Sorpresa fue lo primero que sintieron la mayoría de los analistas a medida que avanzaba el conteo de votos de las elecciones generales de España del domingo pasado. Con alguna excepción, las encuestas –105 en esta campaña, unas seis diarias– habían fallado: sobreestimaron los escaños que recibiría el Partido Popular (PP), afirmaron que llegaría a la mayoría absoluta con Vox y subestimaron la capacidad del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de repuntar tras las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, en las que perdió el 70% del poder en el territorio.
Lejos de los 176 escaños necesarios para obtener esa mayoría y formar gobierno, el PP y la ultraderecha sumaron 169 en primera instancia, y este viernes se confirmó que con los votos del exterior, llegaron a 170 (ver recuadro). La resolución del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, de adelantar las elecciones previstas para diciembre para el 23 de julio –que dejó perplejos a periodistas, politólogos y al resto de la ciudadanía dispuesta a vacacionar– es leída por los analistas como uno de los motivos que contribuyó al buen desempeño del PSOE en relación con las proyecciones que fueran hechas por distintas consultoras.
Al asombro le siguió una conclusión que generó alivio dentro y fuera de fronteras: “España frenó a la ultraderecha”. Vox, pese a quedar en tercer lugar por delante de Sumar, bajó de los 52 escaños obtenidos en 2019 a 33. Esa aseveración tan significativa merece ser puesta en tela de juicio.
El politólogo español Salvador Martí aclara que, si bien los escaños de Vox bajaron, no puede decirse que haya perdido una cantidad tan considerable de votos. “Perdió casi un tercio o más de su representación. Sin embargo, tenía tres millones y medio de votos y ahora quedó en tres millones; perdió una parte significativa, pero no un tercio de los votos, sino una sexta parte”, explicó.
Los 11 millones de votos que sumaron Vox y el PP no constituyen un mal resultado para las derechas, puesto que es un dato mejor que el obtenido por Mariano Rajoy en 2011, cuando alcanzó la mayoría absoluta, evalúa el historiador italiano especializado en la extrema derecha, Steven Forti.
De todos modos, si se mira exclusivamente a Vox, perdió respecto de cuatro años atrás, y las causas, como suele suceder, son múltiples. Muchos votantes que acompañaron a la formación liderada por Santiago Abascal en las elecciones pasadas, en esta oportunidad apostaron por el voto útil al PP. Pero, en opinión del politólogo y catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, actualmente presidente de la Fundación Carolina, José Antonio Sanahuja, a Vox también le pasó factura su programa, que insistía en terminar con el modelo territorial plasmado en la Constitución española al pretender abolir las comunidades autónomas. Este planteo, que tuvo eco en 2019, a dos años del referéndum en Cataluña y en medio de la debacle del PP, no se sostiene hoy, cuando “Cataluña ha perdido relevancia y la posible independencia unilateral ha desaparecido”.
Esta apuesta por un Estado unitario forma parte de la Agenda España, la alternativa de Vox a la Agenda 2030 concebida por los ultraderechistas, como reproduce Sanahuja, como el “mal, el intento de los globalistas de acabar con la libertad e independencia de las naciones libres y soberanas”. El discurso contra los “burócratas de Bruselas” –también esgrimido por Giorgia Meloni para triunfar en Italia, aunque un tanto olvidado desde que asumió el poder– es un asunto que no atrajo a la ciudadanía española. “Al ciudadano corriente le queda muy lejos”, dice Sanahuja.
Ahora bien, la esencia del rechazo de Vox por la Agenda 2030 se explica por su antieuropeísmo, una postura con poco arraigo en la sociedad española que es “profundamente europeísta” y no se cuestiona su participación en la Unión Europea ni politizar la moneda común, máxime en el período pospandemia, en que España recibe 140.000 millones de euros del fondo Next Generation, señala el politólogo. La “noción de la Iberósfera como principal concepto geopolítico de Vox” conecta, en definitiva, con “la tradición de hispanoamericanismo conservador que viene del siglo XIX y de la que Franco hizo un eje de su política exterior”.
Tampoco habría sido muy redituable para Vox su agenda antiderechos, defendida con falsedades, como señalar que la ley trans llevaría a la “mutilación de niños y niñas”.
De todos modos, estas consideraciones no son una respuesta acabada a la pregunta del millón: ¿pueden españoles y españolas, inmigrantes de distintas latitudes, dormir tranquilos con la baja de votos y escaños de Vox? La respuesta es sí y no. “A mí me parece muy pronto para decir que Vox está en declive”, dice Forti.
El resultado del PP repercute en Europa y América Latina
Si el voto útil figura como la primera de las explicaciones que dan muchos analistas al trasvase de votos de Vox al PP –porque no pasaron de Vox al PSOE y menos a la izquierda de los socialistas–, ¿esos votantes cambiaron su papeleta por una cuestión estratégica y no ideológica? O, dicho de otro modo, ¿puede entonces que esos electores que el domingo votaron al PP sí compartan, al menos en cierta medida, la agenda más retrógrada de Vox?
Ante estas preguntas, los académicos consultados responden remitiéndose a los orígenes de Vox. Surgió del PP, por lo que, asegura Martí, “hablamos de una familia extensa de la derecha en España que está mucho más hacia la derecha o es más reaccionaria o más radical que la derecha tradicional que existe en Francia, por ejemplo, o en Alemania, o de lo que era la democracia cristiana en Italia y lo que es la democracia cristiana en los Países Bajos o en Austria”.
Dicho de otra forma, reafirma Martí, en otros países europeos “la centroderecha fue antifascista, mientras que en España la derecha –tanto el Partido Popular como, por ende, Vox– es heredera del franquismo”.
En la misma línea, Sanahuja comparte que “el PP es un partido que todavía tiene resquemores para cuestionar al franquismo” y que difiere de la centroderecha europea como la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, que optó por realizar un cordón sanitario ante el avance de la extrema derecha.
El incremento significativo del PP –aunque menor que el proyectado por la mayoría de las encuestas–, al pasar de los 89 escaños de 2019 a los 137 actuales, visto desde esta óptica no implica necesariamente que en España se pueda bajar la guardia en relación con el peso de la ultraderecha.
Sin embargo, aun con las particularidades mencionadas del PP, los analistas señalan que el aumento de la fuerza presidida por Alberto Núñez Feijóo, en parte, a costas de la baja de Vox –también hay que tener en cuenta la desaparición de Ciudadanos para el 23J–, es una buena noticia tanto a nivel nacional como por las repercusiones que pueda tener fuera, ante, por ejemplo, la centroderecha de “la CDU y el Partido Popular Europeo que se ha aproximado a la extrema derecha” en el último tiempo.
Forti es categórico en la relevancia que tiene la baja de Vox ante la oleada de gobiernos de conservadores y extrema derecha que han llegado al poder desde el comienzo de la guerra en Ucrania, “con notables éxitos electorales”, en Italia, Suecia, Finlandia o Grecia, entre otros. Pero no sólo mira la repercusión en cada país sino en el conjunto de los países europeos, al indicar que esta disminución de la ultraderecha en España puede ser un golpe a la “operación urdida esencialmente por Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, y Meloni, no sólo presidenta del gobierno italiano, sino también del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, para llegar a una alianza estable” de cara a las elecciones europeas del próximo año.
Sanahuja también especificó que se debe hacer una lectura no sólo en clave europea sino iberoamericana, puesto que el resultado de Vox podría suponer un revés en su plan de la construcción “de la Iberósfera, de la carta de Madrid, con la que ha cultivado muchos vínculos con la extrema derecha latinoamericana e intentado establecerlos con la centroderecha”. Simples muestras de estos lazos son los mejores augurios para Abascal del ultraderechista chileno José Antonio Kast o del diputado nacionalista uruguayo Pablo Viana, transmitidos en videos durante el acto final de Vox.
El Partido Popular creció por debajo de lo previsto
Sanahuja menciona tres fallas del PP que lo llevaron a crecer por debajo de lo anunciado en la mayoría de las encuestas: su discurso apocalíptico de una España acabada y en crisis no resultó exitoso. Hizo una mala campaña acudiendo a datos falsos y no admitió que España es diversa, por lo que “jugó a ser un partido de Estado, pero sacó prácticamente cero votos, o muy poquitos, en Cataluña y el País Vasco –seis y dos escaños, respectivamente–”.
El académico apunta que el PP no debe ofrecer a los españoles “exclusivamente un discurso anticatalán y antivasco”. Su idea es que “poner una gente contra la otra” ya no da frutos. Si se piensa en el País Vasco, resulta evidente que tampoco fue muy efectivo para Feijóo haber basado su campaña en el fantasma de la ETA, puesto que el PP apenas ha conseguido allí un escaño más que en 2019, mismo incremento alcanzado por EH Bildu.
En tanto, Forti plantea que “Feijóo no presentó ningún programa de gobierno o proyecto de país”, sino que se limitó a utilizar las herramientas de la extrema derecha: deslegitimación del adversario, utilización de fake news y bulos e incluso la adopción de discursos de sabor trumpista o bolsonarista, al referirse a un posible fraude electoral por el voto por correo, que ha aumentado mucho en estas elecciones por las fechas en que se dieron. Estrategias como estas, el PP las “ha pagado luego en las elecciones”, pese al incremento de votos que tuvo respecto de 2019.
El PSOE votó mejor de lo proyectado
El PSOE consiguió un escaño más que en 2019, con 7.760.970 votos, y quedó a una distancia de casi 340.000 votos del PP. Esto significa que mejoró su performance respecto de las elecciones generales pasadas, pero también que achicó la brecha con el partido de Feijóo en relación con el 28M, cuando la diferencia fue de 763.000 votos.
Al igual que en el caso del PP, los analistas interpretan que el PSOE incrementó sus votos y escaños debido a la opción de muchos electores por el voto útil, pero también por el miedo de una porción de la ciudadanía de que la ultraderecha creciera, conformara una mayoría absoluta junto con los populares y llegara Abascal a la Moncloa como vicepresidente. Esta posibilidad fue advertida de forma reiterada tanto por Sánchez como por Yolanda Díaz, que insistieron en igualar al PP y a Vox así como en afirmar que derecha y ultraderecha pactarían como lo habían hecho hasta el domingo en varias comunidades.
Además de las pruebas de esos acuerdos, Martí señaló que el temor lo despertaron las encuestas, “los medios de comunicación y buena parte de la opinión pública que daba por hecha la victoria de la derecha con una holgada mayoría absoluta”.
Recordó, además, “que en España las victorias conservadoras están muy relacionadas a cierta abstención de los ciudadanos que potencialmente pueden votar al Partido Socialista o a Podemos –a Sumar en esta oportunidad–, porque es un votante más exigente y se desmoviliza cuando percibe que sus formaciones no lo han hecho suficientemente bien o que se pelearon entre ellos y desatendieron sus demandas, mientras que los ciudadanos conservadores suelen siempre votar de forma muy fiel”. Por lo tanto, concluye Martí, “cuando gana la izquierda es porque ha tenido capacidad de movilizar a su electorado y, generalmente, eso es gracias a la bandera del miedo”.
Para Forti, este temor, “la arrogancia de Feijóo” y “las muchas mentiras” esbozadas en campaña, movilizaron a parte del electorado de izquierda. Sanahuja, además, considera que, con la excepción del debate entre Feijóo –único en el que participó– y Sánchez, a quien no le fue muy bien en esa instancia, la campaña de la izquierda y, particularmente, del presidente de gobierno fue “extraordinaria”. Para el analista, fue acertada su decisión de asistir a los distintos medios, incluso a los que le eran más adversos y a los menos convencionales para una figura de tal jerarquía, como La Pija y la Quinqui, un podcast conducido por dos jóvenes con enorme llegada a sus pares.
Otro artilugio de Sánchez fue apropiarse de sus críticas para hacerlas jugar a su favor en su campaña. Así, el apodo “el perro Sánchez” (o “el perro Sanxe”), puesto por sus opositores en modo despectivo, fue tomado por el presidente que dio vuelta el sentido y publicó en sus redes sociales una foto por el Día Mundial del Perro, posando con sus perros de agua, con la canción “Perra”, de Rigoberta Bandini.
Sumar: la coalición al rescate de la izquierda a la izquierda
La impresión de los analistas consultados es que Sumar tuvo un papel relevante al lograr retener a los izquierdistas que no se sentían representados por el PSOE y que temían por los retrocesos que traería una mayoría absoluta Vox-PP.
Sanahuja sostiene: “Sumar ha sido la operación que ha permitido el salvamento de la izquierda a la izquierda del PSOE. Una izquierda que estaba fragmentada, que estaba rota, y con una marca, Podemos, que está absolutamente calcinada, con un liderazgo, el de Pablo Iglesias, que más allá de un núcleo, está cuestionadísimo”. Y considera que desde Podemos se compare los escaños obtenidos por esa agrupación en 2019 con lo alcanzado por Sumar este domingo, cuatro escaños menos. Entiende que la pregunta pertinente sería qué resultado hubiese sacado Podemos ahora.
El cientista político concluye: “Sumar le ha proporcionado, quizás con menos escaños de los que podría haberse esperado, un apoyo nada desdeñable al PSOE”, porque sin ese respaldo “cualquier otra posibilidad de coalición de gobierno de izquierda sería absolutamente inviable en este momento”.
Las mujeres y disidencias en las campañas hacia el 23J
“Significativo e importante”. Así describe la doctora en Procesos Políticos Contemporáneos y presidenta de la Fundación Hay Mujeres, María de los Ángeles Fernández, el papel que mujeres y disidencias ocuparon en la campaña. La agenda de derechos, con el ojo puesto en la ley trans y el debate en torno a la violencia de género, atravesaron los discursos de los distintos partidos.
Fernández recordó que en los dos debates entre los candidatos a la presidencia estuvieron presentes estos temas, con la derecha –PP y Vox por igual en este punto– haciendo hincapié en la ley “sólo sí es sí”, “que por pretender escapar de un enfoque punitivista, ha repercutido en rebajas de penas: hasta el momento, y desde octubre de 2022, con más de 1.000 agresores sexuales y más de 100 que ya han salido de la cárcel”.
Si bien este fue un flanco débil para el PSOE y Sumar, para Fernández aún no se tienen los datos suficientes para asegurar qué incidencia tuvo en los resultados. En el caso de ambos partidos, la defensa de los derechos conquistados fue parte de la agenda, aunque de distintas formas. Mientras que el partido de Sánchez se enfocó en celebrar lo logrado, “señalando que lo que viene para adelante es más bien un asunto en desarrollo de las leyes adoptadas”, Sumar, más consciente del cisma actual al interior del feminismo, planteó explícitamente la necesidad de evitar choques, precisando que las conquistas lo son también para el movimiento LGTBI+. También colocó con más fuerza el acento en la necesidad de “una forma feminista de entender la economía”, con foco colocado en la problemática de los cuidados.
Sumar se posicionó en defensa de un feminismo transincluyente que estuvo, además, visiblemente representado, con Elizabeth Duval como portavoz de igualdad del partido y Carla Antonelli como candidata al Senado, ambas mujeres trans.
Fernández considera que esta elección, así como la decisión de “esconder literalmente a personajes asociados a una agenda de género que lucía conflictiva, resultó más redituable que lo pensado originalmente”. De hecho, sostuvo, Irene Montero y Ione Belarra desaparecieron casi en la campaña y “la lectura es que Sumar, sacando 31 de los 38 escaños originales que tenía Podemos, salvó los muebles”.
Votos del exterior obligan al PSOE a negociar con separatistas catalanes
El escrutinio de los votos consulares, llevado a cabo el viernes, alteró el resultado provisorio de la circunscripción de Madrid, donde un escaño pasó del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) al opositor Partido Popular. Así, los socialistas bajan de 122 a 121 escaños, mientras que los populares suben de 136 a 137. Ello implica que para conseguir una mayoría de votos para reinvestir como presidente a Pedro Sánchez, los socialistas deberán buscar un acuerdo con los catalanes de Junts, cuando hasta ahora hubiera alcanzado con su abstención. El líder de Junts, Carles Puidgemont, reside en el exterior y es requerido por la Justicia española debido a sus responsabilidad, como expresidente de la Generalitat de Cataluña, en la proclamación de la independencia de la región en 2017.