De acuerdo a lo que marca la legislación electoral, el martes los candidatos que se postularán en las elecciones presidenciales marcadas para el 2 de octubre podrán comenzar oficialmente sus campañas proselitistas.

Claramente polarizadas entre el actual presidente, Jair Bolsonaro, perteneciente al Partido Liberal, y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, quien está al frente de una coalición de sectores que lidera el Partido de los Trabajadores (PT), la campaña previa a los comicios estará signada por una crispación que desde hace largo tiempo viene dominando la escena política brasileña.

De acuerdo a todas las encuestas, Lula va primero, segundo está Bolsonaro y mucho más atrás se encuentran los otros postulantes. Según el último sondeo de Datafolha, el líder del PT cuenta con 47% de las adhesiones contra 29% del actual mandatario. Mucho más atrás se ubican Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, con 8%, y Simone Tebet, del centroderechista Movimiento Democrático Brasileño, que tiene apenas 2% de los apoyos.

La campaña de Bolsonaro, según manifestaron desde su comando electoral, centrará sus esfuerzos en la región sudeste del país, donde viven casi 43% de los electores brasileños, que fue la zona en la que el ahora presidente obtuvo más apoyos en la campaña anterior.

“Es más fácil recuperar a los que ya votaron que ganar a los que nunca lo votaron, y por eso nos vamos a concentrar en tres estados: San Pablo, Río y Minas Gerais”, manifestó el jefe de gabinete, Ciro Nogueira, uno de los coordinadores de campaña del presidente, en declaraciones a la cadena Globo.

Bolsonaro también tendrá como una carta a jugar la reciente renovación de prestaciones sociales a la población más carenciada y también la caída de la inflación, para la que fue clave el descenso del precio de los combustibles y también de la energía eléctrica.

Además, para intentar captar más el voto femenino, los impulsores de la campaña le darán un rol más protagónico a Michelle, la esposa del mandatario ultraderechista. El martes Bolsonaro comenzará sus actos proselitistas en la localidad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais, donde el presidente fue apuñalado en 2018. La idea es darle un tono emotivo al inicio de la campaña y empezarla en un estado que es clave, ya que, desde la vuelta de la democracia, todos los presidentes electos se impusieron en este estado.

Por su parte, Lula comenzará esta nueva campaña electoral, apelando a sus orígenes, con un acto y una entrega de volantes masiva en una fábrica de San Pablo y más tarde se trasladará a su cuna política, la zona fabril situada en las afueras de la urbe paulista. Pero además el martes el PT tiene previsto realizar movilizaciones en todos los estados del país, en lo que será una demostración de fuerza y llegada. También para esta semana está previsto un evento en Belo Horizonte, la capital mineira, donde Lula estará acompañado por su candidato a la vicepresidencia, Geraldo Alckmin.

Inicialmente, el lema de la campaña de la coalición de partidos que lidera el PT será “El Brasil de la esperanza ha vuelto”, en un intento de transmitir el mensaje de que Lula representa la estabilidad frente al bolsonarismo. También se utilizarán frases como “Llegó Bolsonaro y volvió el hambre”.

El PT se presentará como el único sector en condiciones de superar al actual presidente, y además buscará asociar la imagen del mandatario a alguien que representa una amenaza a la democracia. Sin embargo, la campaña no pretende convertir ese tema en una cuestión central, sino que la gran idea fuerza será plantear cuestiones objetivas, como por ejemplo el deterioro tangible en la calidad de vida que tuvieron millones de brasileños durante el mandato de Bolsonaro, en contraste con las sensibles mejorías que vastos sectores populares vivieron durante los gobiernos del PT.