Como si se tratara de un pronóstico del tiempo o un aviso de obstáculos en el tránsito, el diario Granma brindaba el viernes la previsión del déficit de energía eléctrica para el día. Después de que a comienzos de diciembre se llegara a picos de interrupción del 62% del servicio eléctrico a un mismo tiempo, el miércoles los apagones llegaron a tasas de 60% y para el viernes estaba previsto que afectaran a 56% del país durante las horas de mayor demanda de energía.
“Afectaciones al servicio eléctrico para hoy viernes”, se titulaba el artículo de Granma. “Se prevé al [horario] pico una disponibilidad de 1.490 MW y una demanda máxima de 3.350 MW, para un déficit de 1.860 MW”.
Listaba centrales en mantenimiento, problemas por falta de combustible, limitaciones en la generación térmica por equipos fuera de servicio y otras “incidencias”.
Estos reportes de la empresa estatal Unión Eléctrica, que pertenece al Ministerio de Energía y Minas, exponen el deterioro en las antiguas centrales eléctricas cubanas y las carencias de petróleo para producir energía. La situación, que afecta a los habitantes en su vida cotidiana, ha sido motivo de protestas en los últimos años y también golpea a la economía. Los apagones, en algunas zonas se extienden por 20 horas.
México y Rusia le brindaron asistencia a la isla en las últimas semanas. El miércoles, el petrolero ruso Jasper, con 330.000 barriles de crudo, llegó a la costa de Cuba, informó la agencia Efe citando datos del Instituto de Energía de la Universidad de Texas. Ese petrolero, que fue sancionado por la Unión Europea y Reino Unido, navega con bandera de Vanuatu, agregó.
Unos días antes, el viernes 19, México había enviado a la isla dos buques con 80.000 barriles de combustible en total, de acuerdo con la misma universidad.
Durante una conferencia de prensa, el jueves, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, fue consultada sobre el malestar que esto habría causado en Washington. Respondió que la relación que su país mantiene con Cuba “siempre ha sido una diferencia” con Estados Unidos desde la Revolución cubana de 1959.
En cualquier caso, los cargamentos que llegan a Cuba están lejos de cubrir las necesidades. Se requerirían unos 110.000 barriles diarios y la producción nacional apenas llega a 40.000.
No está claro cuánto petróleo aportaba Venezuela a Cuba, porque ninguno de los dos países publicaba esos datos, pero distintos centros especializados lo estiman en un volumen decreciente desde 2024, de 50.000 barriles diarios a entre 10.000 y 30.000, de acuerdo con Efe.
El impacto de la presencia militar de Estados Unidos
Desde que Estados Unidos dispuso un despliegue militar en aguas internacionales frente a las costas venezolanas, en el Caribe, apareció otro obstáculo para que Venezuela haga llegar petróleo a Cuba. En particular desde que Washington pasó de atacar supuestas “narcolanchas” a abordar buques petroleros sobre los que pesan sanciones.
Un artículo del diario The New York Times, que cita documentos de la empresa petrolera estatal venezolana PDVSA y fuentes cercanas al gobierno cubano, afirma que las necesidades económicas de Cuba, que debe comprar en el exterior muchos de los productos básicos, llevan a su gobierno a revender en Asia los envíos de petróleo. De ese modo, no llega a la isla todo el crudo que La Habana compra a Venezuela.
Según el diario estadounidense, el petrolero Skipper, que Estados Unidos abordó, había trasvasado parte de su cargamento a otro barco, el Neptune 6, que se dirigió a Cuba. Pero el Skipper siguió viaje rumbo a Asia con el resto de la carga cuando fue asaltado.
El artículo señala que después de esos hechos se pronunciaron las autoridades cubanas. En un comunicado titulado “Se refuerza la guerra económica contra Cuba”, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla afirma que el asalto al buque petrolero en el Caribe fue un “acto de piratería y terrorismo marítimo” que “constituye una violación grave del derecho internacional”.
Denuncia, además, que “esta acción se inscribe en la escalada de los Estados Unidos para impedir el legítimo derecho de Venezuela a utilizar y comercializar libremente sus recursos naturales con otras naciones, incluidos los suministros de hidrocarburos a Cuba”.
Señala que “durante el primer mandato de Donald Trump se adoptaron medidas para obstaculizar el libre comercio de los recursos petroleros venezolanos y se persiguió a los barcos que transportaban combustible” a la isla. “Esta situación persiste y se agrava ahora con el uso de la fuerza militar”, agrega.
Estas “acciones repercuten negativamente en Cuba y recrudecen la política de máxima presión y asfixia económica de los Estados Unidos, con un impacto directo en el sistema energético nacional y, por consiguiente, en la vida diaria de nuestro pueblo”, concluye el comunicado, emitido el 12 de diciembre.
La dependencia energética de Cuba hacia Venezuela se refleja en el Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela, que se firmó hace 25 años para que Caracas le vendiera a La Habana crudo a cambio de los servicios de sus profesionales –sobre todo médicos y docentes–.
El viernes, durante una conferencia de prensa, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, dedicó varias críticas al gobierno cubano, al que acusó de haber “destruido” Cuba a lo largo de las décadas. Consultado sobre si el Ejecutivo de Donald Trump quiere un cambio de gobierno en la isla, Rubio respondió que no sólo las autoridades actuales: “Creo que a cualquier administración le gustaría ver una situación diferente”, dijo.
Otras crisis en Cuba
La situación crítica por falta de recursos afecta de diversas maneras a la población cubana. Por ejemplo, le impone limitantes a las autoridades para hacer frente a la epidemia de dengue y chikunguña que atraviesa actualmente, y que hasta la semana pasada había dejado 55 muertos.
Por entonces, la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña, informó que de esas muertes 37 se debieron a complicaciones vinculadas con el chikunguña y las demás al dengue. Reportó también que había decenas de pacientes en terapia intensiva, casi 2.200 casos de personas con síntomas que podían corresponder a una de esas enfermedades, y un acumulado de 47.756 contagios de chikunguña y 25.995 de dengue.
Los primeros casos se detectaron en julio, pero recién en noviembre el gobierno comunicó que estas enfermedades se habían disparado y Cuba sufría una epidemia.
Poco antes, las autoridades hicieron un pedido de ayuda internacional debido al paso del huracán Melissa, y entre los productos que solicitaron se encontraban químicos para combatir al mosquito que transmite estas dos enfermedades.