La segunda sesión de la Comisión Mixta franco-malgache sobre las Islas Dispersas (Îles Éparses, en francés), organizada el lunes 30 de junio en París, concluyó sin avances significativos, confirmando una vez más el profundo desacuerdo que separa a ambas naciones. Tras seis años de silencio diplomático, esta reunión representaba una oportunidad para desbloquear un conflicto territorial que se remonta a la descolonización.

La delegación de Madagascar, dirigida por la ministra de Relaciones Exteriores Rasata Rafaravavitafika, presentó un conjunto de exigencias que trascienden la simple restitución territorial de estas islas situadas en el océano Índico que Francia mantiene bajo su dominio. Antananarivo reclama, entre otras cosas, a la administración francesa una “indemnización por los daños y pérdidas económicas sufridos durante numerosos años”.

También pide que los pescadores de Madagascar puedan “pescar libremente en las aguas de las islas malgaches, como lo hacían antiguamente sus ancestros”, buscando así el restablecimiento de derechos tradicionales que consideran usurpados. Solicita la participación plena de investigadores malgaches en todas las actividades científicas desarrolladas en las islas y el acceso completo a los datos disponibles.

Como condición para cualquier avance en las negociaciones, Madagascar exige que París se abstenga de tomar decisiones unilaterales sobre estos territorios mientras no se encuentre una “solución concertada”, “justa, pacífica y durable” entre ambas partes.

El conflicto entre Francia y Madagascar por las Islas Dispersas tiene sus raíces en el proceso de independencia de la Gran Isla. Cuando Madagascar obtuvo su independencia el 26 de junio de 1960, Francia había decretado, unos meses antes, el mantenimiento bajo su administración de cuatro territorios: las Gloriosas, Europa, Juan de Nova y Bassas da India. Estos islotes, con una superficie terrestre combinada de apenas 43 km², fueron considerados por las autoridades malgaches parte integral de su territorio nacional, que había sido “separada arbitrariamente” durante el proceso de descolonización.

La batalla diplomática comenzó en la década de 1970 cuando el presidente malgache, Didier Ratsiraka, llevó el caso ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sus esfuerzos culminaron con la adopción de dos resoluciones históricas de la Asamblea General de la ONU en 1979 y 1980, que exigían a Francia “entablar sin más demora negociaciones con el gobierno malgache con vistas a la reintegración” de estos territorios. Sin embargo, estas resoluciones no coercitivas nunca fueron implementadas por París.

Durante décadas, el conflicto permaneció latente hasta que resurgió con particular intensidad en los últimos años. La decisión de Emmanuel Macron de visitar la isla Grande Gloriosa en 2019 para reafirmar la soberanía francesa, seguida por la creación del Parque Natural Nacional de las Gloriosas en 2021, fue interpretada por las autoridades malgaches como actos de provocación y afirmación territorial inoportunos. Además, la revelación de la nacionalidad francesa del actual presidente malgache Andry Rajoelina durante la campaña de 2023 reavivó el sentimiento nacionalista en el país, transformando la cuestión de las Islas Dispersas en un tema político que simboliza la búsqueda de una descolonización completa.

La importancia geopolítica de estos territorios trasciende ampliamente su reducida superficie. Las Islas Dispersas generan una zona económica exclusiva de 640.400 km², equivalente al 6% del territorio marítimo francés, permitiendo a París controlar aproximadamente la mitad del canal de Mozambique. Esta posición estratégica es crucial para Francia, ya que la región alberga importantes recursos pesqueros, potenciales reservas de gas natural y constituye una ruta esencial para el comercio internacional de hidrocarburos.

De este modo, la posición francesa permanece inflexible. Durante su última visita oficial a Madagascar en abril de 2025, Emmanuel Macron descartó toda perspectiva de restitución, privilegiando una propuesta de gestión conjunta y deseando que “estas heridas del pasado no afectarán en nada los lazos que nos unen”. Pero para Madagascar, las Islas Dispersas simbolizan mucho más que un territorio: representan la culminación de un proceso de descolonización que consideran incompleto y la afirmación de su dignidad nacional en el contexto geopolítico del océano Índico.