Este lunes comenzará oficialmente en la ciudad estadounidense de Los Ángeles la Cumbre de las Américas, evento que se celebra cada cuatro años y reúne a la mayor parte de los jefes de gobierno del continente para tratar temas relevantes a nivel diplomático y comercial.

En este caso, la cumbre viene siendo cuestionada desde hace varias semanas por la firme postura de varios gobiernos que no están de acuerdo con la exclusión de representantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, decisión adoptada por Washington con el argumento de que en estos tres países no se respeta la Carta Democrática de las Américas.

Desde que se conoció oficialmente esta postura de la administración que encabeza el presidente Joe Biden, a comienzos de mayo, el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, fue la voz principal de oposición a esta actitud de Washington. López Obrador llegó a decir que no asistirá al evento si el gobierno estadounidense no revisa su posición e incluso hasta ahora no se sabe si asistirá a Los Ángeles.

También cuestionaron la medida de Washington el presidente boliviano, Luis Arce, el chileno Gabriel Boric, el argentino Alberto Fernández, varios gobiernos caribeños afines particularmente al gobierno venezolano y también la hondureña Xiomara Castro, quien el sábado comunicó oficialmente que no participará en el encuentro y enviará en su lugar al canciller Enrique Reina.

La situación fue bien sintetizada por el exvicecanciller mexicano Andrés Rozental, un diplomático con una larguísima trayectoria, que en declaraciones recogidas por medios de su país dijo: “Los estadounidenses básicamente malinterpretaron la situación al no haber previsto que habría un alboroto sobre quién asistiría”.

Si bien las primeras reuniones de la cumbre empiezan el lunes, el encuentro entre los jefes de Estado será el miércoles, día en el que Biden tiene previsto llegar a la principal urbe del estado de California junto a su esposa Jill para recibir a sus invitados. Funcionarios estadounidenses reconocieron bajo condición de anonimato las dificultades que tuvieron en la organización de esta cumbre y, en línea con estas declaraciones, Washington se negó a hacer pública la lista de invitados, algo completamente inusual.

El clima generado en estas semanas previas plantea en cierta medida un posible fracaso para el gobierno de Biden, que pretendía alinear, aunque fuera de manera muy parcial, detrás de su país al continente, donde cada vez más países están incrementando su comercio con China. En esta cumbre Washington también pretendía relanzar la relación de Estados Unidos con el resto de América, algo que quedó totalmente en segundo plano durante el gobierno de Donald Trump, quien ni siquiera se hizo presente en la última cumbre, celebrada en Lima en 2018.

Los cuestionamientos ya planteados hacen ver difícil la llegada a un consenso en una declaración final, si bien puede haber ciertos acercamientos en los temas que van a dominar la agenda de la cumbre: el crecimiento económico, la recuperación regional después de la pandemia de coronavirus, la lucha contra el calentamiento global y principalmente la migración.

No en vano la sede elegida por el gobierno de Biden para la realización del evento, Los Ángeles, es la localidad estadounidense que alberga la mayor comunidad hispana del país y la segunda ciudad del mundo en la que viven más mexicanos, únicamente superada por el Distrito Federal.

De acuerdo a lo que informó AFP, Washington espera alcanzar un acuerdo relativo a una declaración sobre migración, para integrar a los migrantes en los países de acogida y gestionar mejor la crisis que se vive en las fronteras del sur estadounidense. Pero esta alternativa sería completamente inviable si no asiste al encuentro el mexicano López Obrador, algo que significaría un golpe muy duro desde el punto de vista diplomático para el gobierno de Biden.

Del lado de los excluidos, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, expresó que no iría a la cumbre aunque lo invitaran y en la misma línea se manifestó el mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, que dijo que “en ningún caso” acudiría al evento.

Una opinión menos categórica fue la del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien dijo el sábado en una entrevista con la radio de la Universidad Nacional de Avellaneda, de Argentina, que su país y las demás naciones excluidas de la cumbre estarán representadas en Los Ángeles por “la voz” del mandatario argentino, Alberto Fernández, quien actualmente preside la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). “Me parece muy bien que él lleve la voz de América Latina y el Caribe a la reunión de las Américas [...] vamos a estar bien representados en la voz del presidente Alberto Fernández”, expresó Maduro.