Invitada por el Consejo Causa Armenia del Uruguay, la abogada argentina Irene Victoria Massimino fue el miércoles una de las exponentes en la Sala de Eventos Especiales del Palacio Legislativo en el acto en conmemoración del 110o aniversario del comienzo del genocidio perpetrado contra el pueblo armenio por parte del Imperio Otomano.
Massimino es una abogada argentina experta en derecho penal internacional, cofundadora del Instutito Lemkin para la Prevención del Genocidio, una entidad que viene trabajando desde 2017.
Originalmente, el grupo comenzó su tarea en Irak, enfocándose en el ataque genocida que sufrió la población yazidí y también la cristiana de parte de Estado Islámico, particularmente en el norte del territorio iraquí. Pero Massimino es además una amplia conocedora del genocidio y la causa armenia. Ella vivió la última ofensiva genocida azerí que se produjo entre 2020 y 2023, año en el que 100.000 armenios tuvieron que irse de manera forzosa de Nagorno Karabaj, territorio llamado en armenio Artsaj, ante la amenaza de vivir bajo el yugo de sus enemigos que se apoderaron militarmente del lugar.
En primer lugar, te quería preguntar cuál es la situación actual en Artsaj y de las autoridades del lugar que fueron arrestadas y llevadas a Azerbaiyán para ser enjuiciadas.
El territorio de Artsaj actualmente está totalmente ocupado y todas las ciudades están siendo desmanteladas y reformadas. Esto quiere decir que todas las propiedades de los armenios milenarios, porque podemos trazar la vida armenia en Artsaj desde hace 4.000 años, están siendo destruidas. Esto es muy importante porque Artsaj es el único territorio donde los armenios son autóctonos. Porque los armenios que viven en lo que actualmente es la República de Armenia llegaron al lugar como consecuencia de las grandes persecuciones. Pero en realidad los únicos armenios originarios del territorio son los de Artsaj. Entonces esto es realmente una tragedia para el pueblo armenio, un pueblo que fue tan perseguido durante tantos siglos.
Hoy en Azerbaiyán hay prisioneros políticos armenios que están desde 2023, después de la expulsión masiva de los artsajíes, y entre ellos hay varios exmiembros y miembros del gobierno actual de la República de Artsaj. Concretamente, hay muy poca información sobre los juicios, que son juicios que se están haciendo a puertas cerradas, en tribunales militares. No son juicios públicos, que es un derecho fundamental. La Declaración Universal de Derechos Humanos dice que los juicios criminales deben ser públicos, y en muchos casos los cargos presentados son gravísimos, obviamente falsos, y por el poco conocimiento que se tiene el derecho a la defensa es muy limitado. Porque los abogados defensores de los detenidos artsajíes son azeríes y aunque pensemos, de la mejor manera, que son abogados independientes, en un régimen autocrático y autoritario como el de Azerbaiyán es imposible que sean realmente independientes, o sea que uno puede después presumir y asumir un montón de consecuencias de eso.
Quizás uno de los problemas más graves hoy es que la única vía de comunicación que había con los prisioneros políticos, pero también con los prisioneros de guerras civiles detenidos, porque también ya fueron sometidos a juicios falsos, simulados, desde 2022, era mediante la Cruz Roja Internacional. Pero el mes pasado Azerbaiyán prohibió el acceso de la Cruz Roja Internacional, o sea que ahora ni siquiera tenemos esa comunicación. No yo, estoy hablando de las familias. Esto está pasando, y lo resalto, con la indiferencia total de la comunidad internacional, porque la Cruz Roja es una de las organizaciones e instituciones más importantes en contextos de conflicto, y se le prohibió el ingreso y no pasó nada. Entonces no hay vuelta por ahora y no creo que haya.
Por tu cercanía con los integrantes de la diáspora armenia tenés clara la enorme molestia que hay con el gobierno actual del primer ministro, Nikol Pashinyan, por la actitud profundamente entreguista que ha tenido en todo este conflicto, incluso negando ataques que sigue habiendo de las fuerzas de Azerbaiyán contra la población civil armenia en este momento. ¿Cómo ves esa situación?
Yo entiendo obviamente a la diáspora, porque estando en el lugar también se ven las diferencias. Al menos una vez al año yo voy a Armenia por cuestiones de trabajo más que nada, no tengo vínculos con el gobierno e intento mantenerme al margen también, porque mi profesión así lo requiere, pero por ejemplo, algo que he visto es muchísima presencia policial que antes no había. Y también represión a las manifestaciones dentro de Armenia, que antes no pasaba. Es evidentemente una estrategia malísima la que está teniendo el gobierno de Armenia, porque además de lo que pasó en Artsaj, van a perder territorios que pertenecen a la República de Armenia. Porque este diálogo o seudodiálogo de paz, se está dando en total desigualdad de condiciones, porque la República de Armenia es víctima y nunca puede estar la víctima en el mismo nivel que el victimario. Hay un montón de pedidos que son en realidad concesiones y pareciera que Armenia va cediendo a todo eso, lo cual es trágico, porque no es que van a llegar a un acuerdo.
Mi opinión es que si llegan a un acuerdo de paz, Azerbaiyán no lo va a respetar, porque nunca respetó el acuerdo tripartito de 2020, que fue la capitulación que dio fin a la guerra. Ese acuerdo Azerbaiyán no lo respetó nunca, no devolvió a los prisioneros de guerra, quebró el fuego decenas de veces, en 2022, y después directamente atacó la República de Armenia, ya cruzó la frontera, lo que sería una guerra de agresión en términos de derecho internacional. Entonces no entiendo la lógica del gobierno realmente de conceder todo, sabiendo que en algún momento Azerbaiyán va a pedir más. Es inentendible esto, y entiendo obviamente la ira y la bronca de la diáspora armenia, porque se sienten todos atados de pies y manos frente a una situación que ya no sólo es la ocupación y pérdida de un territorio ancestral, sino que ahora pareciera que va a ser pérdida, al menos hoy, de una parte del territorio de la República de Armenia, cuestionando las fronteras también, e incluso negando el genocidio de hace un siglo. Hay un montón de cosas graves.
A ese punto iba, al del reconocimiento internacional del genocidio. Ya pasaron 110 años del comienzo y sigue siendo un reclamo, tanto de las autoridades de Armenia como del pueblo armenio en general. Si bien es un episodio cada vez más lejano, ¿creés que lo ocurrido puede llegar a ser reconocido por más países? No te digo por Turquía, pero sí por otros países que tomen una actitud más proactiva respecto del reconocimiento del genocidio.
Turquía, con [el presidente Recep Tayyip] Erdogan, imposible. Obviamente no. Pero creo que es importante que más países sigan reconociendo el genocidio más allá de que hayan pasado 110 años, no importa. Porque además hoy frente a la situación que vive Artsaj, con toda esa población totalmente desplazada, pierde su esencia de grupo. Muchos están en Rusia, en Estados Unidos, en algunos países de Europa.
Frente a la tragedia que vivimos hoy, es como que vuelve a revivirse la tragedia del genocidio armenio desde el principio del siglo. Incluso había imágenes del éxodo masivo, en las que se comparaban esas famosas caminatas hacia la muerte y la gente huyendo de los azeríes hacia Armenia. Entonces creo que nunca hay que dejar esa causa originaria de buscar el reconocimiento del genocidio armenio. Hay países europeos que todavía no lo reconocieron formalmente y eso es grave.
Por ejemplo, Estados Unidos lo reconoció en 2021 y eso fue muy importante para los armenios, sobre todo en el contexto que se dio, meses después de la guerra de 2020, porque eso también genera al menos una especie de consuelo a la comunidad, a la diáspora. Entonces creo que esa lucha nunca debe abandonarse. Y hoy quizás más que nunca haya que volver a hablar del genocidio armenio y de cómo este momento puede ser una continuación, o sea, un nuevo genocidio. Veremos ya en términos históricos después cómo lo llamamos, pero es muy importante que el tema esté presente porque los patrones son los mismos. Los patrones de violencia, la ideología del odio a la identidad armenia, todo es similar a lo que fue el genocidio que conmemoramos en estos días.
Hablando de genocidios, te quería preguntar por lo que está sucediendo en Gaza, ¿qué pensás de eso? Porque está transcurriendo con una actitud en gran medida pasiva de la comunidad internacional. ¿Cómo analizás el fenómeno?
En realidad, no sólo es este fenómeno de Gaza, sino que casi todos los genocidios son completamente ignorados. La comunidad internacional promete prevenir el genocidio. La convención del genocidio en la que nosotros trabajamos es una convención de prevención del delito de genocidio y en eso la comunidad internacional ha fallado.
Yo trabajé mucho en su momento con el tema de prevenir el genocidio en Artsaj y hubo muchísimos pedidos o llamados de atención a la comunidad internacional para decir que estaban lo que se llaman banderas rojas o de alerta del genocidio. A nada de eso se le prestó atención y lo mismo está pasando en este momento en la Franja de Gaza. Hay cuestiones políticas, siempre hay cuestiones políticas, pero no puedo decir cuál es la razón por la que en particular no podemos prevenir o no podemos trabajar sobre la prevención del genocidio en este y en ningún otro caso. Creo que es una indiferencia total. Uno mira los documentos en Naciones Unidas y está lleno de instrumentos para determinar, para detectar los puntos de cuándo podría llegar a pasar lo que se llaman atrocidades masivas y, sin embargo, casi ningún miembro de la comunidad internacional está actuando efectivamente frente a lo que pasa en Gaza o frente a lo que puede pasar en cualquier otro lugar.
Por suerte lo que sí veo es que hay un cambio, que quizás se originó por el conflicto en Ucrania, porque ahora están yendo a las instituciones internacionales y las instituciones internacionales, como la Corte Internacional de Justicia, que siempre fue históricamente una institución que trabajaba sobre temas de fronteras y decisiones más relativas a ese tipo de conflictos entre los países. La única vez que trató un tema de genocidio fue el de Srebrenica de 1995, perpetrado por los serbios contra los bosnios musulmanes. Fue la única vez que hubo un tema de derechos humanos. Y hoy tenemos una causa, por el tema en Gaza, presentada por Sudáfrica contra Israel, a la que han adherido, y pueden adherir otros países y eso creo que es muy rescatable, que la comunidad internacional empiece a usar esos instrumentos que tiene hace muchísimos años y cuyo fin es darle valor a los instrumentos legales que los estados han firmado y a los que los estados se han comprometido.
Yo siempre digo: tenemos leyes internas, también tenemos leyes en el mundo, entonces o dejamos de ser hipócritas y eliminamos todas las leyes o las cumplimos. Son dos opciones, no se pueden cumplir las leyes a medias o porque uno es determinado país no tiene que cumplir. Siempre pasa lo mismo, hay países que no cumplen. Una vez me dijo un profesor universitario que el derecho internacional es para los países chicos y pobres, los que deben adherir al derecho internacional son los países chicos y pobres. Y pareciera que en la realidad es así, porque los países fuertes no tienen esas mismas obligaciones de adherir.
Entonces rescato lo único positivo en este momento de la tragedia que está pasando en Gaza, que es por lo menos el uso de estos instrumentos internacionales, de estas instituciones. Después realmente pensar qué es lo que va a pasar, no lo sé. Lamentablemente hoy el mundo se encuentra en una situación de desolación total. Es muy difícil trabajar en temas de derecho internacional, muy difícil. Desgraciadamente es así.
¿Dónde ves en este momento, más allá de Gaza, banderas rojas en otras partes del mundo, de potenciales genocidios?
Yo no trabajo en todos los temas. Sé lo que está pasando en Etiopía, obviamente conozco Gaza, pero no he trabajado en todos porque no tengo materialmente el tiempo de trabajar en todos los casos. Entonces me dedico principalmente a Armenia, y otro país en el que trabajo mucho es Somalilandia, que también es una situación muy parecida a la de Artsaj, aunque más ventajosa, porque la etnia que vive ahí, que son los Isaaq, están en su tierra, pero están siendo atacados por Somalia permanentemente. Tampoco son reconocidos, no es un país reconocido a nivel internacional como autónomo. Ellos corren riesgo de un nuevo genocidio porque ya vivieron uno a fines de la década del 80.
Yendo a otros casos, Etiopía es un lugar muy complicado por el conflicto interno que está teniendo y lo mismo pasa en la República Democrática del Congo. Ahí hay alrededor de seis millones de desplazados internos y ya se habla también de genocidio. En Sudán pasa algo parecido, pero hay genocidios de los que se habla más que otros. Por ejemplo, de los uigures en China y sus campos de concentración se habló mucho.
Como dije, no soy especialista en todos los temas, pero hay muchos lugares donde hay retóricas, incluso hay preocupación. Por ejemplo, en Serbia, por el negacionismo. Porque ese es otro gran problema en el mundo, que es el negacionismo de genocidios pasados. Hay muchísimo negacionismo y eso es un problema enorme, porque el que niega que un crimen pasó, tiene obviamente muchísimas más posibilidades de volver a repetirlo. Y sobre muchos de esos hay muy poca atención mediática, lamentablemente. Pero también es difícil decir por qué de unos casos se habla y de otros no. Lamentablemente la situación es esa.