El 24 de febrero de 2022, la invasión rusa a Ucrania activaba las alarmas en Europa y preocupaba a los países vecinos: dos de ellos, Suecia y Finlandia, ingresaron desde entonces a la OTAN, la alianza defensiva liderada por Estados Unidos de la que se habían mantenido ajenos.

Las nuevas tensiones se reflejan también en los manuales de supervivencia actualizados que en octubre comenzaron a distribuir varios países europeos como Alemania, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Noruega, y que prevén diversas crisis, entre ellas una nuclear.

Para conocer cómo se vive en esa región la guerra entre Rusia y Ucrania, la diaria conversó con Jairo Eduardo Acosta Lara, que es colombiano y vive hace 18 años en Helsinki, la capital de Finlandia, y Maite Bellón, una argentina que desde hace 12 años es ciudadana sueca.

En 1991, tras la disolución de la Unión Soviética, Ucrania optó por formar parte de Europa y mostró su interés de pertenecer a la OTAN. Aunque actualmente no la integra, en julio de 2021, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, mencionó que rusos y ucranianos eran “un solo pueblo” y señaló que Occidente corrompió a Ucrania mediante un “cambio de identidad forzado”.

Históricamente, los países nórdicos fueron neutrales. Pero en 2023 Finlandia se acopló a la OTAN y Suecia hizo lo mismo en 2024, impulsados por este conflicto y por su cercanía con Rusia.

“En caso de crisis o guerra”

Maite Bellón, de 46 años, vive en Malmö, una ciudad de Suecia ubicada en la región de Escania. Entre sus pobladores hay una gran presencia de inmigrantes. Se estima que viven allí cerca de 320.000 personas de un total de 10,6 millones que habitan ese país nórdico. La ciudad es como un campo, dispuesta con bicisendas que llevan de una punta a otra a sus habitantes.

Así lo cuenta Maite en diálogo con la diaria desde un café en la ciudad de Buenos Aires, adonde llegó para pasar un tiempo con sus familiares. En la capital argentina estudió periodismo y la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires. Su cuenta de Instagram @unaargentinaensuecia demuestra un poco lo que dice: “Yo soy de acá y de allá”. Hace 12 años se fue a Suecia con su pareja, que es sueco, y hoy es ciudadana de ese país.

Consigo tiene el folleto amarillo y negro, escrito en sueco, el cual fue distribuido por el gobierno de Suecia en noviembre, titulado: “En caso de crisis o guerra”. Si bien asegura que para ellos ese folleto no representa el miedo a que ocurra una guerra o bombardeo en su país, al solicitarle un ejemplar, respondió: “Este es el mío y no tengo otro, no puedo dártelo”.

El documento es una versión actualizada de otro similar que se distribuyó en 2018. “Hace muchos años que existe, no es solamente por si hay una guerra, sino también en caso de una crisis, y lo que te dice es qué hacer en esos momentos, cómo funcionan las alarmas que suenan cuatro veces al año”, el primer lunes de marzo, junio, setiembre y diciembre.

“Están puestas en distintos lugares de la ciudad y se escuchan en todo el país, de norte a sur. Es para probar que funcionan por si alguna vez tienen que usarlas, pero no hacen un simulacro. El folleto te cuenta sobre los distintos tipos de alarmas. Por ejemplo, en caso de una de crisis general, como un derrame químico. Son siete segundos varias veces, y al final dejan como un minuto y suena una larga de 30 segundos que quiere decir que terminó”, dice Maite.

“Es para dar un mensaje importante a la población, no quiere decir que se trate de una guerra. Te indica que te quedes adentro de tu casa, cierres ventanas, puertas y la ventilación y escuches la Radio 4 de Suecia. En todas las advertencias nos piden siempre que tengas con qué informarte. Hay que dejar preparada una radio con pilas”, cuenta.

Otras alarmas indicarían una guerra o un ataque aéreo, pero Maite nunca las escuchó “porque Suecia no está en guerra desde hace 200 años”, dice. “La del ataque aéreo son señales cortas de un minuto y dice que te vayas a tu refugio o algún lugar donde estés seguro, el más cercano; nosotros tenemos refugios en todos lados”, agrega.

Aclara que este procedimiento no es consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, sino que “se había hecho un folleto en la década del 60 y en 2018, mucho antes de este conflicto”.

“La diferencia es que este [último folleto] es mucho más completo. La primera parte es bastante de propaganda. Uno lo lee y te da miedo, pero a ellos no les da temor. Dice que ‘vivimos en un mundo inseguro y la guerra es la mayor amenaza a nuestra libertad’, pero ‘hay otras amenazas y otros problemas muy grandes’. Se interpreta como que Suecia se está preparando para la guerra, pero te está recomendando qué hacer en caso de una crisis, una inundación, un ciberataque o lo que sea. Tenés que saber qué hacer”, afirma Maite.

La primera parte del folleto advierte: “Si escuchás que Suecia se rindió, es mentira. Suecia nunca se va a rendir”. Cuando Maite lo leyó en 2018, le pareció “muy fuerte”. Sin embargo, aclara que para los suecos no es así. “Mi pareja ni siquiera miró el librito”.

Maite Bellón

Maite Bellón

Foto: Enrique GM

Parte de un bando

“La neutralidad sueca siempre fue muy importante. Pero cuando empezó la guerra con Rusia el ingreso a la OTAN fue una propuesta y lo mismo para Finlandia, que tiene casi 1.500 kilómetros de frontera con Rusia. Hubo muchas negociaciones previas, porque para entrar a la organización todos los países miembros tienen que aprobarlo en el Parlamento. Turquía y Hungría estaban un poco en contra, decían que en Suecia hay muchos kurdos terroristas, pero al final aceptaron”, recuerda Maite.

“Desde el primer día Suecia apoyó a Ucrania. Suecia es un país con una enorme industria militar, pese a que siempre se mantuvo neutral. Saab (una empresa de defensa y aviación sueca) fabrica aviones militares y material bélico, es gigante y le vende a todo el mundo. A Ucrania se le dio mucho apoyo económico y eso lo ves en muchos países de la Unión Europea, que tienen la bandera de Ucrania. El enemigo siempre fue Rusia”, dice.

“La decisión de cortar toda relación con Rusia fue de la Unión Europea cuando empezó la guerra”, afirma Maite. “El gasoducto que va por el Báltico está cerrado hace mucho tiempo, el recientemente cerrado es el que va por tierra. Esto afectó muchísimo a toda la industria, sobre todo a las alemana e italiana, que dependen mucho del gas, y a toda Europa. Aumentaron los precios y se buscan otras fuentes de energía. Al principio, hubo una campaña muy grande para boicotear a Rusia en toda Europa y muchas empresas suecas se tuvieron que ir del país ruso, como H&M o Ikea”, agrega.

Al consultarle cómo se comunican las noticias acerca del conflicto, señala: “Al principio había mucha preocupación. Se empezó a pensar en los refugios, porque hay muchos en todos lados, pero la gente había empezado a usarlos como bares, depósitos. Y las noticias decían que había que empezar a volver a pensarlos como refugio, aunque en Suecia no ha habido amenazas de Rusia por 30 años. Pero no está presente la sensación de que se viene la guerra”.

Recuerda que cuando recibió el folleto con las guías sobre cómo actuar en emergencias, ella estaba en un evento con 200 personas y nadie comentó nada.

“En la guía también se recomiendan cosas prácticas para tener en los hogares en caso de bombardeo, ciberataque u otra situación”, aclara. En Malmö hay temperaturas de menos de diez grados bajo cero. Es el lugar donde la calefacción resulta vital, mientras que en el norte puede llegar a 40 grados bajo cero. “Si nos cortan la central de calor, nos morimos”, afirma Maite. “Por eso, recomiendan tener ropa abrigada, frazadas, material aislante, una bolsa de dormir y alternativas a las fuentes de calor que no dependan de la electricidad, por ejemplo, a gasoil o algún tipo de radiadores que se manejen por energía solar. También velas o fósforos”, dice.

“Otro de los ítems que se resaltan es la comunicación. Tanto el gobierno sueco como el finlandés y el noruego recomiendan tener una radio con pilas o que se nutra de la energía solar, pilas extras, un celular y un cargador de celular que funcione en el auto y un papel que tenga escrito los teléfonos importantes”, agrega.

“En cuanto a los víveres, por ejemplo, recalcan que los ciudadanos suecos deben proveerse de alimentos para poder vivir una semana en sus hogares. En otros países hablan de tener comida para tres días en caso de que haya una crisis”, afirma. Además, “el Estado tiene almacenes donde guarda muchísima comida y otras cosas para el caso de una crisis”.

Suecia no cuenta con suministro de gas. Poseen tecnologías de reconversión con las que logran incinerar la basura para generar energía que les provee la electricidad y calefacción que necesita el país. Esa energía se conduce a través de unos caños que generan calor por debajo de la tierra y provee esos servicios. Otro asunto actual que se agregó es qué hacer con tu mascota. El manual dice que cada quien tiene la responsabilidad de procurar el bienestar de su mascota en caso de que haya una crisis o una guerra. Recomiendan tener todo lo necesario para su supervivencia para una semana, tal como la comida, el agua, medicina si lo necesita, la caja transportadora, el teléfono del veterinario, el seguro de la mascota y el número de identidad escrito en un papel.

También se agregó otro ítem acerca de qué hacer en caso de un atentado terrorista. “Una de las cosas para las que más nos están preparando hoy en día es para un atentado terrorista. Por ejemplo, no podemos llevar cartera ni ningún tipo de bolso a ningún evento que sea masivo, tal como uno deportivo o un festival. Tenés que tener todo lo necesario en los bolsillos”, señala.

Desde Helsinki

Jairo Eduardo Acosta Lara es oriundo de Bogotá, Colombia. Tiene 43 años y vive desde hace 18 en Helsinki. Con 674.000 habitantes, la capital de Finlandia es la ciudad más poblada del país, que comparte cerca de 1.340 kilómetros de frontera con Rusia.

En Helsinki conoció a su actual pareja, que es finlandesa, y son padres de dos niñas adolescentes. Trabaja como maestro en centros educativos públicos de primaria y secundaria, en los que enseña el idioma español. También vivió en Argentina, donde estudió sonido en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica.

“A la gente de acá le parece un poco gracioso los folletos que distribuyó Suecia porque consideran que es algo de una paranoia terrible. Acá no los enviaron, yo ni siquiera sé bien de qué va el documento. Pero se toman en serio el tema de la guerra, aunque no lo sentimos tan amenazante. Creo que hay como una creencia de que en el fondo Rusia no se quiere meter con Finlandia, por eso la gente es precavida pero no paranoica”, explica Jairo a la diaria desde su hogar en Helsinki.

Sin embargo, Finlandia ha publicado de forma online una guía similar al folleto descrito por Maite: “Lista de verificación para prepararse para incidentes y crisis. Preparación para incidentes y crisis”.

“En cualquier momento, si a Rusia le da la gana de recuperar los países bálticos –los que se independizaron de la Unión Soviética, como Letonia, Lituania, Estonia–, se les viene encima. Y aquí es lo mismo, Finlandia fue rusa hasta 1917. Y, por lo que tengo entendido y dicen los medios, Putin tiene el gran sueño de recuperar tierras que perdieron los rusos”.

Jairo Eduardo Acosta Lara.

Jairo Eduardo Acosta Lara.

Cuando comenzaron los bombardeos rusos en 2022, cuenta Jairo, los ciudadanos finlandeses empezaron a preguntarse qué pasaría, porque la cercanía con la potencia rusa resultaba amenazante, pero las inquietudes no superaron los intercambios por redes sociales.

“Recuerdo que en los grupos de Facebook del barrio preguntaban dónde se encontraban los refugios más cercanos y cómo llegar a ellos. Pero luego de dos o tres meses, a la gente se le olvidó. Obviamente seguimos la situación a través de la prensa, que aquí es una mezcla de seria y amarillista. Putin es un tema del que se habla, que vende, aquí la gente lo odia, directamente. El conflicto está presente, pero más desde la curiosidad, tal como ‘qué se le va a ocurrir a este loco’, no tanto desde la paranoia. Es un problema, pero no creemos que vamos a estar en guerra”.

Según cuenta Jairo, los finlandeses toman ciertos recaudos en la organización de sus hogares en caso de guerra o crisis. “En la casa tenemos un lugar donde guardamos radios con pilas y linternas, y sabemos que si algún día llega a pasar algo, contamos con ese kit de supervivencia”.

Una de las consecuencias directas del conflicto bélico vecino fueron los miles de refugiados ucranianos que recibió ese país. Pese a que uno de los partidos que integran el gobierno finlandés es “el más antiinmigración de todo el mundo”, recibieron y acogieron a miles de exiliados ucranianos.

“Al mes de llegar los ucranianos con sus hijos, ya tenían trabajo, casa y todo, mientras que los que provienen de Siria pueden estar un año sin recibir nada de ayuda”, señaló.

Uno de los partidos que conforman la alianza de gobierno, el Partido de los Finlandeses, intenta impedir la inmigración. “Quieren que los inmigrantes sólo sean cristianos, que no sean musulmanes ni otros, pero lo que unifica tanto a la derecha como a la izquierda es que todos están contra Rusia y esa es una posición general”, dice Jairo.

Respecto del ingreso de Finlandia a la OTAN en 2022, el maestro afirma: “Lamentablemente no nos quedó otra opción, porque están aquí al lado y en cualquier momento se meten”.

Finlandia es un país pequeño, cuenta con unos cinco millones y medio de personas y un Estado de bienestar fuerte. Consultado sobre si el gobierno tomó medidas de algún tipo desde el comienzo de la guerra, Jairo respondió que “hubo empresas que trabajaban con Rusia y cortaron sus relaciones”.

“Toda Europa depende del gas ruso y lo suspendieron, pero después se dieron cuenta de que no se podía; entonces, igual sigue llegando gas. Cerraron completamente la frontera, y como parte de su guerra híbrida los rusos están metiendo refugiados de Medio Oriente. Sin pedirles explicaciones, ni documentos, los montaban en buses, y eso le complica las cosas a Finlandia. Pueden llegar entre 100 y 200 personas en un solo día y es un número gigante. Por eso, se cree que fue una estrategia para desestabilizar. Eso forzó a cerrar toda la frontera y ya nadie puede pasar de Rusia para acá por tierra”, dijo.

Otra situación que complicó de un lado y del otro es que cerca de la frontera viven muchas poblaciones rusas y tienen sus casas de vacaciones, y ahora están impedidas de acceder a ellas. “Hay pueblos enteros que dependen del comercio de los turistas rusos que viven allí por temporadas, y ese ingreso ya no lo tienen. Incluso no se consiguen muchos productos en Rusia, o cuestan seis veces más que en Finlandia, como el queso. Por eso, muchos rusos llenaban los autos de queso”.

A la situación internacional, en Finlandia se suma la llegada de un gobierno “de derecha tirando un poco a extrema derecha”. Jairo afirma que “está cortando un montón de dinero que estaba destinado a ayudas sociales. La gente no tiene trabajo. Hoy salió en las noticias que las personas cada vez tienen menos plata para sobrevivir y que los pobres son cada vez más pobres”.

Mientras tanto, la guerra entre Rusia y Ucrania se acerca a cumplir tres años, y los países nórdicos y parte de Europa viven con este sistema preventivo. Aunque no temen una guerra inminente, saben que tienen que estar preparados para afrontar una posible crisis.