El presidente ruso Vladimir Putin se reunió este domingo con su homólogo bielorruso, Alexander Lukashenko, en la ciudad de San Petersburgo, encuentro en el que ambos líderes aliados hablaron sobre varios temas, pero con el eje central puesto obviamente en la guerra en Ucrania.

El cónclave entre los dos mandatarios se dio pocos días después de que Putin advirtiera a Polonia que un ataque a la vecina Bielorrusia significaría una “agresión” contra Rusia, luego de que el gobierno polaco del primer ministro Mateusz Morawiecki anunciara el despliegue de unidades militares cerca de la frontera bielorrusa.

Durante una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia, Putin calificó de “juego muy peligroso” los supuestos planes de Polonia y Lituania de crear una agrupación de fuerzas regulares cuyo objetivo sería “ocupar” el oeste de Ucrania. “Responderemos con todos los medios a nuestra disposición”, expresó el líder del Kremlin.

Tras el encuentro del domingo, el presidente bielorruso dio una conferencia de prensa en la que manifestó que está empezando a tener fricciones con los integrantes de la organización paramilitar Wagner que están en su país, establecidos allí luego del levantamiento que protagonizaron el 23 y 24 de junio.

En declaraciones consignadas por la agencia oficial rusa TASS, Lukashenko expresó: “Tal vez no debería decirlo, pero lo haré. El grupo de Wagner ha comenzado a estresarnos: ‘Queremos ir a Occidente. Vamos’. Dije, ¿por qué quieren ir a Occidente? ‘Bueno, para ir de gira a Varsovia’”.

Al tiempo que se producía esta reunión en San Petersburgo, en Ucrania autoridades locales estaban informando sobre las consecuencias de un nuevo bombardeo ruso sobre la ciudad de Odesa, el principal puerto ucraniano, precisamente en el momento en el que el acuerdo de exportación de granos está suspendido luego de que Rusia comunicara que no lo firmaría nuevamente hasta que no se cumpla con sus exigencias.

Los ataques sobre Odesa que dejaron un muerto y decenas de heridos provocaron además serios daños materiales, afectando infraestructura vital para el funcionamiento del puerto, situado sobre las costas del Mar Negro. También fue muy afectada por las bombas rusas una edificación emblemática de la ciudad, la Catedral de la Transfiguración, templo perteneciente a la iglesia ortodoxa ucraniana.

Poco después de los ataques, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski pidió el suministro de defensas aéreas a su país para poder evitar las persistentes incursiones rusas que alcanzan a buena parte del territorio del país.

“Ucrania necesita un escudo de cielo completo: esta es la única forma de derrotar el terror de los misiles rusos. Ya hemos demostrado que podemos derribar incluso los misiles rusos de los que se jactaban los terroristas. Gracias a la ayuda de nuestros socios y los sistemas de defensa aérea proporcionados a Ucrania, nuestros defensores del cielo han salvado miles de vidas. Pero necesitamos más sistemas de defensa aérea para todo nuestro territorio, para todas nuestras ciudades y comunidades. El mundo no debe acostumbrarse al terror ruso: el terror debe ser derrotado. ¡Y es posible!”, expresó Zelenski en un mensaje publicado en sus redes sociales.

Respecto a la cancelación momentánea del acuerdo que permitía el transporte de granos ucranianos hacia el resto del mundo desde los puertos situados sobre el Mar Negro, el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Vershinin, dijo entender las preocupaciones de muchos países africanos por la situación, pero agregó que estaba “trabajando en nuevas rutas para el suministro de granos”.

Según un borrador de un memorando de un plan al que accedió el periódico británico Financial Times, Rusia enviaría granos a Turquía, que distribuiría suministros a los “países necesitados”. De acuerdo a este plan, el financiamiento sería realizado de manera humanitaria por Qatar, aunque desde el emirato árabe se negaron a comentar esta versión cuando fueron consultados por el Financial Times. Por lo pronto, de acuerdo a lo que informaron agencias internacionales, el gobierno ruso podría presentar una propuesta concreta en la cumbre con líderes africanos que se celebrará dentro de pocos días en San Petersburgo.

De todas maneras, de acuerdo a datos de la ONU difundidos por la BBC, no sólo los países africanos son los afectados por la falta de acceso a los granos ucranianos. Según los números oficiales tomando en cuenta los valores de lo exportado el año pasado, el 47% de los alimentos ucranianos fueron a “países de altos ingresos”, incluidos España, Italia y los Países Bajos. El 26% fue a “países de ingresos medios altos” como Turquía y China y el 27% restante fue a “países de ingresos bajos y medianos bajos”, como Egipto, Kenia y Sudán.