Siempre que pensamos cómo seremos en el futuro, podemos pensar cómo éramos en el pasado y duplicar la proyección. Cuando se piensa en Uruguay, bastaría reconocer que hace 16 años no imaginábamos nuestra actualidad. Ni la pandemia, ni la guerra, ni las crisis migratorias, ni que aquel gobierno de izquierda que recién comenzaba se quedaría por tres períodos y que la realidad pautaría hoy un gobierno de coalición de blancos, colorados, Partido Independiente y un partido surgido del seno militar.

Es muy difícil predecir y desear sin caer en un chiste de mal gusto para los futuros lectores de la diaria, lean como lean en un futuro. Sin embargo, como decía Ricardo Piglia, me animo a predecir que la lectura será la misma; cambiará el formato, la plataforma, la tecnología, pero seguiremos leyendo en Uruguay, de izquierda a derecha, un símbolo después de otro, saltando algunos, mirando la palabra entera y no entrando en sus detalles. Si se comulga con la idea de Marx, tomada a su vez de Hegel, de que la historia se repite a sí misma, pero primero como tragedia y luego como farsa, cabe preguntarse: ¿qué ciclo corresponde a quién?

¿Cada cuánto se repite la historia? ¿Cada década, cada siglo? ¿Cada cuánto nos repetimos nosotros o la diaria? Puedo identificar varios períodos de tragedias y farsas personales, y también considero que mucho de ellos han convivido un mismo año. Pero en las puertas, ojalá no, de una tercera guerra mundial, aparece una tercera pregunta. Si la historia se repite a sí misma, la primera como tragedia y la segunda como farsa, ¿qué forma asume su tercera aparición? Algunos ya esbozan que, como dice el dicho popular, la tercera es la vencida. Es decir que algo termina, algo se acaba, algo se rompe para siempre. Frente a ese terrible final apocalíptico, tal vez nuestra única manera de persistir sin terminar sea vivir en la tragedia y en la farsa, una suerte de existencia ridícula, que sólo tendría sentido porque la otra opción sería el no sentido. Todos estos rulos para decir, para predecir que si hay un futuro este será, según mis berretas predicciones, más trágico y más farsesco, pero será bueno porque simplemente será.