El 13 de abril, en Finlandia, el Partido Socialdemócrata (SDP) rompió 20 años de hegemonía conservadora, logrando su mejor resultado en más de dos décadas en las elecciones locales y regionales. En el resto de los países nórdicos el crecimiento en votos hacia la socialdemocracia que comenzó en las elecciones europeas de 2024 se viene consolidando en todas las encuestas de opinión que se publican semana a semana. En Dinamarca, por ejemplo, una encuesta de Voxmeter para Ritzaus Bureau mostró que los socialdemócratas, liderados por la primera ministra Mette Frederiksen, repuntaron en el último mes, consiguiendo su mejor dato desde octubre de 2023. En Noruega, según una encuesta de Norfakta publicada el 8 de marzo de 2025, el Partido Laborista (Ap) ha ampliado su ventaja sobre el derechista radical Partido del Progreso (FrP), que lideraba las encuestas hasta enero. En Islandia, las elecciones parlamentarias de noviembre del año pasado arrojaron un resultado en el que la Alianza Socialdemócrata, liderada por Kristrún Frostadóttir, obtuvo el 20,8% de los votos y 15 escaños, convirtiéndose en la fuerza más representada en el Alþingi (Parlamento). Esto le permitió formar gobierno en conjunto con el Partido Liberal Reformista y el Partido del Pueblo.
En Canadá, luego de años de desgaste y ante el crecimiento del Partido Conservador, el primer ministro Justin Trudeau renunció a su cargo y fue sustituido por Mark Carney, de su mismo partido. El Partido Liberal enfrentaba una caída en las encuestas, con una intención de voto del 20%, mientras que los conservadores lideraban con el 45%. Luego de este cambio y de una serie de tensiones internacionales, los liberales convocaron a elecciones anticipadas para el 28 de abril y las encuestas los proyectan como favoritos con una ventaja de seis puntos sobre los conservadores. Un vuelco de 31 puntos entre diciembre de 2024 y abril de 2025.
En México, la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien ganó con casi 36 millones de votos –lo que representa el 59,75% de la población–, asumió con niveles extraordinarios de aprobación que variaban, según las encuestas, entre el 62% (Mitofsky) y el 76% (Enkoll para el País y W Radio). En los últimos sondeos de las mismas empresas investigadoras, su aprobación oscila entre el 69,5% y el 82%, dato que no sólo la ubica como la mandataria con mayor aprobación del planeta, sino que llevó al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, a protagonizar un irónico episodio en el que le preguntó públicamente a Grok, la inteligencia artificial de X (y por ende de Elon Musk), quién era el presidente con mayor aprobación del mundo y este le contestó que era Sheinbaum.
Las izquierdas del mundo podrían verse beneficiadas por otras políticas a las que sus ciudadanos quieran rechazar: las del país más poderoso del mundo.
¿Qué tienen en común los países nórdicos, Canadá y México? Gobiernos progresistas, sí. Pero además son países en los que impacta directamente la política estridente llevada a cabo por el presidente estadounidense, Donald Trump, desde que asumió su segundo mandato. Las imposiciones arancelarias, las presiones migratorias y hasta sus declaraciones sobre anexar Canadá como el estado 51 o las intenciones de hacerse con el territorio de Groenlandia son acciones internacionales que impactan directamente en la agenda nacional de estos países. Con estilos y tonos diversos como el negociador de Sheinbaum, el desafiante de los liberales canadienses y el rechazo danés, los gobiernos han proyectado en la defensa nacional parte de su fortalecimiento interno. Puede decirse que se trata del conocido efecto rally ‘round the flag, un fenómeno político en el que la población aumenta su apoyo al líder o gobierno en momentos de crisis, especialmente ante amenazas externas. Pero puede ser también una reacción refractaria de habitantes de territorios indirectamente impactados por la puesta en marcha de políticas de ultraderecha, llevadas a cabo por un presidente extranjero.
Es una opinión recurrente que, ante el crecimiento constante de la ultraderecha en el mundo, se ven desafiados los partidos de izquierda con quienes se enfrentan electoralmente. En realidad el desafío civilizatorio lo tienen los partidos conservadores y la derecha tradicional. Ante la tensión y una cierta simplificación de las explicaciones que reducen todo a la polarización, perdemos de vista la disminución sistemática de la centroderecha en el mundo. Es cierto, también, que estos enfrentamientos internacionales llevan al tablero geopolítico las discusiones nacionales e impactan sobre las capacidades de interpelación de las derechas (ultras y tradicionales) a los gobiernos progresistas. Ante la comprobación de sucesivos fracasos en políticas que puedan mejorar la vida de las personas, los países están recambiando sus gobiernos con mucha mayor velocidad que en cualquier período del pasado reciente. No gana una ideología política sino la oposición a lo que sea que esté gobernando. No elegimos qué votar, elegimos qué rechazar.
Ante este escenario de elección por contraste, y la irrupción de un actor internacional que expone con potencia todo el arsenal político-discursivo de la ultraderecha, las izquierdas del mundo podrían verse beneficiadas por otras políticas a las que sus ciudadanos quieran rechazar: las del país más poderoso del mundo. Como en la refracción1 y las ondas que cambian de dirección al cambiar de medio, los contextos nacionales mutan, desviando la dirección original.
Julián Kanarek es socio y CEO de Ciudadana, consultor político digital, docente universitario. Es magíster en comunicación y cultura.
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Cuando un rayo de luz pasa del aire al agua, cambia su velocidad y se desvía de su trayectoria original. A eso se le llama refracción. ↩