Alejandro Salvatierra le puso el pecho a la vida desde muy temprano. Primero, cuando Carlos Salvatierra, su padre, terminó en la cárcel; luego, cuando Rosa Ibáñez, su madre, fue desalojada del departamento familiar que compartían. Junto a Rosa y sus tres hermanos conoció los peligros de vivir en situación de calle en el sur de la ciudad de Buenos Aires. En 1995, mientras Carlos Saúl Menem se dirigía a su segundo mandato consecutivo como presidente y la Ley de Reforma del Estado dejaba un tendal de desocupados por las privatizaciones, Pitu –como lo llaman desde chico por su talla baja– conoció las drogas y con 15 años se subió a un bondi que siempre cobra un pasaje difícil de costear. En 2001, a pocos meses del estallido social que expulsaría a Fernando de la Rúa de la Casa Rosada, cayó preso. Repetía la historia familiar.

La palabra entró en su cabeza como un rayo cuando decidió estudiar en la cárcel. Dice que los 200 libros que leyó lo ayudaron a pasar ocho años en una celda de la Unidad 9 de La Plata. Paseó sin equipaje –y gratis– por la casa natal de Juan Domingo Perón en Lobos, y por la Escuela de Hogwarts de la mano de Harry Potter. Tener la palabra a mano lo hizo un tipo menos violento. Al recuperar la libertad se acercó al peronismo, a la militancia. Hoy es referente social en el barrio porteño Villa Lugano, donde reside.

El integrante de la Agrupación Mujica Vive, encuadrada dentro de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular, recibe a la diaria en el Instituto Villero de Formación, en el barrio 15 (Ciudad Oculta), para hablar sobre cómo impactan en los sectores más vulnerables las políticas recetadas por el gobierno de Javier Milei, el avance del narco ante el retiro del Estado y la situación social, económica y de seguridad en los barrios populares.

¿Cuántos comedores hay en el barrio 15?

Tenemos 42 manzanas y hay 48 comedores, más de un comedor por manzana. En la ciudad la olla popular no es una herramienta de organización, hay que ser más inventivo para lograr juntar a los vecinos. En la provincia, en cambio, tirás cuatro maderas, prendés una olla, hervís fideos, con la magia de las mujeres, que no sé cómo hacen y les dan de comer a los pibes. Cuando otro vecino ve que la mujer está haciendo eso, se acerca. A la semana ya son cinco, al mes diez, a los tres meses 20 y están en la municipalidad reclamándole al intendente que les resuelva algún problema. Se organiza la gente alrededor de la olla popular, por eso la olla popular es un problema para la política.

El gobierno no entrega mercadería a los comedores desde diciembre.

El gobierno de Milei tiene nueve sentencias que lo obligan a entregarla. No hay justificación financiera ni económica, porque la mercadería está en los galpones, pudriéndose. Una de esas sentencias dice que el Estado no tiene la infraestructura necesaria y recomienda volver a utilizar la de merenderos y comedores de las organizaciones porque, en esos espacios, ven las problemáticas, se organizan en función de esas cuestiones y buscan respuestas. Lo podría haber hecho la iglesia, sí, pero no lo hizo.

¿Quién ocupa el espacio que el Estado deja en su retirada?

En el último mes, la combinación del desfinanciamiento de los programas sociales que atienden a los sectores populares, como el Potenciar Trabajo, y la no entrega de mercadería hizo que muchos comedores cerraran o pararan el reparto de víveres, agotaran sus reservas y tuvieran que cerrar. El congelamiento del Potenciar provocó que las tareas de los trabajadores englobados en cooperativas dejaran de realizarse. Entonces, la gente deja de venir. Entre el retiro del Estado y el debilitamiento de las organizaciones sociales quedó un vacío territorial que empezaron a llenar los narcos.

¿De qué manera lo hacen?

Tenemos registrados comedores en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires adonde el narco del barrio se acercó para preguntarle a la responsable por qué la gente no iba con el táper a retirar comida. La responsable cuenta que el gobierno nacional no entrega mercadería desde diciembre. El narco le dice: “Quedate tranquila, dame dos días”. Y en dos días le trae carne, verduras y secos para que el comedor funcione dos meses. Lo he visto con mis propios ojos en tres barrios: la 1-11-14, la 21-24 y la 31. Donde más se ve es en la 1-11-14: tengo tres casos puntuales. En los otros dos pude encontrar uno y uno desde diciembre hasta la fecha.

Narcos, el FMI de los barrios

Usted dijo que el narco es a los barrios populares lo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) es a los países tomadores de deuda. ¿Por qué?

Cuando los países ya no tienen adonde ir acuden al FMI. El FMI es el que te cobra peor. La gente al último que le va a pedir plata es al narco, que te dice: “Bueno, no comas, no te compres ropa, pagame, no me importa nada”. Si no le pagás, te da masa. Antes te prestaban 100 y te cobraban un interés mensual del 8% o 10%. En algunos casos, se daba un sistema medio perverso porque se iban sumando los intereses y, si no pagabas la primera cuota, en la segunda tenías que pagar las dos cuotas con los intereses de cada una más un plus por no haber pagado el primer mes. Era una locura. Empezabas pidiendo un préstamo que te llevaba el 15% de tu sueldo y a los cuatro meses el transa te estaba llevando el 80%. Hace un mes, esa ecuación cambió.

¿Cómo se modificó la relación entre el narco y el que pide dinero prestado?

De repente, aparecieron diciendo: “¿Cuánto necesitas? ¿400? ¿En cuánto me lo pagás?”. “En cuatro meses. ¿Cuánto me cobrás de interés?”. “Sin interés”.

¿Qué se busca con ese cambio de estrategia?

Están comprando voluntades y te aseguro que tiene resultado. He ido a hablar con quienes han pedido plata y han devuelto de esa manera en este tiempo. He ido a hablar con las compañeras de los comedores que fueron parte de este sistema y miran a los narcos de una manera distinta.

¿Qué manifiestan estas personas en esa nueva forma de relacionarse con el narco?

Dicen que cuando no estaba nadie para ayudarlos, llegó el narco y resolvió. Y que ahora el comedor le está dando de comer a la gente. Ya no miran al narco como ayer.

¿Cómo lo veían ayer?

Como el que mataba a los pibes del barrio.

¿Y cómo lo ven hoy?

Como ese chabón que les permite tener el comedor abierto. Al que pueden pedirle plata y devolvérsela como si fuera un amigo, pero que sigue matando a los pibes del barrio. El problema es lo que nos va a costar esto como sociedad.

¿Hacia una cartelización del narcotráfico en Argentina?

¿Qué opciones tenía aquel pibe que, hasta diciembre, era reclutado por el narco?

Si bien podía ser soldado del narco, también había una cooperativa, un comedor, un centro comunitario sostenido, una biblioteca, la escuela, la iglesia. Había una red que estaba vinculada con fondos del Estado que le daba al pibe la posibilidad de encontrar alternativas. Hoy no tiene muchos caminos porque vienen acá a la puerta del lugar donde vos estás ahora y nosotros no tenemos respuestas para darles. Ya nos asfixiaron, ya nos ahogaron. Lo que podemos hacer es producir nosotros mismos con nuestro ingenio, con nuestra inventiva.

Foto del artículo 'Alejandro Pitu Salvatierra: “Compañeras de los comedores dicen que cuando no estaba nadie para ayudarlos, llegó el narco y resolvió”'

Foto: Enrique García Medina

¿Cuáles son los factores que frenan por el momento la cartelización del narcotráfico en Argentina?

Lo único que impide que se cartelice el narcotráfico en Argentina tiene que ver con lo que pasa dentro de las cárceles. La pirámide social dentro de la cárcel todavía sigue ubicando al ladrón en la punta de la cima y al narcotraficante apenas un escalón arriba del violador, que está en la base. [Luis Mario] Vitette, el que pensó el robo al Banco Río, estaría en lo más alto. Hasta un ladrón de carteras es más que un transa dentro de un penal.

En lo económico, ante el retiro del Estado, una mujer mantuvo el comedor abierto gracias al aporte del narco. ¿Cómo ve el tema de la seguridad en los barrios?

Están siendo mucho más inseguros que años atrás. Se ha mudado muchísimo el delito dentro del barrio por varios motivos. Por el avance de la tecnología en materia de seguridad, más en la ciudad de Buenos Aires, donde vos tenés detectores faciales en el subte, subís en una estación, tenés captura y te están esperando en la otra estación. Donde los pibes salen, después de cumplir condena de 12 años, quieren ir a chorear y caen a los cinco meses, ya no quieren volver, el otro mira y dice “ya no hay camino”. Y el paco, principalmente, que los deja en condiciones físicas paupérrimas, que no los deja salir ni a media cuadra de la villa sin que los levante un patrullero. Entonces, todo eso se muda para adentro. El pibe no deja de chorear, chorea adentro. Un nene que va con guardapolvo blanco vuelve sin zapatillas y sin mochila; trabajadores que van a trabajar son robados.

¿Eso está pasando ahora?

Acá mataron a una persona el miércoles de la semana pasada en la parada de colectivo de una puñalada para robarle la billetera; iba a trabajar. El que lo mató es un asesino que merece el castigo de la ley, pero yo no puedo dejar de decirte que es un pibe que está totalmente tomado por el paco. Después podemos, si tenemos ganas y queremos dar un debate profundo sobre seguridad, ponernos a pensar por qué ese pibe terminó en ese lugar, en esas condiciones. Podemos pensar si todo es lo mismo. Si es verdad que yo dependo de mí, que tengo que ir a trabajar igual, gobierne quien gobierne; si es verdad que, si no les das oportunidades a los pibes, ellos buscan cómo salir. Los pibes terminan matando a un trabajador por una billetera de una puñalada en una esquina y cuando lo vas a buscar para ajusticiarlo te das cuenta de que es un pibe que está totalmente enfermo.

Ese pibe nació y creció en el barrio. ¿Conocía al señor que mató?

Sí, claro. Ahí tenés una inseguridad que se fue mudando hacia dentro del barrio, y el vecino se protege como puede.

Es la representatividad, estúpido

Milei logró capitalizar la bronca y el hastío de diversos sectores sociales con la clase dirigente.

Y lo votaron con mucha esperanza porque veníamos de muchos fracasos. Hace diez años que veníamos con niveles de inflación insostenible. ¿Por qué un pibe que ha vivido siempre fuera del sistema no votaría a alguien que dice vamos a romper el sistema? En un momento se creó tal desbarajuste en la sociedad que ser empleado público se convirtió en un privilegio. Un privilegio que los sectores postergados no están dispuestos a sostener. Porque tenés trabajadores que cobran por debajo de la línea de la pobreza, están mirando al empleado público y dicen: ¡Echemos al empleado público, yo quiero cobrar más! Entonces tenés una pelea entre pobres. Milei logró conectar con el desencanto de la sociedad con la política. Lo votaron porque Alberto [Fernández] gobernó mal, porque [Mauricio] Macri gobernó mal y también porque el PRO fue una pésima oposición. Por esas tres variables la gente de mi propio barrio lo votó. Pero también, así como te digo esto, te explico otra cosa que es más importante. Los del barrio fueron los primeros que se dieron cuenta de que se equivocaron.

¿Por qué?

Porque fueron los primeros que se empezaron a cagar de hambre.

¿Cómo se puede pensar ese movimiento pendular en la representación de los sectores populares respecto del peronismo?

El peronismo dejó de representar a esos sectores. Al contrario de lo que se piensa, el electorado peronista es el menos termo de Argentina. El más termo es el 30% que vota contra el peronismo le des lo que le des. Son cuadrados. No quieren votar al peronismo. El electorado peronista –lo mostró varias veces– piensa así: vos sos peronista, yo soy trabajador, yo quiero vivir bien. Si no me resolvés la vida, no te voto. Es el voto más racional que existe. Vota al peronismo porque le garantiza salario digno, creación de puestos de trabajo, un país industrializado. La gran masa popular que vota al peronismo no pide que lo manden de viaje a Nueva York. Pide tener un salario por arriba de la línea de pobreza. Pide que dominen la inflación. Tiene que comer y tiene que poder vivir. Yo creo que esto va a ir profundizándose en la medida en que el peronismo no se agiorne a los nuevos momentos que estamos viviendo y sigamos hablando, desde el peronismo, de aguinaldos, de salarios, de remuneraciones por despido cuando solamente el 20% de los trabajadores activos está sindicalizado. Es un 80% que está por fuera de eso. Son dos millones de trabajadores los que representa la CGT en la Argentina.

¿Cuándo se produce ese quiebre en la representatividad?

El peronismo contó con distintos ejes de transmisión de esa representatividad. La CGT con los trabajadores, las organizaciones sociales con los sectores populares. Hubo una cercanía. Hubo poleas de transmisión: la militancia hacia la clase media, la militancia hacia los sectores populares. Pero me parece que perdimos un poco el rumbo en un momento. Y creo que el momento fue cuando cambiamos el sujeto de militancia.

¿Por qué?

Porque cambiamos de concepción. Cuando militás por un trabajador, militás por determinadas variables. Por ejemplo, el salario. ¿Para qué tiene que servir el salario cuando pensás en un trabajador? Para que viva bien, pueda tener esparcimiento y pueda ahorrar un poquito. Ese es el ideal peronista. Cuando empezás a militar para el consumidor, comenzás a hablar de salarios indirectos. Entonces le damos el subsidio en el colectivo para que le quede un poco de plata al trabajador y pueda consumir. Y llega un momento en que no vas a satisfacer esas necesidades. Entonces me parece que el peronismo tiene que volver otra vez a las bases, a militar por el trabajador en sus diferentes variables. Quienes tienen derechos y quienes no tienen derechos. Los que tienen derechos ya sabemos lo que quieren. Hay que averiguar qué quieren los que no tienen derechos, muchachos. Hay que ir a hablar con esos.

Frente a esta descripción social y económica que viene haciendo, ¿cuánto puede avanzar el narcotráfico en Argentina?

Si no logramos revertir las políticas del gobierno de Milei, como dice [el exministro peronista Guillermo] Moreno, dentro de la ley y el marco constitucional, no va a tardar mucho en cartelizarse el narcotráfico en Argentina. El blanqueo de capitales sirve para eso. La dolarización no murió en la cabeza de Milei, sino que se retrasó un poco, y eso favorece al narcotráfico también. Combatir a las organizaciones sociales libres del pueblo que se fueron construyendo en una red de 30 años de solidaridad, que sostienen un montón de vidas, es lo que más beneficia al narco, porque le libera el territorio. Si no está el Estado y no están las organizaciones, está el narco. No hay otro actor social en los barrios populares, en ningún lado de América Latina, no existe.

¿Cuál es el destino de Argentina, respecto del narcotráfico, si el plan económico de Milei tiene éxito?

Si Milei logra implementar sus objetivos de gobierno y concretar el modelo económico que tiene en su cabeza, vamos a tener un país que se va a parecer muchísimo a Ecuador o a la Colombia de los 80. Las políticas de Milei contribuyen al desarrollo del narcotráfico.