El 31 de agosto se celebró el Día Internacional de los Afrodescendientes. Esta fecha fue creada en 2020 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el fin de promover el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales de los afrodescendientes y de un mayor reconocimiento y respeto de la diversidad de su legado, cultura y contribución al desarrollo de las sociedades. Esta conmemoración adquiere especial significado en América Latina, que cuenta con una importante diáspora afrodescendiente y cuya historia, economía, política y cultura no pueden entenderse sin considerar los aportes de este grupo.

Las estimaciones demográficas más recientes, según la Cepal en 2020, indican que en América Latina había 133,9 millones de afrodescendientes, lo que corresponde a dos de cada diez latinoamericanos. La población afrodescendiente es significativa en toda la región y año tras año adquiere mayor visibilidad.

Su importancia es fundamental en países como Brasil, que, por sí solo, cuenta con una población estimada de 108 millones de afrodescendientes, pero también es significativa en el Caribe, América Central y en la región andina. Además, se destaca el carácter prevalentemente urbano de los afrodescendientes, al menos en los países de la subregión andina, donde más de 70% de estos viven en las ciudades.

Sin embargo, debido a la historia de exclusión y desigualdad, los afrodescendientes poseen tasas de pobreza mucho más elevadas que la población que no lo es. En el caso de Colombia, por ejemplo, la pobreza entre los afrodescendientes alcanza a una de cada cuatro personas, mientras que entre los no afrodescendientes afecta a poco más de una de cada diez. En Ecuador, el índice de pobreza de este grupo es de más de tres de cada diez personas, mientras que entre los no afrodescendientes afecta a poco menos de dos.

Celebración de la memoria y justicia reparadora

La creación en 2020 de un Día Internacional de los Afrodescendientes por parte de la ONU es un paso importante en el reconocimiento de las contribuciones de las personas afrodescendientes y de sus derechos, incluyendo el derecho a la memoria y la justicia reparadora. La fecha rememora el 31 de agosto de 1920, cuando finalizó en Nueva York la primera Convención Internacional de los Pueblos Negros del Mundo y que, como resultado de las deliberaciones dirigidas por el predicador, periodista y militante afrodescendiente Marcus Garvey, dio paso a la promulgación de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Negros del Mundo. Esto, dos décadas antes de la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos.

Para dar cuenta de la importancia de este suceso es necesario recordar que en 1914 Marcus Garvey y su esposa Amy Ashwood fundaron en Jamaica la Universal Negro Improvements Association (UNIA), que en 1920 ya contaba con más de dos millones de miembros a escala mundial. El 13 de agosto de ese año la UNIA financió la International Convention of the Negro Peoples of the World, con la participación de más de 2.000 delegados de 20 países, que concluyó con una marcha de unas 25.000 personas negras en el Madison Square Garden de Nueva York.

Las problemáticas de pobreza, exclusión y discriminación que enfrenta la afrodescendencia, especialmente en América Latina, requieren un marco de acciones de desarrollo como medidas de justicia reparadora.

Al final de la reunión se proclamó la “Declaración de los derechos de los pueblos negros del mundo”. Entre otras contribuciones, esta declaración puso de relieve los derechos universales, los derechos de los afrodescendientes, los derechos de África y el derecho a la protesta. No obstante, de acuerdo con el investigador austríaco Johannes Maerk, el impacto de la declaración causó la persecución de Garvey en Estados Unidos.

El reconocimiento de un Día Mundial para los Afrodescendientes en 2020 cuenta con antecedentes importantes en la comunidad internacional. En 1997, la ONU convocó la III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, que se llevó a cabo en la ciudad de Durban en 2001. Como resultado de esta conferencia, fue creada una Declaración y el Programa de Acción de Durban, que ha marcado la agenda política de la afrodescendencia en el mundo. Además, en 2009 se proclamó el año 2011 como el Año Internacional de los Afrodescendientes, mientras que en diciembre de 2013 se proclamó el Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015-2024) con el tema “Los afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo”.

Sin embargo, las problemáticas de pobreza, exclusión y discriminación que enfrenta la afrodescendencia, especialmente en América Latina, requieren un marco de acciones de desarrollo como medidas de justicia reparadora. De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), este último concepto se desprende del marco de la justicia transicional y define un tipo de justicia que busca la adopción de medidas que reparen de alguna manera el daño causado a las víctimas como resultado de violaciones de derechos.

La CIDH optó por utilizar el término “justicia reparadora” en vez de “justicia restaurativa”, toda vez que este último se utiliza con más frecuencia en el ámbito del derecho penal, cuyo fin es la solución de conflictos y su énfasis es la prevención y efectos del crimen/delito. La CIDH reconoce este enfoque, pero defiende que con el uso del concepto de justicia reparadora no se hace referencia a un nuevo estándar, sino que el Sistema Interamericano está integrando un modelo de justicia efectiva enfocada en la reparación para combatir la discriminación racial estructural.

Teniendo en cuenta la histórica exclusión y violencias expresadas sobre la población afrodescendiente latinoamericana, desarrollar conceptualmente una teoría de la justicia reparadora para los y las afrodescendientes víctimas de la esclavitud permitiría dar un giro interpretativo del devenir desafiante de las afrodescendencia en materia de obstáculos para la garantía de los derechos humanos.

John Antón Sánchez es profesor del Instituto de Altos Estudios Nacionales-IAEN (Ecuador). Doctor en Ciencias Sociales por Flacso-Ecuador. Este artículo fue publicado originalmente en www.latinoamerica21.com.