El mundo actual está en una etapa de cambios profundos, llena de tensiones y conflictos, que requiere prestarle gran atención al área de las relaciones exteriores. Esto vale muy especialmente para países como el nuestro, y más aún después de un período de gobierno en el que se navegó a la deriva, con errores, apresuramientos y escasos logros. La buena noticia es que ahora se aprecia un aumento notorio del profesionalismo y la visión estratégica.
En la 66ª cumbre del Mercosur, realizada esta semana en Buenos Aires, los presidentes Javier Milei y Luiz Inácio Lula da Silva realizaron exposiciones contrapuestas, centradas respectivamente en una demanda de apertura comercial y en una visión más amplia de la integración. Después de ellos habló Yamandú Orsi, y su intervención apuntó claramente a buscar un común denominador y quitarles dramatismo a las diferencias.
Orsi se sumó a los planteamientos conceptuales de Lula, pero también abogó por la flexibilización y la apertura al resto del mundo, y destacó que en el período transcurrido desde la última cumbre del bloque se avanzó en este sentido, con la aceptación colectiva de que Argentina pudiera ampliar sus excepciones al arancel común. A partir de esta evidencia, reafirmó la importancia de que las decisiones del Mercosur se sigan adoptando por consenso.
Esta línea de argumentación fue muy distinta de la elegida por Luis Lacalle Pou en sucesivas cumbres, con quejas y bravatas sobre la posibilidad de que Uruguay firmara en forma unilateral acuerdos comerciales con países o bloques ajenos al Mercosur, muy anunciados pero que nunca se concretaron. El actual Poder Ejecutivo retomó una tradición histórica, que valorizó nuestra política exterior por la seriedad, el apego a principios y la capacidad de articulación.
Uruguay firmó la declaración final de esta cumbre, cortando una racha iniciada hace tres años. Desde julio de 2022, el anterior Ejecutivo se mantuvo al margen de estas resoluciones, para expresar una protesta por la escasa atención a sus reclamos, sin lograr otra cosa que devaluar nuestro papel en el bloque.
Por otra parte, el gobierno uruguayo aceptó la invitación brasileña para participar hoy y mañana en la cumbre de los BRICS que se realizará en Río de Janeiro, una oportunidad muy valiosa para mejorar la relación con países que están en nuestra agenda de prioridades. Lacalle Pou había recibido una invitación similar, también de Lula, pero decidió no aceptarla.
El anterior presidente tomó varias veces, por afinidades ideológicas, decisiones que complicaron las relaciones de Uruguay con sus principales socios. Por ejemplo, cuando apoyó la candidatura a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo de Mauricio Claver-Carone, impulsada por Donald Trump, o cuando no apoyó en la Asamblea General de la ONU pedidos de cese del fuego en Gaza.
Orsi está sin duda mucho más cerca ideológicamente de Lula que de Milei, pero cultiva las relaciones con ambos, y reafirma en los hechos la posición favorable al multilateralismo que pregona. Hay un rumbo promisorio para el país en esa conducta.