Se ha estado discutiendo bastante (aunque todavía por debajo de lo necesario) sobre la Renta Básica Universal (RBU), con énfasis en los aspectos éticos y normativos. Un argumento en su contra, esgrimido más desde los prejuicios que fundamentado en estudios, refiere al desestímulo al empleo. Al influjo del Foro de Davos, subió la visibilidad de la discusión sobre la RBU: pasó de ser un tema que se analizaba en rincones de la academia (algo que pasaba desde los años 80) y en pequeños espacios de la izquierda a tener un lugar en el debate internacional.

Otro impulso de esta discusión es la llamada “robotización” y su impacto sobre el empleo. El temor (o atemorización) a grandes oleadas de destrucción de empleos por tecnologías disruptivas lleva a algunos a pensar en la RBU y a otros en las fuentes de financiamiento para los sistemas de seguridad social existentes (impuesto a los robots), pero en ambos casos se pone el foco en atenuar el conflicto social latente que provocaría el aumento de desempleados y desamparados y no en la libertad o autonomía de estos. Hay que considerar que todas las revoluciones industriales anteriores destruyeron y a la vez crearon empleos. Nada asegura que no vaya a suceder lo mismo; pero en todo caso no podemos aún estimar cuál será la escala de ese impacto.

Defiendo a la RBU como un buen instrumento para obtener resultados. El primero es el impacto que tiene sobre la pobreza una transferencia monetaria no contributiva y universal; este es el principal aspecto para defenderla. Por otro lado, por su propio diseño tiene otros aspectos éticos, como la no discriminación hacia las políticas sociales o bien la disminución del gasto destinado a los controles públicos para la adjudicación de otro tipo de políticas. Por último, un aspecto nada menor es la ganancia en autonomía que implica contar con ingresos mínimos que ayudarían, entre otras cosas, a decidirse a destinar más tiempo a la formación como a evitar salarios de miseria. Evidentemente, esto dependerá mucho del monto de la RBU.

Implementaciones posibles

El debate “filosófico” exige un principio de realidad basado en lo material, en lo económico. Aun cuando se puedan acordar los fundamentos positivos de una RBU siempre va a estar el problema de su financiamiento. Por esto, presentamos aquí algunas simulaciones de posibles RBU. Obviamente, se pueden imaginar otros escenarios; la idea aquí no es terminar con el debate, ni siquiera proponer un valor o modalidad concreta de RBU, sino ofrecer algunas alternativas para la reflexión. El centro de la preocupación es su impacto sobre la incidencia de la pobreza y la desigualdad.

Si bien la RBU, como lo dice el nombre, es para todos (un “todos” definido y también discutible), se plantean dos escenarios: en el primero, evaluamos el impacto de una RB para todas las personas menores de 18 años, y en el segundo escenario, planteamos la implementación de una RB universal, pero con valores diferentes según el tramo de edad. Ambos se fundamentan en la característica de la pobreza en Uruguay, donde los más jóvenes son los más pobres, y en la capacidad de generar ingresos propios a lo largo de la vida. Los escenarios estudiados parten del mantenimiento de las políticas existentes, pero para cada escenario se tuvieron en cuenta diferentes alternativas de quita de esas políticas.

Resumen de escenarios

Se toma $ 2.000 como valor base para la RBU. Los escenarios se estiman a partir de los datos de la Encuesta Continua de Hogares 2014 y de la legislación vigente hoy. Un resumen de los escenarios se pueden ver en el cuadro 1.

“Ingreso joven”

Las personas menores de 18 años son 889.255 y habitan en 509.309 hogares, de las que 630.609 se encuentran en los cinco primeros deciles de ingreso y 258.646 en los cinco deciles más altos de ingreso. En nuestro país en los hogares más pobres viven más niños y niñas, por ello un efecto de esta RB es una mayor concentración de ingreso por RB en los hogares más pobres. El monto promedio por persona (no sólo menores) producto de esta RB es de $ 1.077 para quienes están en el primer decil y de $ 205 para quienes están en el último. Eso significa que los primeros incrementan sus ingresos en 23,14% y los últimos 0,37%.

Esta distribución del ingreso a partir de la RB tiene un impacto muy importante sobre la pobreza (recordemos que se mide por hogares). La pobreza total se reduciría más de 3 puntos porcentuales, mientras que la indigencia pasaría de 0,38% a 0,05%. Por lo antes mencionado, una RB de este tipo tiene repercusiones diferenciadas al observar el impacto por edades. La pobreza cae más en los menores de 9 años. Para los niños y niñas de 0 a 4 años la pobreza pasaría de 21,25% a 12,43%, y entre los 5 y los 9 años lo haría de 19,39% a 11,39%. También la caída es muy significativa para quienes se encuentran en el tramo de 20 a 44 años, y es esperable pues la mayor parte de los beneficiarios se encuentran en este tramo de edad.

Resumen escenario A

La desigualdad, por su parte, también disminuye pero en menor medida. El índice de Gini disminuye de 0,38 a 0,36. El costo asociado a este escenario sería de 21.342 millones de pesos lo que equivale a 1,6% del PIB 2014. Los resultados del escenario A se ven el cuadro 2.

Este escenario, si bien no es “universal”, es lo suficientemente extendido y se basa en los otros principios fundamentales: no es contributivo, no exige una contraprestación y se focaliza únicamente en la edad, por lo que no establece nuevas fuentes de estigmatización o mayores costos de control. Otros ejercicios de simulación podrían basarse en reducir el universo o modificar los valores. Lo importante es que el costo de este escenario parece razonable a la luz de los resultados que arrojaría. Fortalece la prioridad en la primera infancia y refuerza la posibilidad de que los jóvenes permanezcan dentro del ciclo educativo.

Sin las transferencias ya existentes

Si evaluamos los impactos de la RB mencionada, pero quitando algunas o todas las políticas de transferencia en pos de procurar argumentos para su posible financiación, vemos que persiste el impacto reductor de la pobreza, pero en menor medida. Por ejemplo, si visualizamos qué sucede si se eliminaran las Asignaciones Familiares, la Tarjeta Uruguay Social y las deducciones por hijos menores de edad del IRPF categoría II. Si lo vemos según cómo se refleja, en la mejora de ingresos se observa que las personas del primer decil reciben $ 528 más que en el escenario base y las del decil más alto reciben $ 183. El resultado es una reducción de casi la mitad de lo que se observaba en el escenario A, pero el costo sería de 1,1 puntos del PIB 2014, es decir, una reducción de casi medio punto porcentual.

Mas allá de “abaratar costos”, la clave está en si la RB implica la desestructuración del Estado de Bienestar. De ninguna manera lo considero de esa forma, aunque hay quienes así lo ven y desde ese lugar defienden la RBU como forma de lograr ese Estado mínimo en el que el mercado sea el perfecto y mágico asignador de recursos. También la RBU está en disputa ideológica.

Más adelante, nos extenderemos sobre los impactos de una RB para toda la población para aportar al debate. Hay que lograr acordar una agenda y consolidar un movimiento contra la pobreza y las desigualdades que nos movilice como sociedad. Que nos obligue a salir a jugarnos el cuerpo entero. Muchos uruguayos y uruguayas han logrado salir de la pobreza en estos años, pero aún nos queda y mucho. Esta debería ser la batalla principal de la etapa. Una RB de este tipo es sin duda una herramienta solidaria con este objetivo.

Pablo Álvarez | Integrante de M764, Frente en Movimiento