El manejo de los residuos urbanos es un problema para las ciudades de mediano y gran porte en todo el mundo. Sin embargo, es más acuciante en las ciudades de países subdesarrollados como es el caso de Montevideo.
En ciudades como la nuestra, los sistemas de recolección y disposición final de residuos no sólo enfrentan el desafío logístico y de infraestructura para recoger y manejar adecuadamente su disposición final, sino que sufren la presión de la economía informal y de estrategias de supervivencia de personas y familias que se desarrollan en torno a los residuos. Esa economía informal es una forma de vida y de supervivencia para cientos de familias en nuestro departamento. Pensar que el problema de los residuos es exclusivamente logístico sólo conduce a soluciones que pueden maquillar el problema en el corto plazo, pero que llevan inevitablemente al empeoramiento de la situación ambiental y social en el largo plazo.
Las campañas electorales, como la que vamos a tener en Montevideo en los próximos meses, representan una oportunidad para discutir estos temas y plantear soluciones. Lamentablemente, la lógica de las campañas y los mandatos de la comunicación política generan también estímulos para ofrecer soluciones fáciles a problemas complejos. Y esta campaña no va a ser la excepción en este sentido. De cualquier forma, no podemos resignarnos a discutir basándonos en eslóganes y debemos empeñarnos en hacerlo basándonos en valores, conocimiento y evidencia.
Las personas que hurgan en contenedores para rescatar algo que vender o comer son una de las expresiones más visibles de la dimensión social del problema de los residuos y la limpieza. Pero hay también otra expresión, la de las personas y familias que viven del reciclaje informal, algo que no vemos. Personas que reciclan residuos en donde viven o lo hacen en las cercanías de Felipe Cardoso (sitio de disposición final de residuos de Montevideo) rescatando materiales valiosos y comida de ese último punto de la cadena que es el sitio de disposición final.
En la gran mayoría de los casos desarrollan esta tarea en condiciones que ponen en riesgo su salud y la de sus familias y generan externalidades negativas para el ambiente. Las soluciones exclusivamente centradas en aspectos logísticos, que ignoran la dimensión social del problema, no hacen otra cosa que barrer para abajo de la alfombra. Suelen ocuparse de la recolección y de llevar a los márgenes de la ciudad al reciclaje informal. Lo sacan de la vista de quienes habitan las zonas más centrales.
Sin embargo, el problema social y ambiental no sólo persiste, sino que suele crecer sin límites. Ciudades que parecen limpias a primera vista esconden en sus alrededores grandes zonas de sacrificio altamente contaminantes y una sociedad paralela que vive y se desarrolla en condiciones de extrema vulnerabilidad y precariedad en torno a esas áreas.
La Intendencia de Montevideo ha desarrollado desde hace ya varios años múltiples estrategias para enfrentar de manera integral y sustentable el problema de los residuos. Por un lado, se implantó el sistema de contenedores (que actualmente está mostrando sus límites), se invirtió en tener un sitio de disposición final que es ejemplo nacional e internacional por su manejo y el cuidado ambiental, se crearon plantas de reciclaje y una planta para tratamiento de residuos orgánicos (Tresor), se desarrolló un sistema de respuesta rápida con más de 150 motocarros, se proporcionaron bolsones para la clasificación de materiales reciclables en casas y edificios, se diseñó e implementó un sistema para recolección de residuos voluminosos y se abrieron dos ecocentros fijos (en el Prado y en Buceo) y varios ecocentros itinerantes. Asimismo, se incorporó tecnología para generar información para tomar decisiones logísticas de recolección e informar de manera abierta a las y los vecinos sobre el estado de la recolección.
Muchas de estas iniciativas supusieron, al mismo tiempo, formalizar y dar condiciones de trabajo dignas a quienes previamente trabajaban como recicladores y recicladoras informales.
El programa de áreas liberadas, un modelo elogiado internacionalmente, es otro ejemplo de este enfoque integral. Este programa inició sus acciones de limpieza en cursos de agua afectados por acumulación de residuos y luego extendió sus acciones a todo el territorio departamental, cubriendo todas las cuencas hidrográficas.
Estas intervenciones son integrales: no sólo se limpian los cursos de agua, sino que se trabaja con los vecinos y vecinas de cada lugar para resolver estructuralmente el problema que hace que se depositen residuos en cursos de agua o en diferentes zonas de un barrio. Desde 2022 hasta junio de 2024 se han intervenido más de 800 puntos y se han recogido 186.490 toneladas de basura. Este programa ha hecho que disminuya el desborde de cañadas y arroyos, ha permitido así recuperar refugios de biodiversidad en ecosistemas altamente contaminados, ha generado nuevos espacios públicos en áreas donde antes había basurales y ha formalizado a personas que por cuarta o quinta generación viven del reciclaje informal.
Tenemos en Montevideo un problema con el sistema de contenedores debido fundamentalmente al crecimiento del hurgado y a la disposición incorrecta de residuos. Este sistema tal como está ya no es viable y en respuesta a esto se han venido desarrollando experiencias de recolección intradomiciliaria en Santiago Vázquez y en el barrio Abayubá, así como en complejos habitacionales. También se han desarrollado nuevas estrategias para el aumento de la frecuencia de recolección. Para generalizar estas soluciones, es necesaria una inversión inicial muy fuerte. Debemos ir a un sistema de recolección diferenciada definida por barrios según las características de cada territorio. Lamentablemente, durante este período de gobierno la mayoría de la oposición votó en contrario a esta iniciativa para Montevideo, reflejada en una propuesta de préstamo por parte del Banco Interamericano de Desarrollo.
Nuestra respuesta al problema de los residuos, aunque integral, ha sido parcial. Necesitamos resolver de manera integral el desafío ambiental y social que nos supone la administración de los residuos sólidos que generamos en Montevideo, y no quedarnos solamente en los aspectos logísticos.
Estamos en condiciones de hacerlo. Pero debemos sincerarnos como sociedad: la respuesta supone un esfuerzo muy importante en términos de recursos para resolver el problema social asociado a quienes viven del reciclaje informal. Necesitamos formalizar esa actividad para que se realice en condiciones dignas y humanas. Esas estrategias de formalización deben ser viables y no pueden suponer mayores costos sobre las vidas de familias que ya están sufriendo condiciones de vulnerabilidad. Esta respuesta requiere no sólo esfuerzos del gobierno departamental, sino también un compromiso del gobierno nacional.
El borrador del programa departamental de Montevideo del Frente Amplio es claro respecto a esto. Nos obliga a pensar en una ciudad integrada y ambientalmente sustentable. Propone la coordinación entre diferentes niveles de gobierno y nos mandata a dar un salto en la forma en que realizamos la gestión de los residuos. Señala específicamente que debemos hacerlo con políticas que tengan un enfoque “integral que considere simultáneamente aspectos culturales, educativos y de gestión, diseñadas en forma participativa”.
Con base en el programa del Frente Amplio, debemos animarnos como montevideanas y montevideanos a plantearnos el objetivo revolucionario de dar una solución socialmente justa y ambientalmente sostenible a nuestra gestión de residuos. El volumen del desafío requiere que seamos capaces de construir un pacto entre actores sociales, económicos, institucionales y entre vecinos y vecinas. Este pacto tiene que establecer acuerdos individuales y colectivos sobre los residuos que generamos, la forma en que los gestionamos en nuestros hogares y empresas, las formas en que los disponemos y los recursos que necesitamos invertir para que las tareas de reciclaje se hagan de manera formal y en condiciones dignas y ambientalmente sustentables.
Debemos animarnos como montevideanas y montevideanos a plantearnos el objetivo revolucionario de dar una solución socialmente justa y ambientalmente sostenible a nuestra gestión de residuos.
Parte de lo que vamos a definir en la elección departamental de mayo es cómo vamos a mirar el problema y cómo nos vamos a parar como montevideanas y montevideanos para solucionarlo. Podemos optar por la salida fácil o podemos plantearnos el desafío en su complejidad social y política para encontrar soluciones revolucionarias por su alcance y verdaderamente sustentables y justas.
Verónica Piñeiro es vicepresidenta del Frente Amplio y gerenta de Gestión Ambiental de la Intendencia de Montevideo.