Desde hace varios años se acumulan las señales que muestran cambios que afectan el sistema de comercio internacional en correlación con el avance de la fragmentación geopolítica y, por ende, la finalización del modelo de globalización que se desarrolló entre fines del siglo pasado e inicios del siglo XXI. Estos cambios tienen consecuencias en las distintas regiones y Estados del planeta, y eso provoca reacomodamientos y adaptaciones de acuerdo con la posición y las evoluciones políticas domésticas, que muchas veces no se corresponden con la lectura de la situación. Así lo muestra en una expresión grotesca el actual gobierno argentino con su prédica del libre comercio, sin contar las manifestaciones ideológicas visionarias y los desplantes diplomáticos del presidente, tan lejos de las tradiciones humanistas y del pensamiento latinoamericano.

Para visualizar esos cambios que afectan el sistema de comercio internacional se puede comenzar por la Organización Mundial del Comercio (OMC), que es la institución garante de que se apliquen principios acordados para que los estados se beneficien de los términos de intercambio con una disminución de las barreras arancelarias y no arancelarias y con un sistema de resolución de controversias para dar garantías al conjunto, incluyendo a los socios pequeños. La OMC se encuentra en estos últimos años en una parálisis preocupante que se ha expresado en los limitados resultados de las últimas conferencias ministeriales y en la crisis del mecanismo de solución de controversias. La crisis se ha visto agravada por el bloqueo al nombramiento de nuevos miembros para el Órgano de Apelación, política llevada adelante por Estados Unidos desde la administración de Donald Trump. Hay algunas consideraciones por las cuales Estados Unidos busca un cambio en el funcionamiento, aunque no ha llevado adelante propuestas alternativas y eso muestra las limitaciones por las cuales transita la OMC en lo que concierne a la reforma institucional y funcional (Lester, 2022).

Las medidas proteccionistas han ido en aumento: desde 2008 Global Trade contabilizó 58.000 medidas discriminatorias del comercio por parte de los gobiernos y 27.000 desde 2019 (López, 2024). Por otra parte, al visualizar los ejemplos de Estados Unidos con el “compre en América” y el “comercio justo” o el de la Unión Europea con el Pacto Verde y el objetivo de “autonomía estratégica” no queda mucho para alentar el libre comercio frente a la competencia geoestratégica, como señalara en un editorial el Financial Times (Riaboi, 2022).

Desde la década pasada y, sobre todo, desde los años de la administración Trump, se está procesando una reconfiguración de las cadenas globales de valor en función de países aliados o con cercanías políticas y una reindustrialización en Estados Unidos y Europa promovida con incentivos y subsidios específicos. El reciente informe Draghi elaborado a pedido de la Comisión Europea, Competitividad de la Unión Europea: mirando hacia el futuro, que fuera presentado recientemente en Bruselas, da cuenta de la urgente necesidad de otorgar herramientas a las empresas para recuperar la competitividad en sectores clave frente al rezago con Estados Unidos y China (Draghi, 2024). La República Popular China, por su parte, para sortear el incremento de aranceles y otras medidas discriminatorias del comercio ha comenzado a invertir en otros países, sobre todo en sectores vinculados a la tecnología y a la transición energética (paneles solares, autos eléctricos) (abril, 2024). Sin embargo, no solamente quedará restringido a esos sectores, sobre todo teniendo en cuenta que la República Popular China concentra el 35% de la producción total frente al 12% de Estados Unidos, seguido por Japón 6%, Alemania 4%, India y Corea del Sur con 3% cada uno (Baldwin, 2024).

El incremento de aranceles, sobre todo en determinados sectores neurálgicos, de medidas discriminatorias del comercio, los cambios en las cadenas globales de valor dan cuenta de un escenario mundial diferente al de pocas décadas atrás y se expresa en distintas dimensiones, incluyendo la institucional-normativa de la OMC, lo que ha llevado a algunos estudios a analizar las consecuencias que tendría su disolución (Oxford Economics-ICC, 2024).

Frente a estos cambios, los países de América Latina han reaccionado en forma diferente de acuerdo con la posición geopolítica y geoeconómica en la que se encuentran. En algunos casos han seguido hablando del libre comercio, ignorando la evolución sistémica y los datos de esa realidad; en otros casos se ha buscado concretar acuerdos específicos sin tener en cuenta el cambio de escenario, lo que deriva en un desacople entre la evolución y las necesidades domésticas con el escenario internacional. Un reciente estudio expresa esta situación para el caso de Uruguay, planteando una preocupación en relación con el sistema político que afecta a la sociedad en su conjunto (Bas Vilizzio-Pose Ferraro, 2024). Estas respuestas reactivas se conjugan con la escasa reflexión sobre las consecuencias que genera este nuevo escenario en el regionalismo de América Latina y el Caribe, en los distintos procesos regionales y en la cooperación regional.

Regionalismo y temas para la agenda

Frente a este escenario de fragmentación geopolítica que afecta la institucionalidad del sistema multilateral de comercio, uno de los temas a asumir por los países de América Latina y el Caribe (ALC) son las consecuencias de esta situación y de qué manera encararlas en los procesos regionales y en las relaciones externas de los países. Si bien la mayoría de los países de ALC son receptores de decisiones sin mucha capacidad de incidencia, países como Brasil, México y Argentina participan en ámbitos como el G20, que abre otras posibilidades para generar ámbitos, instancias, mecanismos de resolución. Brasil integra además el BRICS y en este ámbito se están generando nuevas instancias y posibilidades en lo que concierne al financiamiento y el comercio. Esta dimensión macro es una plataforma de base para ubicar la evolución del regionalismo en el espacio latinoamericano/caribeño.

El incremento de aranceles, de medidas discriminatorias del comercio, los cambios en las cadenas globales de valor dan cuenta de un escenario mundial diferente al de pocas décadas atrás.

Otra dimensión en la que se expresa el regionalismo de ALC tiene que ver con las cumbres con la Unión Europea y China. El año que viene se realizarán en Colombia, que ejercerá la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), una cumbre con la Unión Europea y otra con la República Popular China. ¿Se está trabajando a tales efectos para esas cumbres? ¿Se han encargado estudios, informes, documentos que contemplen la evolución sistémica mundial, los intereses de las regiones de ALC, las posibilidades de cooperación? ¿Se han planteado los posibles objetivos de una cooperación con esos actores? ¿Cuáles son las prioridades de los países y regiones de ALC en esas negociaciones? Son todas cuestiones que urgen para definir objetivos, intereses, instrumentos, posibilidades desde la propia región y desde cada uno de los países. Los temas de la agenda internacional y las prioridades definidas por la Unión Europea y la República Popular China se conocen y están explicitados en las iniciativas, instrumentos y programas (Ruta de la Seda, Global Gateway). Lo que estaría importando es tener definidas las prioridades en tanto espacio latinoamericano/caribeño, incluyendo obviamente las definiciones geopolíticas y geoeconómicas de las subregiones. De otra manera se irá a las cumbres esperando las propuestas, cuando resulta necesario tener también un libreto.

Los procesos regionales, como es el caso del Mercosur, son expresiones del regionalismo latinoamericano presente. Los cuestionamientos que se han dado en los últimos años muestran las dificultades que tienen nuestros países en la inserción internacional. Al poner el énfasis de las dificultades en la falta de adaptación del bloque y en la rigidez de su funcionamiento y toma de decisión se desvía el enfoque de los cambios que se están produciendo en la estructura del sistema que incluyen, además del surgimiento de diferentes polos de desarrollo en países del Sur, distintos programas y medidas para la reindustrialización de los países desarrollados. Más allá de la prioridad del acuerdo con la Unión Europea, están planteados tres temas centrales para el bloque Mercosur: los cambios necesarios para la certificación ambiental de la producción agroindustrial, los lineamientos y el apoyo a sectores industriales en la reconfiguración que se está operando y el acceso a mercados.

La reconfiguración de las cadenas de valor se vincula estrechamente con la reindustrialización en los países desarrollados, que buscan también polos de desarrollo cercanos, lo que incluye no solamente la geografía, sino también la confiabilidad que puede derivar de alianzas de distinto tenor. En ese sentido, un estudio reciente de la Cepal, que ha sido uno de los canales donde se ha expresado el pensamiento latinoamericano sobre los distintos momentos del regionalismo, señala que esa orientación por parte de Estados Unidos, la Unión Europea y otros países desarrollados de facilitar la reubicación de las cadenas de suministro hacia países del Sur global no necesariamente se acompaña con resultados concretos, debido a que existe más competencia entre distintos polos de desarrollo (Grynspan, 2024). En cuanto al acceso a mercados, la reconfiguración que se está operando atañe a la geopolítica y la geoeconomía en varias regiones del planeta y atraviesa el Atlántico y el Pacífico, sin contar los estrechos y mares. Los estudios y análisis con mirada nacional con un marco analítico sistémico, como el que editara recientemente Rama, deberían ser incentivados y tener vías regionales de expresión (Rama, 2024).

Finalmente, el regionalismo latinoamericano tiene una larga historia de cooperación con acuerdos de distinto tenor. El Sistema Económico Latinoamericano que se creó en 1975 es una expresión institucional de la cooperación intergubernamental en distintos sectores y áreas temáticas, incluyendo las derivaciones de desastres. En el presente, los efectos del cambio climático, a los que se agregan otros como la deforestación, están dejando secuelas humanas y ambientales terribles que atraviesan fronteras. Si bien hay diferencias entre los distintos espacios regionales en ALC, se plantea la necesidad urgente de crear instrumentos financieros, logísticos y humanos para contemplar esas situaciones ambientales y humanas ya sea en el Amazonas, en el Pantanal o bien en cuencas e islas. Ahí podría abrirse una ventana de oportunidad para que se canalicen fondos privados que tienen como objetivo limitar los efectos del cambio climático para la humanidad. En este grupo de interés, que es amplio, habría también multimillonarios dispuestos a hacer aportes en causas humanitarias y ambientales. Este componente del regionalismo tiene una urgencia que requiere respuestas del conjunto del espacio latinoamericano/caribeño para encarar nuevos acontecimientos que se seguirán produciendo.

En conclusión, el espacio latinoamericano/caribeño tiene una agenda internacional que se expresa regionalmente en distintos ámbitos e instancias. No basta con que se incluya el desarrollo sostenible, el cambio climático, las energías renovables, la digitalización como temas de la agenda internacional en el espacio regional. También importa ubicar esos temas en el contexto internacional y explicitar prioridades con objetivos y definiciones en las distintas dimensiones del regionalismo latinoamericano/caribeño.

Lincoln Bizzozero Revelez es miembro de la Comisión Académica de la Maestría Bimodal de Estudios Contemporáneos de América Latina (FCS, Udelar) e investigador asociado de UCLAEH.

Referencias

  • Abril, Guillermo (2024). El Plan de China para salvar los aranceles de Occidente: sembrar el mundo de fábricas. El País Economía Negocios. 21 de setiembre.
  • Baldwin, Richard (2024). China is the world’s sole manufacturing superpower: A line sketch of the rise. CEPR. Vox Eu Columns. 17 de enero.
  • Bas Vilizzio, M. y Pose Ferraro, N. (2025). Política económica exterior frente a los desafíos de la poliglobalización: el caso de Uruguay. Oasis, en edición.
  • Draghi, M. (2024). El informe Draghi. La fuerza para reformar. El Grand Continent. 9 de setiembre.
  • Grynspan, Rebeca (2024). Globalización dislocada. Prebisch, desbalances comerciales, y el futuro de la economía global. Revista de la Cepal 141, 45-56.
  • Lester, Simon (2022). Acabar con la crisis de la solución de controversias en la OMC. ¿Cuánto se puede avanzar? International Institute for Sustainable Development. 2 de marzo.
  • López, Denisse (2024). La nueva era del proteccionismo: el mundo supera las 27.000 medidas intervencionistas desde 2019. El País. 24 de agosto.
  • Oxford Economics (2024). The Impact on Developing Economies of WTO dissolution. Oxford Economics-ICC. Abril.
  • Rama, Martín (2024). Seis propuestas para el nuevo gobierno: inserción internacional. Búsqueda, 10 de abril.
  • Riaboi, Jorge (2022). La OMC se encariñó con el capitalismo proteccionista. Clarín. 9 de julio.