La composición de los órganos de la presidencia de la República del nuevo gobierno brasileño, encabezado por el ultraderechista Jair Bolsonaro, cabe en un documento de 50 páginas. El universo de 107.000 caracteres de la “Medida Provisoria nº 870/19”, creada para acomodar directrices y competencias de la gestión ministerial, es elástico al punto de transformar el Ministerio de Derechos Humanos en el Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, pero no tiene espacio para la sigla LGBTI. En menos de 48 horas, el nuevo gobierno brasileño señala en papel que los discursos peyorativos e intimidatorios contra la población homosexual van más allá de una tónica de campaña electoral.
La primera medida provisoria del gobierno de Bolsonaro, publicada en una edición extra del diario oficial luego de la ceremonia de pose, retiró de las directrices de los derechos humanos a la población LGBTI. La medida provisoria es el documento que detalla la composición de los órganos vinculados al nuevo ministerio y las responsabilidades de cada uno de ellos. Se establecieron ocho secretarías, diez consejos, un comité y un mecanismo; en ninguno de ellos la pauta LGBTI se evidencia de forma explícita. Se mencionan derechos de las mujeres, las familias, los adolescentes, la juventud, los ancianos, las personas con discapacidad, la población negra, las minorías (étnicas, sociales e indígenas).
Hasta entonces había una Dirección de Promoción de los Derechos de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y Transexuales, vinculada a la Secretaría Nacional de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. El primer documento del gobierno de Bolsonaro no dejó claro a cargo de quién quedará esta competencia, y puede abrir espacio para el debilitamiento de políticas públicas orientadas al sector. Aunque el mismo día a la noche el gobierno haya emitido un decreto en el que dice que la promoción de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, travestis y transexuales quedará a cargo de un directorio subordinado a la Secretaría Nacional de Protección Global, la alerta ya fue dada.
El miedo forjado en meses de discursos de exaltación machista y cristiana, con espacio para combatir la “ideología de género” y noticias falsas sobre un “kit gay” distribuido en escuelas brasileñas, ganó justificación práctica. La no mención de la sigla LGBTI es una acción de peso simbólico en el país de América Latina en el que más se mata homosexuales y va más allá de una cuestión de nomenclatura y organigrama: tropieza en el temor vigente de la represión de derecho que acompaña la posesión de Bolsonaro. Basta recordar que forman parte del repertorio del actual presidente brasileño entrevistas en las que mencionó que sería incapaz de amar a un hijo homosexual y negó la existencia de homofobia en Brasil. Para quien esperara un tono conciliatorio del nuevo gobierno la no mención tiene un efecto duro de realidad.
Para la Asociación Brasileña de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales y Personas Intersexo el primer documento del gobierno es un atestado de que no hay interés brasileño en promover la ciudadanía LGBTI y, en consecuencia, puede significar menos recursos. “Es preocupante, ya que un destaque en las directrices de derechos humanos daría sensación de más seguridad a la población, visibilidad en la discusión de la violencia gratuita que existe con la población LGBTI en Brasil. Estar dentro de la ‘Protección Global’ es dejar la pauta diluida”, afirma la presidenta de la comisión de diversidad sexual y género de la Orden de los Abogados de Brasil Seccional Pernambuco, Maria Goretti Mendes.
La medida provisoria va para la apreciación del Congreso Nacional y, para la abogada y militante trans Robeyoncé Lima, es donde empieza la resistencia. “No es sorprendente que la pauta LGBTI no sea prioridad en ese gobierno. Si la gente ya tenía dificultad en la efectividad de derechos, ahora ellas serán mayores. La solución es presionar vía legislativa”. Mientras tanto, cada 19 horas un homosexual sigue siendo asesinado o comete suicidio por homofobia en el país.
Periodista brasileña, la nota fue publicada en Cosecha Roja.