La SIDE, como se suele conocer a la Secretaría de Inteligencia del Estado argentina, tiene casi 80 años, pero su nombre ha quedado ligado a su actuación en períodos más recientes. Durante la última dictadura argentina, el terrorismo de Estado tuvo en esos servicios secretos no sólo un aparato de vigilancia de personas sino también de represión, mediante el Grupo de Tareas 5 y su presencia en centros de tortura como Automotores Orletti.

En la década de 1990, durante el menemismo se cuestionó cómo pudieron pasar desapercibidos para la SIDE episodios como la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia, o la explosión de la fábrica de armas de la ciudad de Río Tercero, en Córdoba, con la que se intentó eliminar pruebas de esos negocios.

En 2015, cuando los servicios secretos ya habían pasado a llamarse sólo Secretaría de Inteligencia, Cristina Fernández de Kirchner quiso reestructurarlos. En esos momentos, la entonces presidenta vinculaba las denuncias del fiscal Alberto Nisman en su contra con una operación de los servicios de inteligencia. Poco después de la muerte de Nisman, la presidenta disolvió la estructura que funcionaba entonces, redistribuyó algunas de sus competencias –las interceptaciones telefónicas quedaron a cargo de la Procuraduría General de la Nación– y la sustituyó por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).

Ese nombre se mantuvo durante el gobierno de Mauricio Macri, en el que se reiteraron los escándalos de espionaje ilegal, y en el de Alberto Fernández. Pero el actual presidente, Javier Milei, decidió hacer su propia reforma y crear una nueva SIDE.

Algunos medios argentinos señalaron que al recuperar el nombre histórico, Milei da otro paso en su batalla cultural y que la denominación en alguna medida reivindica a la vieja SIDE. También informaron que con el cambio de nombre llegan figuras del pasado a ocupar lugares de poder.

“Excelencia y profesionalismo”

La Oficina del Presidente de la República Argentina anunció la decisión en la red X. Comunicó que Milei ordenó la disolución de la AFI, y manifestó: “La desnaturalización del rol de la agencia de inteligencia durante décadas fue total; lejos de poner sus recursos al servicio de la protección del pueblo argentino, el organismo fue utilizado para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica”.

A continuación, anunció la creación de la SIDE, que depende directamente del presidente y tiene cuatro agencias bajo su mando para “transformar y modernizar el sistema de inteligencia, promoviendo la excelencia y el profesionalismo en el desarrollo de sus tareas”. Contará con una agencia de inteligencia que prevenga amenazas del exterior, otra de seguridad nacional, una de ciberseguridad y otra de asuntos internos, y además coordinará los servicios de inteligencia de los ministerios de Seguridad y de Defensa.

Una de las primeras reacciones al anuncio oficial fue la del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), dedicado a los derechos humanos. “El gobierno quiere volver a la vieja SIDE, que no rendía cuentas y no tenía controles. La Corte Interamericana de Derechos Humanos advirtió en su fallo [de junio] que el encubrimiento del atentado a la AMIA y la impunidad que hoy continúa fueron posibles porque la SIDE funcionaba de esa forma”, advirtió.

Ahora el gobierno debe conseguir la aprobación del Congreso para modificar los organismos de inteligencia, dado que la AFI estaba regulada por una ley, la de Inteligencia Nacional.

Viejos y nuevos nombres del espionaje

Entre quienes hicieron sus aportes para crear la nueva SIDE, la prensa argentina menciona al secretario de Asuntos Estratégicos de la Jefatura de Gabinete, José Luis Vila, que había trabajado en la SIDE a comienzos de los años 2000, y que fue funcionario de inteligencia en Washington hasta que se creó la AFI. Más tarde, en el gobierno de Macri, estuvo a cargo de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa.

Sin embargo, la figura que más se destaca como diseñador de la nueva institución es la del asesor presidencial Santiago Caputo, que es una de las personas más cercanas al presidente y a su hermana, la secretaria de Presidencia, Karina Milei, pese a que no tiene un cargo público, sino que presta servicios de asesoría al gobierno como trabajador autónomo.

A Santiago Caputo, sobrino del ministro de Economía, Luis Caputo, y formado con el asesor político ecuatoriano Jaime Durán Barba, se le atribuye haber elegido como nuevo jefe de la SIDE a Sergio Neiffert, informó el diario La Nación. Neiffert, de 56 años, es una de las caras nuevas en la SIDE de Milei, a tal punto que se le ha cuestionado su falta de experiencia en ámbitos similares.

Ocupó brevemente cargos vinculados a la educación en un municipio bonaerense, Malvinas Argentinas, y en la provincia de Buenos Aires, entre 2007 y 2011, cuando el gobernador era Daniel Scioli. En marzo, fue designado representante del Poder Ejecutivo en el Consejo Directivo de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo. En el ámbito privado fundó una empresa para administrar bienes de deportistas, trabajó en publicidad en la vía pública y fue productor en radio y televisión.

De acuerdo con La Nación y eldiariar.com, para armar la nueva agencia Santiago Caputo se asesoró, entre otros, con personas cercanas a Antonio Stiuso, también conocido como Jaime Stiuso, exdirector de Operaciones y exdirector de Contrainteligencia. El nombre de Stiuso se hizo conocido después de la muerte de Nisman, cuando su figura se reveló como central y muy poderosa en estructuras de inteligencia que actuaban con independencia de otras autoridades estatales. El gobierno de Cristina Fernández despidió a Stiuso en diciembre de 2014, poco antes de transformar la SIDE en la AFI.

Del entorno de Stiuso, un referente con el que dialogó Caputo fue Lucas Nejamkis, un exfuncionario que si bien se alejó de la administración pública mantiene un vínculo con el espía retirado.

El diario Página 12 informó que también se vincula con Stiuso Alejandro Walter Colombo, un menemista que fue delegado de la SIDE en Roma durante la década de 1990, después fue encargado del área internacional de la AFI durante el gobierno de Macri, y ahora fue nombrado titular de una de las cuatro agencias que dependerán de la SIDE, el Servicio de Inteligencia Argentino. Esta repartición se enfocará en las amenazas externas y tendrá a su cargo la “recopilación de información estratégica alrededor del mundo” y la “cooperación con agencias de inteligencia” internacionales “aliadas”.

Otro menemista, Juan Bautista Tata Yofre, secretario de Inteligencia del Estado de 1989 a 1990, fue convocado por Neiffert para dirigir la Escuela Nacional de Inteligencia, según la prensa argentina, aunque todavía no se oficializó su designación.

La figura de Yofre, autor de varios libros en los que defiende la “teoría de los dos demonios”, tuvo un momento protagónico el 24 de marzo, en el aniversario del golpe de Estado de 1976, cuando se conmemora el Día Nacional por la Verdad, la Memoria y la Justicia. En esa fecha, Yofre apareció en un spot oficial con el cual el gobierno se proponía dar su visión del golpe. En ese video se recordaba a las víctimas de los grupos guerrilleros y se abogaba por una “memoria completa”, la visión revisionista de la vicepresidenta Victoria Villarruel.

A su vez, la Agencia de Seguridad Nacional estará a cargo del comisario retirado Alejandro Cecati, exjefe de la custodia presidencial de Mauricio Macri, y exintegrante de la custodia de Carlos Corach, ministro del Interior de Carlos Menem. De acuerdo con eldiarioar.com, Cecati encabezó una purga de la Policía Federal en diciembre, el mes en que asumió el nuevo gobierno.

Este cambio en los servicios de inteligencia fue dispuesto a continuación de la salida, en mayo, del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, entre versiones de que se había aliado con la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y había intentado espiar al círculo más cercano del presidente. El jefe de la AFI era entonces Silvestre Sívori, un abogado proveniente del macrismo, muy cercano a Posse y que se fue del gobierno con él.