Una carrera contra el tiempo están librando los equipos de rescate que están trabajando en decenas de pueblos y aldeas del centro de Marruecos tratando de encontrar sobrevivientes entre los escombros luego del terremoto de 6.3 de magnitud en la escala de Richter que sacudió en las últimas horas del viernes el centro del país.
Hasta el momento, de acuerdo a cifras oficiales brindadas por las autoridades marroquíes, 2.122 personas murieron como consecuencia del sismo y cerca de 2.400 resultaron heridas, muchas de ellas de gravedad, por lo que se espera que con el correr de las horas el número de víctimas fatales aumente sensiblemente. Además, más de 300.000 personas se vieron afectadas, porque el terremoto, el peor que sufrió la zona en 130 años, dañó o destruyó completamente miles de edificaciones.
El epicentro del terremoto fue la localidad rural de Iguil, situada en la provincia de Al Hauz, a poco más de 60 kilómetros de Marrakech, una de las ciudades más importantes del país que se vio tremendamente afectada por el sismo. Muchos de los edificios del centro histórico de Marrakech, que es una zona declarada Patrimonio de la Humanidad y el principal destino turístico del país, se vieron seriamente afectados.
Algunas aldeas remotas de la provincia, situada en el entorno de las montañas del Alto Atlas, parte de la cordillera que atraviesa el noroeste de África, quedaron destruidas casi por completo, informaron agencias internacionales. El temblor se sintió en Marruecos en las ciudades costeras de Rabat –la capital–, Casablanca, Agadir y Essaouira, en la vecina Argelia y también del otro lado del Mar Mediterráneo, en el sur de España y Portugal.
Este domingo, en la misma zona, hubo una réplica de 4.5, que generó aún más desesperación entre la población. También el domingo, luego de muchas especulaciones, el jefe de Estado marroquí, el rey Mohamed VI, aceptó la ayuda exterior. Pero de entre las decenas de países que se mostraron dispuestos a colaborar, únicamente fueron aceptados los ofrecimientos de España, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Reino Unido.
Si bien en 2011 hubo una reforma constitucional que le quitó poderes, la figura del rey en Marruecos está lejos de tener un rol básicamente protocolar, como sucede en muchos países, y conserva en cambio algunas potestades ejecutivas. Fue por esto que generó molestias, tanto dentro como fuera del país, la reacción tardía que tuvo Mohamed VI después de la tragedia, como también el silencio del primer ministro, Aziz Ajanuch.
Recién en la tarde del sábado, luego de que decenas de gobiernos de todo el mundo habían expresado su solidaridad, un comunicado de la agencia oficial Map informó que el rey había presidido una reunión en Rabat para instrumentar la respuesta al terremoto, luego de haber retornado desde Francia, donde suele pasar largas temporadas. Según se informó, Mohamed VI dispuso tres días de luto y que todas las banderas ondeen a media asta en los edificios públicos.
Mientras los militares, los bomberos y los voluntarios estaban trabajando, el actual senador y exministro de Turismo, Lahcen Haddad, explicó en una entrevista con la cadena panárabe Al Jazeera las dificultades para llegar a algunas zonas remotas afectadas por el terremoto.
Algunas de las aldeas están situadas en altas montañas, otras están aisladas, dijo Haddad, que también detalló que las carreteras que conducen a estas zonas tienen que ser despejadas para que las ambulancias puedan llegar hasta los lugares a prestar asistencia.
“A veces las carreteras [que conducen a las aldeas] no están pavimentadas, por lo que hay que traer al ejército para llegar a la población [allí], y luego se inician misiones de rescate al mismo tiempo que se evacúa a algunos de los heridos”, comentó Haddad.