El movimiento Un Solo Uruguay (USU) afirmó el jueves que la solidaridad “es un acto individual”, y rechazó que se la quieran imponer a todo el sector agropecuario, “disponiendo de plata ajena”, gremiales que “sólo representan a sus afiliados”. USU se refería a la presunta donación de 100 millones de dólares al Fondo Coronavirus, anunciada el martes por el titular del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Carlos María Uriarte.

Uriarte ya ha dicho que se considera “el representante, dentro del gobierno, de los sectores que el MGAP abarca”, y esta semana lanzó la campaña “Estamos contigo”. Son cinco videos en los que se resalta que los productores rurales siguen trabajando, para que al país no le falten alimentos. Eso refuerza un relato conocido: “el campo” es la base de un “país productivo” que sustenta a otro improductivo, dentro del cual se suele incluir al Estado. Pero desde el MGAP también se plantea una alianza entre “el campo” y el Estado, por lo menos ante la emergencia sanitaria, con Uriarte como intermediario con un pie de cada lado.

En realidad, la esforzada labor que nos muestran los videos del MGAP no se debe a pura generosidad, ya que también es necesaria –como cualquier otra actividad económica– para que quienes la realicen ganen dinero, que en algunos casos es poco y en otros muchísimo. El truco publicitario es poner por delante a los humildes.

Uriarte llevó a cabo el martes otra operación de relaciones públicas, al anunciar que Campo Unido (formado por la Federación Rural, la Asociación Rural, la Asociación de Cultivadores de Arroz, la Comisión Nacional de Fomento Rural y Cooperativas Agrarias Federadas) le había comunicado su voluntad de aportar al Fondo Coronavirus un dinero que, como explica en esta edición Fernando Esponda, dista de ser una donación.

Un Solo Uruguay defiende una versión extremista de la misma narración sobre el “país productivo” que presenta Uriarte, y le está disputando apoyos al ministro colorado.

Los “100 millones de dólares” son un redondeo más generoso que las gremiales, y si bien no se trata totalmente de “plata ajena”, como dice USU, tampoco son fondos que estén a disposición de Campo Unido ni de Uriarte, para que les den el destino que les parezca más conveniente.

USU funcionó como un ensayo social de la “coalición multicolor” y contribuyó mucho a su formación y a su triunfo electoral. Ahora expresa una fisura en el bloque social y político que apoyó a Luis Lacalle Pou, análoga a la protagonizada, en el terreno partidario, por Guido Manini Ríos y otros dirigentes de Cabildo Abierto.

Los presuntos “autoconvocados” defienden una versión extremista de la misma narración sobre el “país productivo” que presenta Uriarte, y le están disputando apoyos a ese ministro colorado. Lo hacen con el mismo truco publicitario que usa la campaña del MGAP: ponen a los humildes por delante, alegando que las grandes gremiales y el ministerio les imponen a los pequeños productores una pesada contribución.

Los prematuros conflictos en la retaguardia de Lacalle Pou hacen aconsejable que el presidente deponga un poco sus ínfulas y acepte un verdadero diálogo con otros actores políticos y sociales. Quizá los necesite más temprano que tarde.