Barricadas de piedras y montañas de arena impiden el paso de vehículos en la carretera que conduce a Lauca Ñ, dónde está “la base” del expresidente boliviano Evo Morales. A unos 500 metros del corte de la ruta, una caseta de palos y paja hace de peaje y primer control.
Llego a la puerta a las 8.30. Sobre el puente superior vigilan dos personas, y otras dos en el ingreso principal. Sólo las veo armadas con palos, que atraviesan en cruz impidiendo la entrada. Luego de que les muestro mi carné de prensa y les digo que tengo una entrevista con Evo Morales abren el paso y me indican que siga en línea recta.
En la calle, del otro lado de la caseta, hay largas hileras de carpas, bajo las que yacen decenas de personas, todavía somnolientas, algunas acostadas sobre colchonetas o medio sentadas sobre tablas de madera. Bultos y mantas se esparcen por todas partes. Alguien reparte comida, los que llegan se abrazan con los que están de salida, otros hacen fila para el transporte. En medio del caos, han improvisado un pequeño mercado. No veo rastro alguno de un ejército de combatientes.
Los principales candidatos a la presidencia de Bolivia para las elecciones del 17 de agosto han dicho que si ganan detendrán a Evo Morales y que nadie está por encima de la ley. Los campesinos no portan armas, o al menos no las muestran. Protegerán a su líder con sus vidas. Evitar una masacre y sobre todo la conmoción social generalizada es lo que ha priorizado el gobierno actual, por encima de la detención del expresidente.
La vigilia empezó en octubre, cuando Evo, acorralado por la Justicia, se refugió en su tierra, donde ha evitado ser detenido. La Policía no entra aquí ni a ningún poblado cercano.
Una cuadra más adelante está la entrada del complejo donde se encuentra la sede de la radio Kawsachun Coca, uno de los principales medios por los que el dirigente cocalero difunde sus mensajes. Las caras aquí son mucho menos amigables.
Dos hileras de hombres y mujeres sentados de frente –cuento 11 de cada lado– cortan el paso con largos palos afilados que atraviesan en forma de cruz. Me miran con recelo, las mejillas abultadas de pijchar (masticar) coca. Hay quienes consideran suficiente mi carné de prensa para pasar, y hay quienes no. Algunos quieren revisar la mochila que cargo, y otros no. Mientras debaten, envían un emisario a confirmar quién soy y si realmente tengo una entrevista. Sólo ingreso al sector, compuesto por varios edificios, entre ellos el de la radio, acompañada por un vigilante.
Paso una hora esperando en la sede de la radio Kawsachun Coca, deambulando por los pasillos, hasta que aparece Cesia, su asesora de prensa y mano derecha, apurada, a decirme que el presidente (todos lo llaman “presi” o “presidente”) tiene que ir a su chaco, su predio productivo. Si me parece, propone, vamos hasta allí y al regreso hacemos la entrevista. Acepto y preparo mi mochila para salir.
–Sólo necesitas tu grabadora y un sombrero.
–No tengo sombrero.
–Yo te doy uno. ¡Corre, que ya nos vamos!
Salto en el asiento trasero de una camioneta azul, en la que va también Leandro, un documentalista chileno que está aquí desde hace meses. Mapache, el conductor y hombre de confianza de Evo, sale disparado por entre las calles de Shinahota. Somos la avanzada; detrás vienen dos coches más, que van continuamente comunicándose por radio.
La comitiva avanza a toda velocidad entre las barricadas hechas con piedras y montones de arena. “Pegados, pegados”, advierten por radio, para que el primer coche no se despegue de la comitiva. “El presi” quiere parar a levantar una caja de jugos de fruta, producción local, que cargamos en la camioneta.
Desde el atentado de octubre rara vez sale de “la base”, y ahora se mueven en más vehículos, me va contando Mapache. Choferes, asistentes y quienes ofician de guardias de seguridad, todos son voluntarios.
–Aquí fue el atentado –indica Mapache, señalando la salida de una carretera–. ¡Bala por todos lados! Ahí al lado de su asiento, mire.
En la puerta trasera hay dos orificios redondos de las balas que perforaron la camioneta blindada. Eran armas de guerra, dice Mapache, y atravesaron el blindaje tipo tres que tiene el vehículo, indicado para proyectiles de armas más pequeñas. Agrega que Morales viajaba en el segundo coche, en el asiento del acompañante de una camioneta sin blindaje. El propio Morales nos muestra, un rato más tarde, las perforaciones de las balas en el parabrisas: “Estas iban para el chofer”. Apenas advertida la encerrona, dieron aviso de emergencia a las bases; 15 minutos después, todas las rutas del Chapare estaban cortadas por barricadas.
La región del Chapare
El “chaco” de Morales queda en el municipio de Villa Tunari, provincia del Chapare, en pleno Trópico de Cochabamba. Zona cocalera. Toda la región es de altísima producción agrícola: cítricos, plátanos, palta, pero no tiene gran tecnologización ni grandes infraestructuras.
Una media hora después, atravesando pequeños pueblos, como Villa 14 y San Lorenzo, llegamos al chaco. Se trata de un pequeño predio de piscicultura de tambaquí, un pez de la región. En short y chancletas, Morales nos cuenta al llegar que inició la producción en este campo –que era ya de su propiedad– con los 60.000 dólares que ahorró durante la presidencia y un préstamo de 80.000 que solicitó después. Tiene 20 piscinas, y planea hacer más. Con el comprador esperando –más la televisión mexicana y la diaria como testigos– empiezan a preparar la “cosecha”. Bajo un sol intenso y el precioso sombrero de fieltro que me ha dado Cesia, recorremos el predio, intercalando relatos sobre el precio del tambaquí, la infancia de Morales y el rol de la DEA.
El trabajo se hace todo a mano. Para pasar la red que “cosechará” los peces, dos muchachos tiran de la malla desde la orilla y otros dos se lanzan al agua. El propio Morales hace ese trabajo algunas veces. Si lo hace, Mapache, que no lo deja a sol ni a sombra y ya se descalzó por las dudas, se tirará también al agua.
Sobre la carretera está la casa en la vivió durante ocho años, una construcción precaria de madera en la que no tenía luz ni agua. Al costado está su cato, el terreno de 40 x 40 para cultivo de coca al que tiene derecho cada productor de la región. Aquí se formó y empezó la lucha para defender a los cultivadores de coca, por lo que fue encarcelado y perseguido durante años.
La carretera que transitamos se construyó durante su mandato. “Acá la apertura de caminos la hicieron los sindicatos. Las escuelas, todo lo hacíamos. No había presencia del Estado. La presencia del Estado era sólo con la represión”. Dice que cuando asumió el gobierno había 1.000 kilómetros de carreteras asfaltadas, y lo dejó con 7.000.
Una hora más tarde y luego de cargar las bolsas de peces, la comitiva sigue hacia Villa Tunari, donde habrá un almuerzo con la delegación venezolana al que me suman también. La entrevista se posterga para la tarde.
Runasur
Evo Morales entra en el estadio Evo Morales a ritmo de una canción que dice “Evo Morales, Evo Morales” para el multitudinario cierre del encuentro de Runasur. El expresidente avanza despacio, vitoreado por unas 15.000 personas que colman el estadio de Ivirgarzama, ondeando la wiphala, símbolo de los pueblos indígenas. Mezclados entre los músicos que acompañan el ingreso, en chancletas, vestidos con remeras blancas y armados con palos, los integrantes de la guardia indígena no le quitan los ojos al líder.
Evo Morales convocó el encuentro como parte de los festejos del bicentenario de Bolivia. Runa en quechua y aymara quiere decir “persona, pueblo”. Runasur es una organización transnacional que agrupa movimientos sociales y políticos de izquierda para “articular una América plurinacional”. Hasta Ivirgarzama llegaron delegaciones de nueve países para reflexionar “sobre la unidad de los pueblos”. La organización denunció que se impidió la entrada al país a delegados de varias naciones.
El líder indigenista participó no sólo en el cierre en el estadio, sino en reuniones previas y en el gran plenario el día anterior. Todas las actividades fueron públicas, anunciadas con tiempo y realizadas a cielo abierto. Para ser un prófugo de la Justicia, no parece esconderse mucho.
“El presidente casi no sale de la base en Lauca Ñ, salvo a lugares donde haya multitudes que lo protejan”, dice Cesia. Cuando le recuerdo que en los últimos días ha asistido a un festival de música autóctona y un congreso internacional, responde que “en el estadio o en el polideportivo, entre su gente, el presidente está seguro, nadie permitirá que vayan por él”. El Chapare es su tierra y allí se mueve bajo su propia ley.
“El Chapare se convirtió en tierra de nadie”, afirma Mauricio Quiroz, director de política de El Deber, uno de los diarios más importantes del país. Durante más de un mes, no hubo presencia policial, los bancos nacionales dejaron de operar y el aeropuerto permaneció paralizado. “La falta de autoridad reforzó un clima de desprotección y violencia”, sostuvo Quiroz. Quienes mandaban eran los sindicatos, y ni siquiera la realización de las elecciones estaba garantizada, ya que amenazaron con quemar las urnas. De hecho, ningún candidato hace campaña en la región.
Aunque la Policía retornó recientemente, todavía existen zonas donde su presencia es limitada o inexistente. En Lauca Ñ, considerado el cuartel general de Evo Morales en el Chapare, no hay ni un solo uniformado. En todo el fin de semana, al menos, yo no vi ninguno.
El apoyo a Evo Morales
Una ruta sinuosa entre montañas, niebla y vegetación espesa lleva hasta Ivirgarzama, un pequeño pueblo calcinante en el corazón de la provincia del Chapare, a unas cuatro horas de la capital del departamento de Cochabamba.
En las afueras hay una gigantografía despintada de Evo Morales. Es aquí donde veo por primera vez pintadas de apoyo al expresidente, y la devoción de sus seguidores compite con el odio acérrimo que encontré en la muy opositora ciudad de Santa Cruz y también en la de Cochabamba. “Evo pedófilo”, veo en las paredes de Santa Cruz, pulmón económico del país, históricamente enfrentado a la región de occidente.
Lo detestan quienes no lo votaron nunca y lo culpan de todos los males de Bolivia, pero también quienes fueron sus seguidores y no comparten la deriva que ha tenido en los últimos años, especialmente después de 2019.
Se ha enceguecido de poder, me dice el analista Ángel Souza, y la pregunta es si fue un líder democrático alguna vez o se sirvió de la democracia, como hicieron otros líderes y caudillos bolivianos antes, para acceder al poder, agrega. Sus acciones, dice, dejaron de ser compatibles con la democracia. No encontré a nadie, antes de pisar el Chapare, que apoyara una nueva candidatura de Evo. Tampoco a alguien que negara los logros de su gobierno.
Para entender el fenómeno del apoyo a Evo Morales me tomé un bus a Ivirgarzama. La respuesta se sentó en la butaca de al lado, cargando una niña envuelta en mantas. Deben ser cuatro horas de viaje, pero el bus demoró ocho. Eli se llama la niña, que su madre acuesta en el pasillo, donde duerme plácidamente. Los vendedores de charque, pescado, jugos, fruta y gelatina que suben al bus saltan el minúsculo envoltorio de mantas rosadas, intentando no despertarla.
Su madre viene de Cochabamba, donde le extrajeron dos muelas, y habla muy despacio. La atendieron gratis, pagando sólo un ticket muy accesible. En el parto, que fue complicado, la atendieron también muy bien y “le salvaron la vida de milagro”. Antes de Evo nadie la hubiese atendido en un hospital y la niña no estaría viva, dice. Antes de Evo habían prometido escuelas pero no las habían hecho, y ahora sus hijos mayores estudian. “El Evo nos abrió los ojos. Ya no somos tontos”.
Bajo en Ivirgarzama. Me golpean el calor abrasante, la humedad y el polvo de las calles sin asfaltar. Los mercados atiborrados de fruta, el olor a pollo frito al aire libre y los platos de caldo se mezclan con el olor ácido de la coca machucada que pican en todas partes. De pronto el cielo se pone negro y se descarga un chaparrón que desarma todo. El agua corre por las veredas rotas formando enormes charcos. Cinco minutos más tarde el sol vuelve a hacer hervir las calles y el aire se vuelve un caldo irrespirable.
Huele a coca. El olor ácido se me impregna en el cuerpo. Aquí todos pican coca. Van por la calle con pequeñas bolsitas verdes, tomando fragmentos de hoja que mastican despacio, formando un bulto que se acumula en las mejillas. Hay té de coca, pan de coca, gelatina, harina, lo que sea. El olor ácido característico lo invade todo. El trópico es otro mundo. Es otra realidad. No hay forma de entenderlo desde los edificios de cristal de Ecopetrol de Santa Cruz ni desde las callejuelas heladas de La Paz.
Después de dos días en Ivirgarzama me dicen que el expresidente me dará una entrevista en su búnker de Lauca Ñ a las 9.00. Debo tomar un bus, llamado surubí, hasta Shinahota, allí una moto me llevará a la entrevista.
Luego de una hora de viaje, el pequeño surubí abandona la ruta principal y se adentra en un camino de piedras. Los que van conmigo son casi todos indígenas leales que se dirigen a “la vigilia”, la guardia voluntaria para evitar que detengan a su líder.
Una chica que viaja a mi lado, llamada Sati, me indica el camino. Carga una loneta en la que dormirá esa noche y una mochila con todo lo necesario para su guardia de 24 horas. No tiene más de 20 años, y le toca venir, según el esquema de rotación de su sindicato, una vez cada dos semanas.
“Es una elección viciada de nulidad”, dice Morales

El gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), en el poder en Bolivia desde 2006, se presentará por primera vez dividido y deja a la izquierda casi sin chances de ganar.
El actual presidente Luis Arce, con apenas 2% de popularidad, declinó postularse a un segundo mandato e impulsa la candidatura del exministro de Gobierno (Interior), Eduardo del Castillo, que ronda el 3% de preferencias. El presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, antes aliado de Morales, que buscará la presidencia con la Alianza Popular, alcanza el 7%.
El expresidente Evo Morales, histórico líder del movimiento, se encuentra recluido en la región del Chapare, inhabilitado para ser candidato y con una orden de captura vigente. Fuera de la contienda, impulsa el voto nulo.
Desde su cuartel general en Lauca Ñ, Morales explica que si se llega al 50% del voto nulo es un referéndum electoral. “Es una elección viciada de nulidad y [el presidente] es supuestamente electo sin legitimidad. Entonces el pueblo va a la plaza”.
“El pueblo va a la plaza” significa que harán manifestaciones y cortes de carreteras para forzar una nueva elección, pero Morales es cauto a la hora de confirmar lo que varios de sus seguidores ya han anunciado. “Estamos en un debate, todavía no quiero anticipar nada. Puede ser. No me puedo anticipar. Soy el líder y soy responsable”.
Para los partidarios de Evo Morales, una elección sin un representante de izquierda real es ilegítima, y ese representante debe ser Evo, al que consideran proscripto. Según el Tribunal Electoral, que rechazó su candidatura, la reelección está permitida por única vez, y Morales fue presidente en tres períodos. La controversia está en la interpretación del artículo 168 de la Constitución, que dice que los presidentes “pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”. Los evistas interpretan que habiendo pasado un período de gobierno, está legalmente habilitado.
Al no poder inscribirse como candidato y sin partido registrado, creó el movimiento Evo Morales Pueblo, que llamó primero a protestas masivas y luego a anular el voto. Según las encuestas, la intención de voto nulo ha crecido y junto con el voto en blanco ronda el 20%, cifra similar a la de ambos candidatos de derecha, Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga, que rondan el 21% y el 19%, respectivamente.
Morales tiene además una orden de captura vigente por el presunto abuso de una menor cuando era presidente, con la que tuvo una relación de la que habría nacido un hijo. El dirigente ha reiterado que esta y otras acusaciones son parte de la persecución política de la derecha para evitar que sea candidato y se ha recluido en el Chapare protegido por una guardia indigna. “Primero, con Jeanine Áñez me iniciaron 21 procesos, con Lucho [Arce] me iniciaron 15 procesos. En los gobiernos neoliberales no pasaban de cinco procesos”. Denuncia además un intento de asesinato en octubre, en el que balearon su comitiva. “Hasta ahora no hay ninguna investigación. Presentamos la denuncia ante la Fiscalía y ni siquiera admite la demanda. La Fiscalía está totalmente sometida al presidente, al Poder Ejecutivo. No hay justicia en Bolivia. Y cuando no se respetan los derechos, la sublevación debería ser un derecho”.
La pregunta es qué hará si van a aprehenderlo, como han anunciado varios de los candidatos opositores. Morales dice que no quiere ver gente sufriendo “Yo dije de entregarme y ellos [sus partidarios] no quisieron. Y ahora, seguramente, si intentan [entrar a detenerlo] aquí puede haber muertos. Por eso no se atreven. Si se atreven va a haber muertos”. Esos muertos serán los indígenas que mantienen una vigilia frente a su cuartel general, armados con palos y lanzas. Lo que hay, agrega, es masa movilizada, y recuerda que el día del atentado, en 10 o 15 minutos estaban ya las calles bloqueadas.
La fractura de la izquierda
La palabra traición es la que más reiteran los evistas para referirse al presidente Arce, que fue electo en 2020 con más del 50% de los votos y cuya candidatura por el MAS fue impulsada desde el exilio por el propio Evo Morales. Para el MAS Arce fue la apuesta para volver al poder después del golpe de Estado de 2019. “Hemos vuelto, pero con un hombre que nos traicionó. Al día siguiente de su posesión del gobierno, se suma a la política del imperio. Cuando eliminó cuatro ministerios dije ‘creo que Lucho se va a derechizar’. Achicar el Estado es la receta del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional”. El quiebre se produjo un año después de la elección.
El otro “hijo político” de Morales y actual candidato izquierdista por Alianza Popular, Andrónico Rodríguez, también se alejó del movimiento impulsando su propia candidatura. “Cuando yo no estaba, Andrónico era el vicepresidente de las Seis Federaciones. Durante el golpe, era el que estaba ahí. Pero los compañeros notaron que nunca estaba en las movilizaciones, nunca fue detenido, no daba la cara, se escondió durante el golpe. Ahora me lo cuentan. Si Andrónico no se hubiese alejado del movimiento político, hubiese sido automáticamente el sucesor. Yo dije una vez ‘los gringos quieren matarme a mí; si me matan, tú tienes que ser el sucesor’. Y eso es estando con las Seis Federaciones, siendo leal a nuestro instrumento político, respetar fundamentalmente el legado de nuestros antepasados, esa lucha histórica. Y no. Se ha ido”.
La crisis económica
El país atraviesa una debacle económica: escasez de combustible que obliga a camioneros y servicios a hacer filas durante días para cargar diésel, escasez de dólares al punto de que los bancos no entregan su dinero a ahorristas y el cambio paralelo duplica al cambio oficial, además de una inflación anual que alcanza el 25% en julio. De la crisis responsabiliza por completo al gobierno. “Lucho juró como presidente el 8 de noviembre de 2020, y al día siguiente posesiona su gabinete y reduce cuatro ministerios: Deporte, Comunicación, Energía y Cultura. Habíamos creado el Ministerio de Energía para cambiar la matriz energética y para acelerar la inversión en el tema del litio. ¿Para qué era el cambio de matriz energética? En el mercado interno, el gas que se gastaba para la luz estaba en el millar de BTU y se paga en tres dólares. Ese millar de BTU estaba vendiéndose a Brasil en ocho dólares y en este momento lo podríamos estar vendiendo en 12. La idea era cambiar. En vez de gastar el gas para la luz, utilizar energía eólica, solar. Para eso creamos el Ministerio de Energía”.
El gas se acaba y a la falta de inversión en nuevas energías se suma la falta de exploración en busca de nuevas reservas de gas o de petróleo.
“Depender económicamente, totalmente, de cualquier recurso natural no da mucho futuro. En un tiempo dependíamos de la goma, en los 70 y 80 dependíamos del estaño, luego encontramos gas. Pues tarde o temprano el gas se terminará. Por eso tenemos que vender energía, solar, hidroeléctrica, que nunca se va a terminar. Ese era el plan que teníamos. Evidentemente, en los dos o tres últimos años no encontramos otro reservorio de gas. Es verdad eso, no digo que no, pero cuando llegamos, ¿cuánto se producía? 30.000 millones de metros cúbicos por día en 2005, 2006. Dejamos 2019 con 60.000 millones de metros cúbicos por día. Luego empezó a bajar, y sabíamos que podía bajar. Repito, si no encontramos nuevas reservas, pues se acaba el gas”.
El otro gran recurso con el que cuenta Bolivia es el litio, presente particularmente en el salar de Uyuni, pero su explotación sigue siendo marginal. Por Constitución las empresas transnacionales no pueden actuar en la actividad extractiva de los recursos naturales, pero sí en la industrial. Durante el gobierno de Morales “estaba acordado con Alemania, por ejemplo, y con China que hubiera presencia en la inversión en la parte de industrialización. Hemos avanzado, hemos instalado una planta de cloruro de potasio que produce 350.000 toneladas. En 2019 producía como 30% y sigue con 30% en vez de explotar. Brasil tiene un mercado de 13 a 16 millones de toneladas al año. Nuestra producción no es nada”. Los proyectos del gobierno han sido bloqueados en el Congreso, bajo acusación de corrupción y falta de transparencia en los contratos.
Eugenia Rodríguez Cattaneo, desde Bolivia.