El resultado del plebiscito del domingo, en el que el Rechazo a la nueva Constitución chilena se impuso con 62% de los votos, condujo a cambios en el gabinete de gobierno de Gabriel Boric y al comienzo de un diálogo entre todos los sectores políticos en el Congreso para encaminar un nuevo proceso constituyente. Dejó además la pregunta de por qué una mayoría de los chilenos decidió rechazar esta propuesta.

“Es muy difícil evaluar por qué la gente votó Rechazo”, dijo a la diaria el doctor en Ciencia Política Fernando Rosenblatt, uruguayo radicado en Chile. “Yo creo que la explicación es esencialmente política. Creo que de un lado estaba la defensa de un statu quo y eso era una apelación más sencilla para un electorado no politizado en una sociedad un poco más conservadora que la uruguaya”, agregó.

Para Rosenblatt, si bien hubo una campaña a favor de la nueva Constitución en el territorio, no fue “tan profunda como hubiese sido necesario para llegar a ese electorado no politizado y convencerlo de esta nueva propuesta, que era un cambio importante”.

“¿Cuál es el escenario contrafáctico aquí? Qué hubiese pasado si tenías al Frente Amplio [uruguayo], si tenías al Movimiento al Socialismo de Bolivia, si tenías al Partido de los Trabajadores de Brasil en su mejor momento encarando esta campaña. No sé si ganaba el Apruebo, pero probablemente no iba a terminar de esta manera”, consideró. “Creo que esa hipótesis es la más plausible para entender el resultado”, agregó.

Rosenblatt señaló que era necesario convencer a un electorado que creció 30% desde la segunda vuelta presidencial (pasó de 55% a 85%). “Acabamos de salir de una situación de profunda crisis” debido al estallido social y la pandemia, y “la incertidumbre del destino que hubiera representado el cambio quizás necesitaba un agente político más estructurado, más fuerte”, dijo.

“Creo que es una sobreinterpretación de los resultados decir que los chilenos y chilenas no querían esta propuesta de Constitución, que no quieren estas transformaciones, porque realmente no lo sabemos”, señaló Rosenblatt. Consideró que en el caso de la propuesta de establecer un Estado plurinacional sí había estudios de focus group que mostraban que generaba resistencia, pero no así respecto del resto de los artículos. “Además, el voto programático es una parte del electorado; hay otra parte que vota por emociones, por liderazgos, por las campañas, por cuestiones más identitarias, o incluso por un voto castigo al gobierno”, dijo.

“De todas maneras, yo creo que vamos a tener una nueva constitución porque la derecha también está convencida” de que es necesario, dijo Rosenblatt. “El asunto es cómo se va a estructurar esto y quién va a liderarlo, y la pelota pasó ahora al Congreso. Pero eso también incide sobre la agenda de reformas del gobierno, porque si vamos a estar preocupados por el proceso constituyente, difícilmente vayamos a poder avanzar en una agenda de reformas que son imprescindibles, que son las que originalmente estaban en las calles en el estallido”.

Grandes expectativas

Durante una reciente ponencia en la Fundación Liber Seregni, el doctor en Ciencia Política Juan Pablo Luna, uruguayo radicado en Chile, repasó el contexto en el que se dio este proceso constituyente y destacó las altas expectativas que generó. Señaló que “se hizo una apuesta casi exclusiva a que la Convención Constituyente arreglaría todo”, y que si bien “muchos de los problemas que hoy vemos a nivel social, económico y político en Chile tienen raíz constitucional”, eso “no significa que cambiando la Constitución los problemas se arreglen”.

Por otra parte, “tras tres años de crisis –estallido, pandemia y la crisis poscovid–, la gente hoy está en el dominio de las pérdidas, con mucho miedo y mucha incertidumbre”, explicó. “La gente está asustada por la situación de seguridad, está con problemas económicos y empieza a decir: ‘estábamos mal antes del estallido pero ahora estamos peor que antes’. Hay un giro lógicamente conservador”, dijo.

De acuerdo con Luna, de aquel 80% que en 2021 votó el Apruebo a una nueva Constitución, quienes primero comenzaron a inclinarse más claramente por la opción del Rechazo en 2022 fueron sobre todo personas de los sectores populares. Así surge de estudios de panel que llevó adelante la Plataforma Telar en la que participa. En esas investigaciones, cuando se preguntaba qué pasó con la Convención Constitucional, las respuestas aludían a “desconfianza y desilusión”, a la “falta de diálogo”, “radicalización” y “afán refundacional”. “Básicamente lo que vemos en esos sectores es una reacción ante el énfasis que la Convención hace sobre causas específicas (el reconocimiento indígena, por ejemplo) que la ciudadanía ve como lejanas y sobre las que desconfía”, señaló. Algunas de las respuestas mencionaban que “se olvidaron de los problemas de la gente que tenían que ver con salud, educación, calidad del Estado”, o que “se ocuparon de temas que no eran los que a mí me interesaban”.

Según explicó, los consultados equiparaban a los constituyentes con los políticos tradicionales, pese a que la mayoría de los integrantes de la convención eran candidatos nuevos, muchos de ellos independientes y vistos con recelo por la clase política. “Hoy tenemos dos élites impugnadas, la nueva y la vieja, las que aparecen fusionadas y con poca legitimidad ante la ciudadanía”, explicó.

En cuanto a la dirigencia que está en el gobierno, Luna afirmó que esta es “la primera derrota de los líderes del Frente Amplio en su historia política”, porque “siempre que se presentaron a una elección habían ganado”. Con esto coincidió Rosenblatt. Señaló que hasta ahora habían logrado poner la educación en la agenda, acceder al Congreso y finalmente llegar al gobierno.

Luna analizó que el triunfo del Rechazo le abre al gobierno de Gabriel Boric la posibilidad de buscar un “acuerdo más amplio que intente llegar a una propuesta constitucional más moderada”. Por otra parte, eventualmente “le abre la posibilidad de relanzar su gobierno” con un cambio de gabinete que incorporó a figuras de la Concertación.

“Lo que debería intentar el gobierno en esta coyuntura es impulsar un pacto de refundación nacional, que relance el proceso constituyente, pero que también acuerde una serie de políticas de Estado sobre problemas sociales cuya persistencia ha deslegitimado a todo el sistema político. Ese pacto debe buscar incorporar también a la derecha democrática”, afirmó.