Las autoridades del Kremlin comunicaron su rotunda negativa a negociar una hipotética liberación de los soldados ucranianos del Batallón Azov, un grupo de extrema derecha cuyos integrantes son los últimos defensores que siguen resistiendo a las fuerzas rusas en la planta siderúrgica Azovstal, ubicada en la ciudad portuaria de Mariúpol, que está en su totalidad bajo el control de los invasores.

Según informó el portal France 24, Vladimir Medinsky, jefe de las negociaciones por la parte rusa, expresó: “Convertir a los criminales de guerra de Azov en objeto de negociaciones políticas es una blasfemia en relación a la historia de 1941”, cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética, escribió el funcionario ruso en su cuenta de Telegram.

Haciendo referencia a dicho evento histórico, Medinsky consideró erróneo e inapropiado comparar Azovstal con la resistencia de los defensores del Ejército Rojo de la fortaleza de Brest, en Bielorrusia, ante el avance imparable de las tropas nazis. En su mensaje, el negociador ruso se preguntó si esos soldados soviéticos –a diferencia de los combatientes del Batallón Azov– utilizaron escudos humanos, dispararon por la espalda a civiles, canjearon civiles por comida y medicamentos y si se dirigieron al Vaticano o la comunidad internacional y aceptaron ser evacuados a otros países con la promesa de no combatir con el enemigo.

Aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció hace algunas semanas la suspensión del asedio a la gigantesca planta siderúrgica, que tiene 11 kilómetros cuadros de extensión, según las autoridades ucranianas, los bombardeos continúan siendo constantes en Azovstal.

De hecho, este domingo Petro Andriushchenko, asesor de la Alcaldía de Mariúpol, denunció a través de Telegram que Rusia habría lanzado bombas de fósforo contra las instalaciones de la planta industrial.

“El infierno llegó a la Tierra. A Azovstal”, escribió el funcionario ucraniano en su cuenta de Telegram, palabras que acompañó con un video con imágenes del presunto ataque sobre la planta. 

“Utilizaron proyectiles incendiarios 9M22S con capas de termita. La temperatura de combustión es cercana a los 2.000 grados. Es casi imposible detener la quema”, agregó el asesor de la Alcaldía de Mariúpol.

Las bombas de fósforo blanco son proyectiles incendiarios que arden cuando entran en contacto con el aire, cuya utilización está prohibida por el derecho internacional en áreas pobladas por su alcance y enorme potencial destructivo.

Pero mientras esto sucede en Mariúpol, sigue habiendo enfrentamientos en otras partes de Ucrania, aunque la situación parece estar estancada, con los defensores repeliendo como pueden y los rusos con avances poco significativos.

Sobre este último punto la inteligencia británica hizo público un documento en el que expresó que durante el último mes “Rusia ha sido incapaz de lograr importantes ganancias territoriales”.

Además, el documento emitido por la inteligencia de Reino Unido sostiene que la ofensiva rusa en Ucrania, que ya lleva 80 días, “perdió fuerza y transcurre muy por detrás de los plazos marcados” por los mandos militares cuando comenzó la invasión, el 24 de febrero. Paralelamente, de acuerdo al informe del Ministerio de Defensa de Reino Unido, en lo que va de la invasión las tropas de Moscú sufrieron bajas que ascienden aproximadamente “a un tercio de las tropas de tierra que entraron en combate en febrero”, lo que en parte explica la ralentización de sus avances.