El gobierno de Francia busca superar la crisis que desató su reforma de las jubilaciones, pero intenta hacerlo sin acceder a los reclamos de los trabajadores. Después de diez jornadas de protesta y paro general contra esta política, en particular contra el retraso de la edad de retiro de 62 a 64 años, la primera ministra, Élisabeth Borne, invitó a las principales centrales sindicales a reunirse a dialogar a comienzos de la semana que viene. Sin embargo, otros funcionarios señalaron que la discusión sobre la reforma no está abierta.
Uno de ellos fue el portavoz del gobierno, Olivier Véran, que insistió en que la reforma ya está aprobada y sólo falta su validación por parte del Consejo Constitucional. En su lugar, llamó a conversar sobre “temas esenciales” como el poder adquisitivo o los servicios públicos. Otro fue el ministro de Transporte, Clément Beaune, que dijo que “hay muchos temas de los que se puede hablar”, entre ellos la implementación de la reforma, pero sin cuestionar la norma.
En el encuentro con Borne “hablaremos de jubilaciones, es evidente para nosotros”, dijo Laurent Berger, el líder de una de las principales centrales sindicales del país, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo. “¿Se imaginan que en un momento de protesta muy fuerte contra la reforma de las pensiones los representantes de las organizaciones sindicales fuesen a hablar de otra cosa con la primera ministra?”, agregó.
Según citó la agencia Efe, Borne insistió en la necesidad de suspender el retraso de dos años en la edad mínima de jubilación y dijo que asistirá al encuentro con Borne para “explicar por qué esta reforma es un callejón sin salida [...] y por qué hay que buscar una vía de salida” a la situación social. Si no se puede discutir esto, agregó, existe la posibilidad de que los representantes sindicales se levanten y abandonen la reunión.
A su vez, la vocera de la Confederación General del Trabajo, Sophie Binet, afirmó: “Nosotros vamos a ir, toda la intersindical unida, para exigir el retiro de esta reforma de manera firme, determinada”, informó Libération. De acuerdo con este diario francés, el viernes el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, dijo que el gobierno no se opondrá a que se aborde la cuestión de las jubilaciones durante la reunión.
Desde que se presentó la reforma, en enero, “no nos han recibido ni una sola vez, a pesar de nuestras demandas, ni el presidente ni la primera ministra ni el ministro de Trabajo”, dijo Berger. El martes, cuando la ministra llamó a los dirigentes sindicales a dialogar, ocho centrales habían convocado una jornada de paro y manifestaciones contra la reforma. Según Berger, en las movilizaciones participaron entre 1,3 y 1,5 millones de personas. El Ministerio del Interior estimó los manifestantes en 740.000. Otra jornada similar está prevista para el jueves.
Mientras, se alternan movilizaciones de sectores específicos. El lunes, los trabajadores de los museos bloquearon las entradas al Museo del Louvre para protestar contra la reforma. Por otra parte, esta semana terminó la huelga de trabajadores de la recolección de basura, que se mantuvo a lo largo de 23 días. El sindicato aclaró que volvía a sus tareas “por responsabilidad”, pero que su movilización “no ha terminado”, según informó la Confederación General del Trabajo. Durante la huelga, que comenzó el 6 de marzo, se llegaron a acumular hasta 10.000 toneladas de basura en las calles de París. Esa basura fue utilizada durante las protestas como proyectil y como combustible por los manifestantes.
Macron pasa a otros temas
“Hay una protesta social, pero esto no quiere decir que deba pararse todo”, dijo el presidente Emmanuel Macron durante una visita a la localidad de Savines le Lac, en los Altos Alpes. En esa salida oficial, la primera desde la aprobación de la reforma, presentó un programa de 50 medidas para luchar contra la sequía, en lo que fue visto como un intento de colocar otro tema en la agenda.
“Amparándose en la cuestión ecológica, espera ser escuchado por la juventud y superar así la crisis de las jubilaciones”, escribió el periodista Matthieu Goar en el diario Le Monde.
Sin embargo, según informó Efe, también allí Macron tuvo que oír las protestas contra la reforma jubilatoria. “Hay 200 manifestantes, pero eso no quiere decir que la República tenga que detenerse”, dijo el presidente en diálogo con la prensa.
Respuesta policial
En la jornada de paro y protesta nacional de esta semana, el martes, hubo incidentes y represión policial, y 55 personas fueron detenidas. Consultado sobre la respuesta de la Policía francesa a las movilizaciones contra la reforma, el portavoz de la Secretaría General de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, dijo que “la gente tiene derecho a manifestarse pacíficamente” y “las fuerzas de seguridad tienen que estar allí para proteger ese derecho”. Por su parte, según citó Europa Press, el Consejo de Europa manifestó su preocupación por el “uso excesivo de la fuerza” por parte de la Policía francesa, y lo mismo expresaron organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía internacional.
Berger dijo que “los trabajadores se han movilizado y hay que escucharlos”, y pidió que el gobierno suspenda la aplicación de la reforma. El dirigente sindical consideró que es necesario implementar medidas para que aumente la tasa de actividad de los mayores de 55 años, que obliguen a las empresas a mantenerlos en sus puestos, en lugar de subir la edad de jubilación. La reforma, además, establece que a partir de 2027 se aumenta de 42 a 43 años la cantidad de años de aportes necesaria para acceder a la jubilación máxima, y este punto también es rechazado por los manifestantes.
Berger también propuso que se instalaran mediadores entre los trabajadores y el gobierno para dialogar. Pero Véran insistió en que “no hacen falta mediadores” y que Macron está dispuesto a recibir a los sindicatos una vez que el Consejo Constitucional se pronuncie, el 14 de abril, sobre la validez de la reforma, el paso que falta para que quede firme.