2018; con un alto porcentaje de gente joven, independientes y figuras provenientes de las diferentes regiones del país. “En el nombramiento de su gabinete cumplió con los criterios de paridad y renovación de la política, y su coalición, en general, lo ha respaldado. Además, integró a sectores de centroizquierda y de izquierda de la ex Concertación, por lo que consolida un espacio en este sector también”, comenta Dávila.

El nombramiento central y aquel que tenía en vilo a economistas e inversores fue el del ministro de Hacienda, un puesto que finalmente será ocupado por Mario Marcel, quien se desempeñaba como presidente del Banco Central hasta su designación, con lo que Boric dio una señal de “continuidad en el manejo macroeconómico”, explica la académica. “Puso a una figura comprometida con causas progresistas pero de mucha confianza del establishment económico. El rol de Mario Marcel ha sido clave en tranquilizar a los mercados al asegurar que si bien el presidente busca hacer cambios profundos, quiere que se hagan de manera ordenada y sostenible, lo que por lo demás es lógico”, complementa Palanza.

Así, Boric llega al cambio de mando luego de un trabajo explícito por apaciguar la incertidumbre de los electores que no lo votaron. “Entre la conmoción que generaron en sectores conservadores su candidatura y su victoria electoral, hasta ahora, su hora de asumir, cambió bastante el clima. La situación es de mucha expectativa, pero varias señales que ha dado el presidente electo con sus nombramientos y la actitud sobria que tomó desde la victoria han calmado mucho los ánimos”, añade la docente de la Universidad Católica.

Los primeros desafíos

Pese a sus avances y primeros triunfos relativos, Boric enfrenta un escenario complejo que lo excede: la guerra en Ucrania y la crisis económica son factores externos que condicionarán la primera etapa de su gobierno. Esto, al mismo tiempo, trae consecuencias comunicacionales que podrían beneficiar al nuevo gobierno. “La agenda externa está haciendo que las expectativas del cambio se vean un poco atenuadas como consecuencia de lo que está pasando en el mundo”, resume el decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno.

El contexto internacional complica a los mercados por la amenaza de la guerra y los devastadores efectos económicos de la pandemia. El escenario es complejo también porque Boric hizo la promesa de avanzar hacia una expansión de derechos. Para los primeros meses, de hecho, se espera que se presente un proyecto de reforma tributaria. “Esa es la base para avanzar en varias de las reformas propuestas en el ámbito social. El contexto económico no es muy favorable para pensar en aumentar gastos, así que los acuerdos por delante no serán sencillos de lograr. La política tributaria deberá discutirse al mismo tiempo que el gobierno adopte medidas y sea evaluado por su trabajo en la reactivación económica del país”, dice Palanza.

Los primeros 100 días de gobierno son el momento para instalar esas discusiones. “Son siempre días clave para presentar al Congreso los proyectos centrales que harán posible llevar adelante su plan de gobierno”, comenta. Serán meses, entonces, en los cuales la administración de Boric deberá convertir en propuestas concretas sus premisas de campaña, además de atender temas urgentes de la agenda, como la crisis migratoria en el norte del país, la crisis en La Araucanía y la crisis sanitaria que todavía no termina.

En esto también juega su parte la dinámica que Apruebo Dignidad establezca como coalición de gobierno, un rol que no ha jugado con anterioridad. La alianza sólo ha sido vista en ejercicio en el Parlamento –donde el Frente Amplio ha mostrado fracturas y ha tenido bajas de partidos como el Liberal y el Humanista– y en la Convención Constitucional, donde también ha habido dificultades al momento, por ejemplo, de elegir vicepresidencias. Algo de esto se vislumbró cuando se nombró el gabinete ministerial, momento en que Revolución Democrática –el partido de Giorgio Jackson, mano derecha de Boric y su futuro ministro de Secretaría General de la Presidencia– criticó una baja presencia en la primera línea ministerial: sólo dos designaciones.

Así lo transparentó la presidenta de la colectividad, Margarita Portuguez, luego de reunirse con el presidente electo. “Revolución Democrática ha tenido un trabajo tanto desde el Frente Amplio como desde Apruebo Dignidad en los últimos años, así es que sí esperamos que efectivamente eso se traduzca en algunas subsecretarías que son importantes para el proyecto transformador y el cumplimiento de nuestro programa”, dijo.

Al momento de designar subsecretarías, Revolución Democrática se convirtió en el partido con más nombramientos, alcanzando ocho subsecretarios y subsecretarias. Convergencia Social, el partido de Boric, se quedó con seis, y el Partido Comunista, principal aliado del Frente Amplio en esta coalición, también con seis, lo que fortaleció la presencia institucional del pacto.

“Va a ser importante cómo resuelva los conflictos internos que va a tener una coalición que nunca antes había estado en el poder y que todavía no ha demostrado capacidad para procesar sus diferencias”, dice Moreno. “Hay una sospecha de que el frente interno sea más complejo que el externo. Ahí vamos a ver si esta coalición es capaz de procesar las diferencias como lo hizo a principios de los años 90, por ejemplo, la Concertación”.

¿Desconstitucionalizar el gobierno?

“La Convención Constitucional también se roba la agenda y traslada la tensión de la opinión pública a lo que está pasando ahí, especialmente porque la Comisión de Sistema Político –que incluye la discusión sobre el bicameralismo en el Congreso Nacional– va a presentar su propuesta de norma, paradójicamente, el mismo 11. Las expectativas que teníamos durante enero y parte de febrero con respecto a que un grupo de gente nueva, sin tanta experiencia en la conducción de los asuntos públicos, iba a llegar a conducir el país se han visto alteradas por estos dos elementos que están evitando que el espiral sobre el cambio propiamente tal siga creciendo”, menciona Moreno.

Palanza coincide: “En el ámbito local, el clima está por entero tomado por el proceso de reforma constitucional en el que está trabajando la Convención Constitucional”, agrega. En ese sentido, el futuro Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, ha reforzado el mensaje de que la Convención contará con todo el apoyo del gobierno para poder realizar su trabajo de la mejor manera, algo que el gobierno saliente no facilitó. “En esta delicada relación, será importante que el nuevo gobierno mantenga su apoyo, pero con una distancia saludable para evitar acusaciones de intromisión”, afirma la docente, y señala que cree que ese será “el clima que primará”.

¿Por qué la relación con la Convención Constitucional es delicada? Porque seis meses después de su asunción, Boric deberá propiciar el plebiscito de salida que refrende o rechace el nuevo texto constitucional, un acto electoral que en la práctica será leído como “un test de evaluación muy temprano” a la gestión del gobierno, que llegó a La Moneda representando la opción de cambio. “Si bien es cierto que no se evalúa la gestión del gobierno, es inevitable que se mezcle lo que la gente va a votar con cómo lo evalúa a él”, dice Moreno.

“Desconstitucionalizar el gobierno”, piensa, será el primer desafío de la administración de Apruebo Dignidad. “Si Boric queda amarrado a la suerte del proceso constituyente en el plebiscito de salida, es una mala noticia para la administración. Es imperativo tratar de establecer una separación nítida para la ciudadanía entre la Convención Constitucional y lo que tiene que ver con el proceso de gobierno”, refuerza Moreno, aunque al mismo tiempo explica que es absolutamente necesario para el nuevo presidente que el referéndum apruebe la nueva Constitución.

“El test de esta administración inevitablemente va a estar puesto ahí. Si llegara a ganar el rechazo, eso generaría una crisis política, e incluso de legitimidad. Boric sabe que si se impone el Apruebo, puede tener un 2022 relativamente tranquilo, porque va a haber una señal de la ciudadanía de apoyo a este proceso en el que él y su gobierno forman parte de la voluntad ciudadana de realizar cambios. Pero esa idea de cambio que encarna podría verse afectada por el resultado del plebiscito. Si el resultado es el rechazo, la idea queda obsoleta, y tendría que ser revisada”, agrega.

Para Dávila, será necesario que Boric “apoye administrativamente el buen curso de la Convención, así como la difusión del proyecto final que deberá votarse”. “Desde la perspectiva del relato, en este primer tiempo será interesante que el presidente electo controle la agenda e inicie y comunique los cambios comprometidos de manera ordenada y clara. Necesita una orientación clara y un ritmo certero que permita avanzar en su agenda de cambios”, apunta.

En este, su primer tiempo como presidente de la República, Boric deberá instalar la imagen con la que quiere ser percibido desde La Moneda. La que debiese cultivar, opinan los analistas, es la misma que mostró en el tramo final de su campaña: la de un líder firme en sus convicciones que, pese a su corta edad y sus grandes desafíos, exhibe como garantía su capacidad de diálogo.

Consuelo Ferrer, desde Santiago.