La irrupción de Javier Milei en la escena pública significó un terremoto para el sistema político argentino y puso en jaque la continuidad de dos coaliciones que se habían mantenido relativamente estables en las últimas décadas. Tanto el peronismo y socios de centroizquierda como los partidos de una alianza, Juntos por el Cambio, que se fue escorando cada vez más a la derecha enfrentan las elecciones legislativas con la meta de medir su representatividad, a la vez que enfrentan el fantasma de la división y la crisis de liderazgo nada menos que de Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.
Las elecciones de 127 diputados y 24 senadores, la mitad y un tercio de las cámaras baja y alta, respectivamente, están convocadas para el 26 de octubre, pero la hoja de ruta hasta allí incluye varios hitos previos en comicios provinciales y de la ciudad de Buenos Aires, que adquirieron una importancia inédita.
La lectura de los resultados de las elecciones legislativas provinciales que se llevarán a cabo en domingos de abril, mayo, junio y setiembre no debe ser lineal, advierte a la diaria Germán Lodola, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente en la Universidad Torcuato Di Tella.
“Hace tiempo que la dinámica local se desfasó de la nacional. Los partidos adquieren una impronta provincial en sus distritos y se desacoplan de la proyección nacional. No sería raro que La Libertad Avanza (LLA) –que no tiene figuras populares o siquiera conocidas fuera del área de Buenos Aires– salga cuarta o quinta en algunas provincias en las que no concrete alianzas, pero eso no debe ser leído como un anuncio de una derrota en octubre”, amplía Lodola.
Sin embargo, en el camino a las elecciones nacionales –las listas se deben presentar el 17 de agosto–, el presidente ultraderechista y su hermana, la secretaria general de Presidencia y armadora electoral Karina Milei, podrían verse en problemas para presentar candidaturas competitivas a diputados y senadores nacionales en provincias en las que su partido, LLA, hubiera conseguido resultados marginales para las legislaturas locales.
Los diputados nacionales a elegir corresponden a todas las provincias, mientras que los senadores representarán a Río Negro, Salta, Neuquén, Tierra del Fuego, Santiago del Estero, Entre Ríos y Chaco, y la ciudad de Buenos Aires.
“Podría ocurrir que gobernadores aliados no se resignen ante la estrategia electoral del gobierno nacional. ¿Por qué un gobernador de Chaco (noreste) o Chubut (Sur) va a ceder lugares en sus listas o a pedirle a su partido que no se presente, luego de una elección provincial en la que el partido de Milei no figuró?”, se pregunta Lodola.
LLA y partidos acoplados hoy cuentan con apenas 41 de los 257 diputados, la gran mayoría electos en 2023, cuyos mandatos vencen en 2027. En el Senado, el bloque oficialista puro es de apenas seis bancas sobre 72 del cuerpo, todas conseguidas el año de la elección presidencial de Milei, con vencimiento en 2029.
Esa notable minoría legislativa no les impidió a Javier y Karina Milei aprobar casi todas las leyes que se propusieron, gracias al apoyo casi irrestricto del PRO (Propuesta Republicana, el partido de Macri) y la Unión Cívica Radical (UCR). La formación de Macri tiene otros 40 diputados y siete senadores (seis mileístas) y la UCR suma 32 diputados (20 mileístas) y 13 senadores (12 mileístas). Junto a un puñado de peronistas disidentes, otros bloques conservadores y legisladores de partidos provinciales le brindaron al ultra las mayorías necesarias.
Aunque es prematuro anticipar resultados, el mejor escenario para LLA no le alcanzaría para conseguir mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras, pero sí podría reemplazar por propios a diputados y senadores de la UCR, el PRO y otros amigables, evalúa en diálogo con la diaria Pablo Salinas, docente de Ciencias Políticas en las universidades de Buenos Aires y Católica de Salta. “Cambiaría la calidad de la lealtad al oficialismo, porque ya no tendría que negociar apoyos con gobernadores o con Macri. En la mirada amplia, el número de legisladores que apoyan a Milei podría aumentar, pero no demasiado”, agrega.
Autodefinido como “un topo”, Milei ha dicho reiteradas veces que se propone avanzar con privatizaciones y cierre de oficinas hasta prácticamente eliminar el Estado, revertir “la agenda asesina del aborto”, sacar a Argentina del Mercosur y reinstaurar el sistema de jubilación privada. También apunta a borrar la política estatal de memoria, verdad y justicia, cerrar o arancelar las universidades estatales, conformar una nueva Corte Suprema, habilitar el gatillo fácil policial irrestricto, terminar con la investigación científica, entre otras crueldades. En cierta medida, ya dio pasos para consagrar esas políticas, pero la falta de una mayoría absoluta en el Congreso lo ha obligado a poner pausa.
Salinas puntualiza un dato. “El gobierno y sus aliados aprobaron un cambio del sistema electoral, desde las boletas tradicionales, que funcionaron muy bien durante más de un siglo, hasta la boleta única. Muchos ciudadanos desconocen el nuevo sistema y tampoco hay ninguna acción del Ejecutivo para educar al votante sobre qué se va a encontrar en el cuarto oscuro”, argumenta el politólogo.
Las boletas tradicionales comprendían una “sábana” de cada partido o frente electoral separada en tramos para el Ejecutivo, los cargos legislativos nacionales y, en aquellas provincias que unificaban sus elecciones, sus legislaturas locales, más el intendente y los concejales de los municipios. El ciudadano, provisto de una tijera, podía cortar por categoría, pero el efecto “arrastre” era alto. Esa rutina cambiará drásticamente este año, cuando habrá boletas únicas por cada puesto nacional a elegir, con todos los partidos en un mismo papel, donde habrá que señalar la preferencia con una cruz.
Dos elecciones clave
Las dos Buenos Aires (provincia y ciudad autónoma), donde habitan 45% de los argentinos, votarán para sus respectivas legislaturas en una fecha diferente al 26 de octubre, cuando serán electos los diputados y senadores nacionales. Esa decisión elevó la importancia de las elecciones a legisladores porteños (de la capital argentina) y bonaerenses a un nivel inédito, porque el resultado podría definir el destino político de Macri y Cristina.
De las restantes 22 provincias, la mitad no tiene elecciones de medio término, siete ya convocaron a votaciones desdobladas entre los meses de mayo, junio y setiembre, tres no definieron fecha y una coincidirá con la nacional, enumeró Salinas.
Macri se juega todo el 18 de mayo, cuando están previstas las elecciones para la legislatura (concejo municipal) de la capital federal. Allí fundó el PRO en 2002, fue electo jefe de gobierno en 2007 y sentó las bases de su candidatura presidencial en 2015. La muy deslucida gestión del actual intendente, Jorge Macri (su primo), suma un lastre a una cita de por sí empinada.
Ocurre que Karina Milei, enemiga íntima del expresidente, se resistió a conformar una alianza entre LLA y el PRO. La fricción comenzó a sacar chispas en los últimos días. Además, los Macri sufrieron el desprendimiento del exintendente y candidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta, el único dirigente importante del PRO que se declara opositor a Milei. En total, Juntos por el Cambio, la coalición liderada por Macri que se mantuvo unida entre 2015 y 2023, se dividió en cinco ofertas para el 18 de mayo, y a esto se agrega la competencia de los extremistas.
La atomización en el campo que va de la centroderecha a la ultraderecha abre las puertas a un escenario impensable: una victoria del kirchnerismo. Leandro Santoro, un exradical alfonsinista, quien fuera muy próximo al expresidente Alberto Fernández y hoy es aliado táctico de los Kirchner, amalgama un voto de las diferentes tribus del progresismo en la ciudad de Buenos Aires, que supo tener fortaleza en el pasado y no hizo más que perder elecciones desde 2003.
Los hermanos Milei jugaron a una de sus principales fichas mediáticas para encabezar la lista de legisladores porteños: Manuel Adorni, el vocero presidencial. Este funcionario, que es hoy una voz preponderante en la narrativa oficialista, pasaría a ser un legislador más en la ciudad, con miras a la elección del jefe de gobierno en 2027.
Macrismo y kirchnerismo
En la pelea dentro del sector conservador, una victoria clara de la lista de Adorni sobre el PRO y Horacio Rodríguez Larreta –también se postula para la legislatura porteña por su propio partido– aceleraría el copamiento de todo el campo de la derecha por parte de los hermanos ultras. De allí que Macri, que pasa gran parte del año en viajes por su puesto en la Fundación FIFA, torneos de bridge y conferencias conservadoras, haya retomado su agenda porteña como hacía tiempo no ocurría.
“De los principales liderazgos, la situación más compleja es la de Macri, porque no tiene plan B. Si el PRO sale tercero en la ciudad de Buenos Aires, se acaba”, evalúa Lodola.
La lealtad del votante de la ciudad de Buenos Aires a Macri se ha probado resiliente, por lo que una victoria del PRO no está descartada, pero, por ahora, las encuestas colocan a su lista de legisladores en tercer y hasta en cuarto lugar. Si la proyección se plasma en la realidad, la fuerza de Macri para negociar con los Milei las listas de diputados y senadores nacionales de cara a octubre equivaldrá a cero.
“Del otro lado de la General Paz” –alusión a la provincia de Buenos Aires, separada de la ciudad por una autovía semicircular con ese nombre–, la tensión se traslada al peronismo.
La vigencia de Cristina Fernández como una de las principales figuras de la política argentina se explica por su popularidad en esa provincia, en la que viven 17 millones de personas, 13 millones de ellas en el denominado Gran Buenos Aires y otros cuatro millones repartidos en pueblos de la pampa húmeda y en ciudades importantes como Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata, Pergamino y San Nicolás.
En estas semanas hizo eclosión la separación política más novedosa en el peronismo desde que los Kirchner asumieron el liderazgo, en 2003. El gobernador de la provincia, Axel Kicillof, un peronista proveniente de la izquierda, exministro de Economía y creación política de Cristina, escenificó la ruptura con la convocatoria a elecciones desdobladas para la legislatura provincial.
La expresidenta y su hijo y titular de La Cámpora, Máximo Kirchner, aspiraban a una elección bonaerense unificada con las nacionales para confrontar con los Milei. Kicillof –muy opositor a Milei– argumentó que pretendía singularizar la elección para la legislatura local en un plebiscito sobre su gestión. Si le sale bien, una victoria se transformaría en la plataforma presidencial para 2027.
En principio, Kicillof convocó a las elecciones provinciales para el 7 de setiembre, y podría haber primarias obligatorias para esos cargos el 13 de julio.
Años de tensión de Kicillof con La Cámpora y Máximo terminaron en un choque en pleno desarrollo por un tema en principio menor, como la fecha de una elección. Por ahora, Cristina y el gobernador evitaron el enfrentamiento directo, aunque ni siquiera está garantizada la unidad. Podría darse el caso de que el peronismo de izquierda vaya en dos frentes, lo que brindaría una victoria probable a la previsible alianza PRO-LLA en la principal provincia argentina, donde tienen varios nombres en competencia desatada por ver quién expresa la propuesta más violenta y discriminatoria. La última moda es que candidatos e intendentes del macrismo y el mileísmo en la provincia hagan circular videos con personas en situación de calle o presuntos delincuentes que son amedrentados y hostigados por fuerzas parapoliciales, mientras los dirigentes prometen “meter bala”.
Kicillof abre un nuevo escenario
Las peleas por el liderazgo del peronismo suelen reacomodar todo el sistema político. A lo largo de dos décadas, los Kirchner vieron emerger disidentes de sus filas, que en general ni siquiera lograron despegar o tuvieron un vuelo corto. Se trataba de políticos ubicados algo a la derecha de Cristina y Néstor Kirchner, que más temprano que tarde terminaron adoptados por sectores conservadores o por el Grupo Clarín. Algunos de ellos, como Sergio Massa o Alberto Fernández, debieron volver sobre sus pasos. Esta vez, la emergencia de un gobernador muy popular en las bases cristinistas como Kicillof, con probada fortaleza electoral, supone un desafío de otra magnitud.
“El problema de Cristina no es tan acuciante como el de Macri, aunque es importante. Cristina podría tener primarias obligatorias en la provincia y transformarse en diputada provincial o nacional. La división con Kicillof tendría chances de sutura una vez que queden claros los lugares de cada uno”, argumenta Lodola.
En el enfrentamiento, el riesgo mayor corre a cargo de Kicillof, coinciden ambos analistas citados. Una derrota en las elecciones primarias del peronismo o contra el kirchnerismo puro en las elecciones legislativas pondría al gobernador en situación de debilidad para terminar sus últimos dos años de mandato en la siempre dificultosa provincia de Buenos Aires, además de perder la posibilidad de incidir en la conformación de la propuesta para las elecciones nacionales de octubre.
Kicillof está bajo fuego intenso de Milei, quien le recortó todos los recursos a su alcance. Ahora está en la mira de los Kirchner. Si sobrevive a ambos desafíos, habrá dado vuelta la página del peronismo.