La esposa y la madre piden ayuda a gritos para sacar el cadáver de Marcelo Mayorga de la calle. Está boca abajo, el agujero de bala visible en su cabeza, la honda, “la hulera”, todavía en su mano. Finalmente, un policía lo toma de las piernas y lo corre para que pueda pasar el vehículo policial. Está todo en video, menos la risa que se les atribuye a los policías.
Eso es en Masaya. En otra esquina, una casa de tres pisos fue incendiada por los paramilitares a partir de la colchonería de la planta baja porque sus dueños se negaron a permitir que un francotirador se instalara en el techo; lo cuenta una de las hijas, que alcanzó a saltar a la calle desde un balcón. Los restantes seis miembros de la familia Velázquez Pavón, incluyendo un bebé y un niño que empezaba a caminar, fueron quemados vivos.
Masaya tomada por sus habitantes, mientras en Managua se reanuda la mesa de diálogo. La representación de Daniel Ortega incluye miembros del Consejo Supremo Electoral (CSE) y de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), y el temario es la renuncia del CSE y de la CSJ, o sea de ellos mismos, para habilitar un proceso electoral democrático, tal vez en marzo. Daniel Ortega no dice que no, pero tampoco que sí. El martes llegó el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Carlos Trujillo, y ayer ese organismo trataba el tema.
Son 212 ya los muertos desde el 19 de abril, cuando la protesta se inició. El ex comandante sandinista Jaime Wheelock declara que el diálogo es necesario, pues el conflicto tiende a transformarse en una guerra de baja intensidad. Masaya sigue tomada, y el comandante policial que se envió a retomarla quedó prisionero durante semanas en su propia comisaría.
Ninguna de las partes cede. El 21 de este mes Daniel Ortega ordenó la ocupación de tierras privadas, que continúa, en un verdadero descalabro de la autoridad del Estado y de subversión de la propiedad. Empleados públicos se apoderaron de las tierras de los indígenas a los cuales atendían, se robaron un campo de béisbol, rompieron las cercas de tierras que ocuparon y empezaron a lotear campos en cinco departamentos (Estelí, Chinandega, León, Managua y Rivas) mientras la Policía se niega a actuar; 50 familias humildes protestan ante el despojo hecho por otra gente humilde que invadió sus lotes. No hay estimación del importante alcance de las ocupaciones. Es la represalia de Daniel Ortega ante la ruptura de la alianza con los empresarios que lo llevó al poder en 2006 y lo mantuvo allí desde entonces, mientras los miembros del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) hacían buenos negocios. Ellos decidieron que ya era demasiado el costo político a pagar por la revuelta y cortaron amarras.
Esto de hoy no sería posible si a Daniel Ortega, junto a otros 500 a 600 miembros de la cúpula sandinista y militar y cuadros medios, se les hubiera impedido “la piñata”, la apropiación de bienes inmuebles y muebles que habían sido de los somocistas y de la concentración de la riqueza en Nicaragua, en los dos meses desde el 25 de febrero de 1990, hasta que Violeta Chamorro entró a la residencia presidencial. “Las paredes están desnudas y no demasiado limpias”, dijo, y mandó traer una bandera de Nicaragua de Miami, porque hasta eso se habían llevado con el mobiliario.
Ortega se quedó con la mansión de dos manzanas del ex banquero Jaime Morales; a su hermano Humberto le atribuyen desde dentro del sandinismo una fortuna de 100 millones de dólares. Y Wheelock, que se apartó de la política ese año, se llevó el rancho San Martín, de Cornelio Hueck: 2.500 hectáreas de tierras altamente productivas, además de la opulenta mansión del magnate minero Donald Spencer. La lista es interminable, y es más corta la de los dirigentes que mantuvieron las manos limpias.
La izquierda continental tuvo dificultades para aceptar estos hechos en una revolución esperanzadora, que causaron sin embargo pérdida de apoyo popular, de autoridad moral y de unidad interna en el sandinismo. A esto se agregó que en 1998 Zoilamérica Narváez Murillo (nacida en 1967), hija de Rosario Murillo e hijastra de Daniel Ortega, reveló que su padrastro la violaba sistemáticamente desde los 11 años y hasta que ella tuvo 22, cuando se fue de la casa; la violó desde que Rosario y Daniel formaron pareja en Costa Rica en 1978. La difusión de la denuncia hizo que Ortega tuviera que privarse de viajes oficiales ante la protesta generalizada de movimientos de mujeres.
El marxista Ortega se definió no sólo como ateo sino como anticatólico cuando presidía la Nicaragua sandinista, porque el cardenal y arzobispo emérito de Nicaragua, Miguel Obando y Bravo, apoyaba de hecho a la oposición al sandinismo. Luego, Ortega perdió las elecciones de 1990 en parte por su posición ante la iglesia católica. En 2005 se casó por iglesia con Rosario Murillo, en 2006 fue electo presidente y entre sus primeras medidas estuvo el prohibir el aborto aun cuando la vida de la madre está en riesgo. De aquellos polvos, estos lodos; nunca más cierto.