El gobierno estadounidense tiene “todas las expectativas” de que Israel acepte la propuesta de alto el fuego hecha pública el viernes por el presidente Joe Biden si Hamas acepta el acuerdo, según dijo este domingo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby.
Las negociaciones del posible acuerdo se producen mientras continúan los combates en la ciudad de Rafah, situada en el extremo sur de la Franja de Gaza, junto a la frontera con Egipto, que fue objeto de intensos ataques aéreos israelíes durante todo el fin de semana.
También hubo bombardeos e incursiones terrestres en otras partes de Gaza, donde el número de muertos desde que empezó el conflicto es de casi 37.000. En declaraciones a la cadena ABC citadas por la BBC, Kirby dijo: “Estamos esperando una respuesta oficial de Hamas”, agregando que su país espera que ambas partes, que están negociando de manera indirecta a través de mediadores, acuerden iniciar la primera fase del plan “lo antes posible”.
Decidida a terminar con la guerra en la Franja de Gaza antes de que el tema le siga generando más problemas internos en el camino hacia las elecciones de noviembre, la administración demócrata que encabeza Biden hizo una movida fuerte y planteó un plan de tres etapas para terminar con el conflicto.
Exhibida inicialmente como una propuesta de Israel, por haber sido discutida con funcionarios de dicho país, pero también con representantes de alto nivel de Egipto, Qatar y otros países de la región, la iniciativa estadounidense, en un principio, fue recibida de buena manera por Hamas.
De hecho, cuando Biden presentó el plan, expresamente llamó a la organización islámica a aceptarlo, pero también a los ministros y los ciudadanos israelíes que pueden no estar de acuerdo.
El plan consiste de tres fases: la primera implicaría un alto el fuego de seis semanas en el que Israel retiraría a sus tropas de Gaza.
Además, en esta etapa preliminar, Hamas liberaría a algunos de los rehenes que están cautivos en Gaza, priorizándose los menores, las mujeres y las personas mayores a cambio de la salida de las cárceles israelíes de militantes palestinos. También, según el plan, la población palestina desplazada podría volver a lo que queda de sus casas, se permitiría la entrada de ayuda humanitaria masiva y, en paralelo, se establecería una negociación tendiente a conducir a una segunda fase, en la que se acordaría un alto el fuego definitivo y serían liberados todos los rehenes israelíes que están en territorio gazatí.
Por último, en la fase final del plan propuesto por Estados Unidos está la reconstrucción de Gaza, cuyas infraestructuras fueron llevadas a ruinas en la mayor parte del enclave de 365 kilómetros cuadrados de extensión.
En la noche del sábado, centenares de miles de israelíes se manifestaron en muchas ciudades del país exigiéndole al gobierno de Benjamin Netanyahu que acepte la propuesta de Biden. Como es habitual, la movilización más grande fue la que se llevó adelante en Tel Aviv, donde alrededor de 120.000 personas se movilizaron pidiendo el retorno de los rehenes, la renuncia de Netanyahu y la realización de nuevas elecciones.
La manifestación finalizó con una durísima represión ordenada por el ministro de Seguridad Nacional, el dirigente ultraderechista del partido Poder Judío, Itamar Ben Gvir, uno de los integrantes del gobierno que se manifestaron en contra de cualquier tregua con Hamas y que anunció que se iría del Ejecutivo en caso de que Netanyahu acepte el alto el fuego.
Lo mismo expresó el otro líder extremista, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, del partido Sionismo Religioso, representante de las facciones más agresivas de los colonos que ocupan Cisjordania.
Ante esta situación, el líder de la oposición, Yair Lapid, principal dirigente del partido centrista, laico y liberal Yesh Atid (Hay un Futuro), dijo que está dispuesto a sostener al gobierno de Netanyahu en el Parlamento –cuenta con 24 asientos en la Knesset, diez más que los que suman juntos los partidos de Ben Gvir y Smotrich, aunque esta situación conllevaría un serio riesgo político para el actual primer ministro, de 74 años–. En ese caso, el líder del Likud quedaría muy golpeado y dependiendo de Lapid, lo que significará su segura caída al terminar el canje de rehenes y prisioneros.
Un escenario posible es que tanto el líder del Ejecutivo israelí como Hamas acepten el acuerdo, pero alargando mucho las etapas, dilatando el conflicto, aunque quizá bajándole la intensidad, por razones de subsistencia política mutua.
Paralelamente a lo que está pasando en Gaza, diariamente se están registrando hechos de violencia de diversa entidad en Cisjordania y, en la zona limítrofe con el Líbano, las fuerzas israelíes siguen combatiendo con las milicias chiitas de Hezbollah.