El sábado en la ciudad de Bamako, la capital de Malí, los jefes de Estado de este país, de Burkina Faso y de Níger informaron que se unieron en un nuevo organismo denominado Alianza de Estados del Sahel, con la finalidad de prestarse ayuda mutua en caso de rebelión o agresión externa.

“Hoy he firmado con los jefes de Estado de Burkina Faso y Níger la carta Liptako-Gourma por la que se establece la Alianza de Estados del Sahel, con el objetivo de crear un marco de defensa colectiva y asistencia mutua”, declaró el líder de la junta de Malí Assimi Goita en su cuenta de la red social X, de acuerdo a lo que informó France24.

Cualquier ataque a la soberanía e integridad territorial de una o más partes se considerará una agresión contra las otras partes, se expresa en el texto del acuerdo firmado por el maliense Goita, en el poder desde 2021; el burkinés Ibrahim Traoré, que lideró un golpe de Estado en setiembre del año pasado; y el nigerino Abdourahamane Tiani, militar que derrocó el 25 de julio al gobierno que dirigía Mohamed Bazoum. Tras este último hecho, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), organismo en buena medida liderado por Nigeria, había amenazado con utilizar la fuerza para restaurar el orden constitucional en el país, pero finalmente no lo hizo. Desde la entidad se priorizó una salida negociada y se intentó evitar una guerra que generaría aún más inestabilidad en la región del Sahel, ya de por sí muy poco estable, en la que se ubican muchos de los países más pobres y menos desarrollados del mundo.

Más allá de las particularidades locales, las actuales autoridades de Malí, Burkina Faso y Níger están luchando por combatir las milicias de Al Qaeda y el Estado Islámico, que operan en sus respectivos territorios. Por ello, en el acuerdo firmado el sábado en Bamako también se afirma que los tres países “se comprometen a combatir el terrorismo en todas sus formas y la delincuencia organizada en el espacio común de la Alianza”, según la nota oficial.

Los tres Estados que conformaron la Alianza de Estados del Sahel fueron parte de la fuerza conjunta de la alianza G5 Sahel, que contaba con el apoyo militar de Francia, y en la que también estaban Chad y Mauritania. Este grupo se conformó en 2017 con la misión de enfrentar a los grupos insurgentes islámicos que operaban en la región. Sin embargo, Malí abandonó la organización inactiva tras su golpe militar en 2021, y el derrocado presidente de Níger Mohamed Bazoum dijo en mayo del año pasado que esta fuerza estaba “muerta” tras la salida de Malí.

Los golpes militares en Malí, Burkina Faso y Níger tuvieron un fuerte tono antifrancés, y en todos los casos los nuevos mandatarios argumentaron que el gobierno de París estaba ejerciendo un neocolonialismo, más sutil, a través de la explotación de recursos naturales locales manejados por empresas galas.

La situación hizo que Francia se viera forzada a retirar a las tropas que tenía desplegadas en Malí y Burkina Faso, y actualmente está teniendo una disputa con la junta militar que tomó el poder en Níger, que le está pidiendo al gobierno de Emmanuel Macron que retire a sus soldados del país, solicitud a la que por ahora Francia, que no reconoce al nuevo gobierno, no accedió.