El levantamiento del jefe de la empresa de mercenarios Wagner, Yevgeni Prigozhin, contra las autoridades rusas dejó distintas lecturas y preocupaciones en actores cercanos al conflicto de Ucrania. Para varios de ellos, el escenario está marcado por un debilitamiento del presidente ruso, Vladimir Putin, pero sobre todo por la incertidumbre.

El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, anunció que el bloque se va a preparar para la posibilidad de inestabilidad política en una potencia nuclear como Rusia. “Lleva tiempo diseñar una estrategia para hacer frente a tal situación. Vamos a trabajar; todo el mundo va a empezar a hacer análisis sobre los posibles escenarios que podrían ocurrir”, manifestó Borrell, según citó la agencia de noticias Efe.

“Es evidente que la visión que tenemos ahora de Rusia es totalmente diferente”, porque “no es sólo una amenaza porque tenga capacidad militar” para invadir un país, sino “también” porque puede convertirse en un “riesgo” si entra en “una era de inestabilidad política y fragilidad interna”, dijo. En opinión de Borrell, lo ocurrido ha “demostrado que el Estado ruso y la credibilidad personal de Putin se están debilitando”.

Borrell, por otra parte, aclaró públicamente que lo ocurrido a última hora del viernes 23 y durante el sábado 24, cuando Prigozhin decidió avanzar con sus milicias hacia Moscú, fue un “asunto interno”, que tomó “por sorpresa” a la Unión Europea. “No vamos a dar ninguna excusa ni razón para hacer creer a la opinión pública rusa que hemos participado en estos acontecimientos, que nos han pillado por sorpresa”, agregó.

Lo mismo dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. “Acordamos asegurarnos de que no le damos ningún pretexto a Putin para que culpe a Occidente ni a la OTAN”, afirmó. “No tenemos nada que ver con esto, esto fue parte de una lucha dentro del sistema ruso”, agregó el lunes, después de conversar con algunos de sus pares europeos.

Por el contrario, para el director de la Guardia Nacional de Rusia, Viktor Zolotov, la comunidad internacional “sabía de los preparativos para una rebelión” del Grupo Wagner. “Por supuesto que la rebelión fue preparada e inspirada por los servicios secretos de Occidente, que lo sabían semanas antes de que tuviera lugar”, dijo, según citaron las agencias Europa Press y Tass. El propio ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, dijo que las autoridades investigan si los servicios de inteligencia occidentales estuvieron implicados de algún modo.

Por su parte, el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, destacó el papel de Prigozhin en lo ocurrido y dijo que la rebelión del Grupo Wagner y su intento de llegar a Moscú fueron una “marcha de la vanidad”. Agregó que “si esta persona hubiera pensado en el país y en la gente, y no sólo en sí mismo, nunca hubiera decidido este acto”. El diputado por el partido gobernante Rusia Unida consideró en este sentido que los valores occidentales “promueven el pensamiento de ‘eres el mejor y piensas sólo en ti’”.

La marcha de Wagner hacia Moscú comenzó luego de que Prigozhin acusara al Ministerio de Defensa de bombardear a sus milicianos, y de que se anunciara que se abriría una causa penal contra él por hacer esa acusación. Finalmente, tras la mediación del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, se alcanzó un acuerdo por el que Prigozhin se exilió en Bielorrusia y Moscú permitió a los mercenarios irse a ese país o unirse a las fuerzas oficiales rusas.

Lukashenko se refirió a la solución encontrada y manifestó: “Por ningún motivo hay que hacer de mí un héroe; ni de mí ni de Putin ni de Prigozhin, porque la situación se nos escapó de las manos, creímos que se solucionaría por sí misma, pero no fue así”.

Putin y Ucrania después de la rebelión

Ucrania también manifestó sospechas de que alguien instigó a Prigozhin, pero a diferencia de Moscú, apuntó hacia altos cargos militares rusos. Así, el secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania, Oleksii Danilov, especuló con que “Prigozhin no es una figura independiente, detrás de él hay personas en uniforme”. Afirmó que el líder del Grupo Wagner “está claramente bajo control” de otros y que Putin “ha perdido ese control”.

Consideró que habrá nuevos levantamientos en el futuro, y lo mismo dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba. “Para nosotros siempre ha sido bastante obvio que es sólo cuestión de tiempo que alguien se atreva a desafiar a Putin. Vimos cómo su poder y autoridad se están reduciendo, y cómo Rusia está entrando en una turbulencia muy difícil”, dijo Kuleba a CNN.

Dentro de Rusia, el presidente de la Duma pidió que el Comité de Seguridad parlamentario impulsara una investigación para determinar qué altos cargos intentaron abandonar el país durante el levantamiento de los mercenarios del Grupo Wagner.

Cuestión de poder

Varios gobernantes o ministros de Relaciones Exteriores europeos coinciden en ver fisuras o debilitamiento en el poder de Putin. El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que la rebelión del Grupo Wagner “muestra las divisiones que existen en el seno del campo ruso” y “la fragilidad de sus ejércitos y de sus fuerzas auxiliares”. Agregó: “Todo esto debe hacernos estar muy vigilantes y justifica el pleno apoyo que aportamos a los ucranianos en su resistencia”.

En un encuentro de ministros de Relaciones Exteriores europeos, la participante por Finlandia, Elina Valtonen, señaló que es “difícil” saber qué consecuencias tendrá lo sucedido –algo en lo que coincidieron varios de sus pares–, pero consideró que estos hechos “tendrán un efecto continuado sobre cómo es visto Putin internamente y también sobre cómo es vista Rusia desde el exterior”, citó la agencia Efe.

A su vez, el ministro danés, Lars Rokke Rasmussen, señaló: “Mi interpretación es que Putin está debilitado hasta cierto punto, cuando menos, y espero que esto también pueda tener un impacto en la voluntad del resto del mundo para discutir la situación de posguerra en Ucrania”.

Su par francesa, Catherine Colonna, consideró que todavía es difícil prever todas las consecuencias de lo ocurrido, pero “está claro que se han puesto de manifiesto tensiones internas, grietas e incluso fallos en el sistema”. Palabras similares tuvo el ministro británico de Relaciones Exteriores, James Cleverly. Afirmó que “la rebelión de Prigozhin es un desafío sin precedentes a la autoridad del presidente Putin y está claro que están emergiendo grietas en el apoyo de Rusia a la guerra”.

En coincidencia, Biden dijo el miércoles que la rebelión de Prigozhin dejó debilitado a Putin. El presidente estadounidense le transmitió a su par ucraniano, Volodímir Zelenski, que, sin importar lo que pase en Rusia, Estados Unidos continuará apoyando a “la defensa por parte de Ucrania de su soberanía e integridad territorial”. Afirmó que va a continuar en contacto con sus aliados para evaluar el impacto de lo ocurrido y reconoció que “todavía está por ver cuál es la salida de todo esto”. Como Biden, también Borrell consideró que Europa debe “seguir apoyando a Ucrania más que nunca”.

A su vez, el canciller alemán, Olaf Scholz, dijo el jueves que “lo que pasó en Rusia vuelve a demostrar que es simplemente irresponsable dejar la violencia militar en manos privadas”. Afirmó que lo que hace el Grupo Wagner amenaza la estabilidad en Ucrania y en países de África en los que opera, pero “también, por ejemplo, en un país como Rusia”.

Muy lejos de hacer este tipo de advertencias se mantuvo el ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, que el domingo recibió en Pekín al vicecanciller ruso, Andrei Rudenko. Consideró que lo ocurrido “es una cuestión interna de Rusia” y agregó que, “como vecina amistosa y aliada estratégica en la nueva era, China apoya a Rusia en mantener su estabilidad nacional y en alcanzar prosperidad en su desarrollo”.

Por su parte, Putin manifestó su confianza en el apoyo del pueblo ruso a su actuación. En una visita a Daguestán, dijo el miércoles que está “seguro” de que los residentes de esa región y los del resto de Rusia apoyan las acciones que llevó adelante para contrarrestar la rebelión de Prigozhin.

De todos modos, el presidente ruso reconoció de forma implícita la gravedad de los hechos del fin de semana pasado al elogiar a sus militares y cuerpos de seguridad: “Ustedes defendieron el orden constitucional, la vida, la seguridad y la libertad de nuestros ciudadanos, salvaron a nuestra patria de conmociones y, de hecho, detuvieron una guerra civil”.

En cuanto a las consecuencias de este episodio, el ministro de Relaciones Exteriores ruso dijo que su país “siempre sale fortalecido de los problemas” y que “es difícil hablar de esto como algo más que un problema”. Lavrov consideró que “será el caso también esta vez” y que ese “proceso ya ha empezado”. A los demás países les manifestó: “Muchas gracias por preocuparse por nuestros intereses nacionales, pero no es necesario”.