Este año el 1º de mayo encontró a los trabajadores en circunstancias muy difíciles. El programa del gobierno nacional amenaza varias de sus conquistas históricas, y también avances del país entero, impulsados y defendidos durante décadas por el movimiento sindical. A esto se suma desde el 13 de marzo la emergencia sanitaria, que ha comprometido gravemente el empleo y los ingresos, y golpea en especial a los sectores más vulnerables.

Además, el PIT-CNT debe afrontar esta situación en el marco de grandes restricciones a la movilización y también al encuentro directo entre las personas, que es básico para tomar conciencia, organizarse y participar.

En 15 años de gobiernos progresistas se alcanzaron metas importantes, pero también quedaron pendientes de solución muchos problemas. La central sindical reclama desde hace años mejoras para las personas con empleos precarios e ingresos insuficientes, que hoy son las más expuestas a daños, por la combinación de las políticas gubernamentales regresivas y la crisis de la covid-19.

Lo mismo sucede con quienes se convencieron –o fueron convencidos– de que les convenía convertirse en “emprendedores”, y aceptaron modalidades de trabajo informal, con una importante reducción de garantías y derechos que hoy los deja desprotegidos.

Las tareas del movimiento sindical son muchas y muy arduas. La historia, sin embargo, indica que han aprendido a usar sus herramientas en las condiciones más adversas.

Por otra parte, en el gobierno nacional participan corrientes muy comprometidas con intereses antagónicos a los de los trabajadores, y hoy emplean el poder del Estado para amplificar su mensaje ideológico contra el PIT-CNT. Se intenta desprestigiar a las luchas y las conquistas sindicales, presentándolas como abusos que traban el desarrollo y perjudican a un presunto “país productivo”, formado por empresarios, terratenientes e inversores.

En este marco, y sabiendo que sus planes enfrentarán una firme resistencia, el oficialismo quiere acotar cuanto le sea posible el derecho de huelga y la movilización sindical. El borrador del proyecto de ley de urgente consideración mostraba con claridad esas intenciones; luego se le quitaron algunas partes muy groseras, pero nada indica que los objetivos hayan cambiado. Lo mismo pasa con la intención declarada de “flexibilizar” los convenios laborales y las facilidades para que se retroceda en la formalización del pago de salarios.

A la vez, en el debate sobre una nueva reforma de la seguridad social hay sectores del gobierno que defienden en voz alta, desde hace años, sus “soluciones” de siempre: que se siga en actividad hasta edades más avanzadas, y se reciban luego pasividades aún menores que las actuales (que han mejorado, pero que todavía están muy lejos de asegurar una vida digna). Este es otro gran desafío para el PIT-CNT, cuya defensa de los trabajadores abarca, por supuesto, la lucha por mejorar las condiciones de retiro.

Las tareas del movimiento sindical son, como se ve, muchas y muy arduas, pero hay con qué abordarlas. Contra lo que dice la propaganda derechista, a los trabajadores uruguayos nunca se les regaló nada. Han aprendido a usar sus herramientas en las condiciones más adversas, y confiamos en que sabrán hacerlo una vez más.